Regreso a la escuela: las «one room school» victorianas

Cuando pensamos en las escuelas victorianas una de las primeras imágenes que nos vienen a la cabeza es la de un internado con niños y niñas vestidos con sobrios uniformes, severos profesores y estrictas normas de comportamiento.

Pero  las pequeñas escuelas de los barrios más humildes y, sobre todo, de las zonas rurales, distaban mucho de esa imagen.

A Dame's School
A Dame’s School- Thomas Webster

Las escuelas

Este tipo de escuelas eran lo que se denominaba one room school, formadas por cuatro paredes y un tejado, con los materiales más básicos para impartir las clases.

Estas escuelas albergaban en una misma habitación a alumnos de todas las edades y de diferentes niveles de aprendizaje. Niños y niñas compartían el espacio, sin haber separación por sexos, entre otras cosas, porque el espacio único no lo permitía. La única separación consistía en la creación de pequeños grupos de niños según su nivel escolar.

Algunas escuelas con mayor número de alumnos tenían dos puertas de entrada y salida: una para las niñas y otra para los niños, aunque en el interior todos estuvieran en la misma clase.

Habitualmente los maestros utilizaban una campanilla colocada en la puerta para indicar la hora de entrada a la clase.

victorian-painting-snow-scene-children-leaving-school-by-marc-louis-benjamin-vautier
Snow Scene Children Leaving School, Marc Louis Benjamin Vautier;

Los maestros

La persona que impartía las clases era una persona dedicada a sus alumnos, y, que a pesar del bajo salario que recibía, se preocupaba más allá de lo que implicaba su trabajo de maestro, ya que se ocupaba de la higiene, de la salud, de la alimentación y muchas veces intercedía en problemas familiares de los que los niños eran víctimas indirectas o directas, como problemas de alcoholismo de los progenitores o de maltrato infantil.

La mayoría de los maestros eran hombres y no recibían el nombre de teacher sino de schoolmaster.

La maestra era una mujer con una imagen muy alejada de la de las serias institutrices. Para poder ejercer de profesora tenía que ser soltera. En el momento en que contraía matrimonio tenía que dejar su trabajo como maestra.

Cuando la escuela no estaba financiada por alguna institución política o un benefactor privado, que corría con los gastos del material y del sueldo del maestro, eran las instituciones religiosas o de caridad las que sufragaban los gastos.

Habitualmente, en las zonas rurales, eran las propias familias las que aportaban una pequeña cantidad para pagar el salario del maestro, además de proporcionarle un lugar donde vivir. Aquellas familias que no podían aportar dinero en metálico, pagaban con productos de su huerto, de su granja o con servicios propios de su oficio.

the-country-school-painting-winslow-homer
The Country School Winslow Homer

Las asignaturas

Las asignaturas que se impartían en estas humildes escuelas, eran muy diferentes de las escuelas o internados privados. En estas escuelas no había clases de música o de protocolo, sino que que se enseñaban lo que se conocía como las Three Rs: Reading, Riting and Rithmetic, o lo que es lo mismo Reading (lectura), wRiting y aRithmetic – lectura, escritura y aritmética.

Los estudiantes aprendían poemas, rimas, canciones y oraciones por el método de memorización, que era un método habitual de aprendizaje. Después tenían que recitarlos en voz alta en clase, para acostumbrarse a pronunciar correctamente y a hablar en público.

En algunas escuelas, si los niños dominaban las materias básicas,  se enseñaba historia, geografía y gramática.

Además se dedicaba una especial atención a la caligrafía y al uso de la pluma y la tinta: tener una letra firme, inteligible y con bellas curvas se consideraba una cualidad muy apreciada en los estudiantes.

A aquellos alumnos que destacaban en sus asignaturas se les premiaba con una medalla o distinción, premios que trataban de estimular el estudio.

Aquellos estudiantes que no cumplían con sus tareas o cuyo comportamiento no era lo suficientemente bueno, recibían castigos más o menos ejemplares que iban desde las aburridas copias, a los castigos «cara a la pared» o la humillación de llevar puesto un gorro  que ponía «burro».

Los castigos corporales, desgraciadamente, no eran inusuales y estaban socialmente aceptados. Habitualmente consistían en darle al niño unos azotes en el trastero o en las manos con una vara de madera.

ralph-hedley-hedley-1848-1913-art-school-days-school-punishment
School Punishment, Ralph Hedley, 1848

El material de estudio

Para la escritura se utilizaban quills, plumas, habitualmente de ganso, que previamente afilaban. La tarea de afilado le correspondía a los profesores o a los estudiantes mayores para evitar que los más pequeños se hicieran daño al afilarlas.

Las plumas se mojaban en la tinta que contenían los tinteros, generalmente pequeños botes de cristal, que se cerraban herméticamente después de su uso para evitar que la tinta se secase. Ante la dificultad de escribir con tinta sobre los papeles, ya que quedaban humedecidos, se utilizaban blotting papers o papeles secantes que se colocaban encima del papel escrito, al término de la tarea, para absorber el exceso de tinta.

Posteriormente los estudiantes comenzaron a utilizar lápices similares a los que utilizamos en la actualidad.

Para escribir se utilizaban cuadernillos de papel blanco, a los que los niños le dibujaban líneas paralelas para no torcerse en la escritura. También se utilizaban pizarrines.

Los libros básicos para el aprendizaje solían ser la Biblia, de donde se aprendían las oraciones y las historias que posteriormente se recitaban – además se utilizaba como libro de lectura – y el llamado primer, que contenía los números, el alfabeto, y rimas.

Los primer tenían diferentes niveles y cada niño utilizaba el más adecuado para su aprendizaje y progreso.

elizabeth-armstrong-forbes-school-is-out-1899
A Straw Plaiting School in Essex, G.W. Brown, 1864

El tiempo de recreo

Los recreos eran los momentos de descanso de la jornada y era el momento más esperado por los estudiantes, ya que era el tiempo de juegos al aire libre.

Los juegos de pelota eran uno de los favoritos. Como no existían las pelotas de caucho, cuero o plástico como en la actualidad, en las zonas urbanas se hacían pelotas con ropa vieja enrollada y en las zonas rurales se empleaban las bladders, unas pelotas hechas con las vejigas de los animales de las granjas, previamente lavadas y secadas.

Las canicas, las peonzas y el escondite eran, asímismo, juegos muy populares.

Las niñas preferían juegos que implicaban canciones como la comba, el corro o el hopscotch, o rayuela.

El rolling hoop, o aro. los knucklebones o tabas y otros juguetes caseros hechos de madera o latón también triunfaban entre los más pequeños.

new-england-country-school-homer
New England Country School, Winslow Homer

 La hora de la merienda

Muchos estudiantes llevaban refrigerios a la escuela para comer en los descansos. Este era humilde pero sabroso y consistía en pan casero, piezas de fruta o porciones de bizcocho o tartas para los más afortunados. Los niños llevaban su comida en pequeñas cestas de mimbre.

En muchas escuelas los niños recibían mantequilla o mermelada para acompañar el pan. También se les proporcionaba un vaso de leche y, a veces, un chocolate caliente. Incluso existían pequeños hornillos en el colegio para calentar las bebidas. Estos alimentos que repartía el colegio entre sus alumnos eran muy importantes para muchos pequeños, ya que no todos podían llevar una pequeña merienda y su estado de desnutrición era claramente visible, siendo estas pequeñas porciones de leche y pan casi la base de su alimentación diaria.

a-straw-plaiting-school-in-essex-george-washington-brown-1864
A Straw Plaiting School in Essex, G.W. Brown, 1864

El mobiliario

El mobiliario era sobrio y funcional, hecho íntegramente de madera y estaba formado por mesas con bancos de una o dos plazas, o con taburetes de tres patas, donde se sentaban los niños.

El maestro se sentaba en una mesa grande de madera con silla colocada de cara a los niños. Además había diferentes estanterías para los libros y cuadernos y percheros para colgar la ropa de abrigo y los sombreros – prácticamente todos los niños y niñas, tanto en la ciudad como en el rural, llevaban la cabeza cubierta con sombreros, gorros o gorras.

La pared de la clase estaba presidida por una pizarra. En la clase había además una chimenea o una estufa de leña para calentar la habitación durante los meses de invierno.

Si el colegio era afortunado con alguna donación podía exhibir mapas en sus paredes.

 

ea9b822115026c906eebb6e5db565a28
Country School, William Lawson Henry

 

Lewis Carroll: cuentos y acertijos

A punto de acabar el mes de agosto iremos recopilando alguno de los temas que más repercusión han tenido en la página de Facebook de La Casa Victoriana y los cuentos y acertijos de Lewis Carroll han sido uno de ellos.

El acertijo de los peces

La adivinanza de los peces es un acertijo que aparece en la novela de 1871 Alicia a través del espejo escrita por Lewis Carroll.

La adivinanza es recitada por la Reina Roja en el noveno capítulo.

¿Eres capaz de encontrar la solución? (La solución está después del poema pero tendrás que utilizar un espejo si quieres leerla…)

Primero, hay que pescar el pez; Cosa fácil es:
hasta un niño recién nacido sabría hacerlo.
Luego, hay que comprar el pez; Cosa fácil es:
hasta con un penique podría lograrlo.

Ahora, cocíname a ese pez; Cosa fácil es:
no nos llevará ni tan siquiera un minuto.
Arréglamelo bien en una fuente:
pues vaya cosa: si ya está metido en una.

Tráemelo acá, que voy a cenar;
Nada más fácil que ponerla sobre la mesa.
¡Destápame la fuente! ¡Ay! Esto sí que es difícil:
no puedo yo con ella.

Porque se pega como si fuera con cola,
porque sujeta la tapa de la fuente y en ella se recuesta.
¿Qué es más fácil, pues, descubrir la fuente
o destapar la adivinanza?

Solución: artso anU

Frederick_Morgan06
Feeding the Rabbits, también conocido como Alice in Wonderland de Frederick Morgan

 

El sueño del Rey, Alicia a través del espejo de Lewis Carroll

“He’s dreaming now,’ said Tweedledee: ‘and what do you think he’s dreaming about?’
Alice said ‘Nobody can guess that.’
‘Why, about YOU!’ Tweedledee exclaimed, clapping his hands triumphantly. ‘And if he left off dreaming about you, where do you suppose you’d be?’
‘Where I am now, of course,’ said Alice.
‘Not you!’ Tweedledee retorted contemptuously. ‘You’d be nowhere. Why, you’re only a sort of thing in his dream!’
‘If that there King was to wake,’ added Tweedledum, ‘you’d go out—bang!—just like a candle!”

-Ahora está soñando – dijo Tweedledee -¿Con quién sueña? ¿Lo sabes?
– Nadie lo sabe – dijo Alicia.
– Sueña contigo. exclamó Tweedledee , aplaudiendo triunfantemente-.Y si dejara de soñar, ¿qué sería de ti?
-No lo sé – dijo Alicia
-Desaparecerías- dijo Tweedledum-. Eres una figura de su sueño. Si se despertara ese Rey te apagarías como una vela.

alice

 

La etiqueta victoriana en la calle

Las reglas de etiqueta dirigían el estilo de vida de la sociedad victoriana. Por esta razón tenían protocolos para casi todos los ámbitos de la vida; y los paseos por las ciudades y los parques no iban a ser una excepción.

Saber cómo y cuándo poner en práctica estas reglas era fundamental para ser considerada una dama respetable o un caballero cortés y respetuoso.

Para conocerlas vamos a remitirnos a un pequeño libro del que ya hemos hablado en más de una ocasión The Essential Handbook of Victorian Etiquette, que nos mostrará algunas costumbres de la época curiosas y sorprendentes.

Un simple paseo por la ciudad suponía la oportunidad de aplicar todos los protocolos diseñados para la relación social.

Tanto damas como caballeros, cuando caminaban por una acera, debían hacerlo siempre por la parte derecha de la misma. Si la acera era demasiado estrecha o peligrosa los caballeros tenían que estar atentos para que las damas, a las que acompañaban, no sufrieran daño alguno.

 fb02-paris-3-jun-1906

Si el pavimento era inseguro o si estaba anocheciendo, y la visibilidad no era buena, el caballero ofrecería su brazo a la dama para que ésta pudiera sujetarse y caminar con mayor seguridad.

No se consideraba costumbre, ni tan siquiera adecuado, que una mujer caminara del brazo de un hombre, a no ser que la dama fuera lo que los ingleses denominan «of certain age», para denominar a una mujer mayor, o bien la pareja fueran matrimonio.

003a

Curiosamente, si la situación lo requería, un caballero podía llevar dos damas de su brazo, pero nunca una mujer llevar dos caballeros del suyo. En el primer caso la actitud se consideraba galante, en el segundo la reputación de una mujer quedaba en entredicho.

Si una mujer descendía de un carruaje, un hombre debería ayudarla a descender, sin necesidad de que hubiese una presentación previa. Eso sí, cuando el caballero cumpliese su misión, el protocolo exigía que hiciese un pequeño saludo con su sombrero y siguiese su camino, sin intentar entablar ningún tipo de conversación con la dama, ni importunarla de cualquier otro modo.

fb01-paris-3-jun-1906

Que un hombre fumara mientras paseaba por la calle en compañía de una dama estaba considerado una falta de educación. Es más, si el caballero caminaba solo y fumara, si se encontraba a una dama dejaría de fumar de inmediato, aún con el permiso de ella.

Un caballero nunca debía saludar desde una ventana a una dama que paseara por la calle, aunque si el que fuera por calle fuera él y quien saludara fuera la dama, el caballero podía saludar discretamente.

De todos modos, el protocolo recomendaba ni saludar ni responder al saludo, fuera cual fuera el caso, debido a las miradas indiscretas y a los rumores y cotilleos que esa acción podía provocar en una sociedad victoriana tan dada a provocar un escándalo por cualquier nimiedad.

Una dama tendría que evitar andar presurosamente por la calle, ya que este modo de caminar le resta gracia a sus movimientos. Muchos menos debería correr, ya que no sólo puede ser peligroso sino que muestra falta de dignidad.

6ff7ac1506ccd116e505808c45b2c08a

Cuando cruzaba la calle, la dama debería subir ligeramente la falta con su mano derecha, para no tropezar. Levantar el vestido con ambas manos era considerado vulgar y sólo podía excusarse si tuviera que salvar un desnivel, el pavimento estuviese mojado o si hubiera barro.

Caminar por la calle con un vestido que arrastre por la acera es un síntoma de muy mal gusto por parte de la dama que lo usa. Los vestidos para caminar por la ciudad deben ser vestidos cómodos y sencillos.

 Una verdadera dama caminará tranquila, sin fijarse en los demás, ni prestar una atención exagerada a lo que pasa a su alrededor. Tampoco buscará atraer la mirada de otros transeúntes, sobre todo la del sexo opuesto, aunque si deberá responder a las cortesías con un saludo cortés y a los saludos de amigos y familiares con gentil amabilidad.

Mover los brazos mientras se camina, comer por la calle, jugar con la sombrilla balanceándola, abrirse paso a empujones, hablar en voz muy alta, susurrar delante de otras personas o reír a carcajadas eran comportamientos que dejaban en evidencia la educación de cualquier dama.

b1c42a44dbd263c9f8af4744fa962a76

 Fotografías Pinterest y rbkclocalstudies.wordpress.com

Pintoras victorianas ilustres (y casi desconocidas) Gwen John

Gwen John

Self-Portrait 1902 by Gwen John 1876-1939

«She takes down my hair and does it like her own … she has me sit as she does, and I feel the absorption of her personality as I sit» J. Foster, modelo

La pintora de las «mujeres sentadas», como se conoce a esta pintora galesa, tuvo que esperar a su arte fuera reconocido casi 50 años después de su fallecimiento, ya que durante su vida fue eclipsada por su hermano Auguste John, importante representante del post-impresionismo en el Reino Unido.

Hija de un abogado de severo carácter  y de una madre, acuarelista aficionada,  cuya enfermedad hizo que dejara el cuidado de sus tres hijas en manos de sus hermanas, su infancia estuvo marcada por la temprana muerte de su madre y la fervorosa religiosidad de sus tías.

woman-sewing-at-a-window

Desde muy joven mostró especial inclinación por el dibujo y apoyada por su hermano Auguste  decidió a ir a la Slade School of Art, la única escuela de arte en Gran Bretaña que permitía que las mujeres asistiesen a sus clases, aunque siempre separadas de los hombres, tanto en las clases como en cualquier otro espacio de la escuela.

Siempre a la sombra de su hermano, el atractivo y talentoso Auguste, Gwen desarrollaba su talento, e incluso su vida lentamente. Su carrera era un reflejo de su carácter retraído y tímido.

Expone sus obras por primera vez en 1900, en el New English Art Club, pero sus circunstancias personales y su falta de medios económicos la obligan a pasar penurias que cambiarían cuando decide viajar a París.

Con sus útiles de pintura como único equipaje, Gwen llega a París donde consigue trabajo como modelo para pintores y escultores. En uno de sus posados conoció al gran amor de su vida, el escultor Auguste Rodin, con el que vivió una apasionada e intermitente historia de amor durante cerca de 10 años.

A Lady Reading by Gwen John

La angustiosa relación con el pintor, mucho mayor que ella, y que siempre deseó una relación abierta y no tradicional, la condujeron a una crisis espiritual que la llevó a refugiarse en el catolicismo.

La obra de Gwen John es de algún modo el reflejo de su vida: sus 158 pinturas son principalmente mujeres anónimas en actitud serena, casi siempre sentadas con las manos en su regazo, transmitiendo casi una sensación de tristeza, de cierto misterio, de sentimientos encontrados luchando por salir a través de una mirada desafiante.

También pintó paisajes, interiores  y naturalezas muertas.

Además conservamos sus cuadernos de apuntes, donde aparecen sus impresiones sobre la naturaleza, el color y varios bosquejos, entre ellos muchos de gatos, motivo favorito de la pintora.

Eclipsada en su tiempo por la obra y personalidad de su hermano, fue precisamente éste quien predijo que su obra sería mejor entendida por las generaciones futuras que por sus contemporáneos,el punto de que en el futuro él sería conocido como el hermano de Gwen John.

 the-convalescent-1924

Feliz Año Nuevo!!!

El pasado año por estas fechas La Casa Victoriana era sólo un proyecto cargado de ilusión y de futuro incierto. Un blog que nació con el ánimo de divulgar y compartir pequeños retazos de una época, que por razones políticas, literarias, científicas y sociales  siempre me pareció sumamente atrayente.

Mes tras mes, el incremento de vuestras visitas, los mensajes de ánimo y la cálida acogida que ha tenido me animan a continuar un año más, intentando hacer de La Casa Victoriana un lugar de referencia dentro de los blogs dedicados a esta época. Cada post ha tratado de ser riguroso, ameno y visualmente atractivo, e intentaré que el próximo año sean mejores.

Permitidme que dedique, especialmente, este post a queridos amigos que han inspirado con sus comentarios muchos de los post que he publicado: a Laura por sus siempre cariñosos comentarios, a Fina cuyos ánimos y aportaciones no sólo son siempre muy bien recibidos sino que me transmiten un contagioso entusiasmo para seguir adelante, a Esther y Ángeles de  La noche con Esther en Radio Voz, por dejarme compartir este rincón victoriano con sus oyentes, a Ameba, amigo y creador de relatos en Ameba Parlante, y a Bishop, de  La Balsa de la Nostromo compañero bloguero de aventuras ilustradas por el mundo digital.

Y por supuesto, a todos los que estáis suscritos al blog o simplemente me visitáis de vez en cuando para sumergiros en la maravillosa Época Victoriana.

Feliz Año a todos y a todas!!!

 

 

Juguetes Victorianos I

En La Casa Victoriana volvemos con la primera entrega de un post muy navideño. En esta época donde la publicidad nos bombardea con lo último en juguetes, ¿ qué os parece volver al pasado y recordar aquellos juegos y juguetes que hacían felices a los niños del XIX y de principios del XX?

abc
Kate Greenaway

Los juguetes de los niños victorianos eran tremendamente sencillos, tanto en su diseño como en sus materiales pero, al mismo tiempo, increíblemente jugables tanto como para que un niño pudiera divertirse solo, como para poder compartir un mundo de imaginación con otros niños, en casa y en las calles, en los parques y en los patios de las escuelas. Hagamos un recorrido por algunos de los más populares.

La rayuela: la rayuela o mariquitilla, hopscotch en inglés, no era propiamente un juguete pero sí uno de los juegos más populares en la época victoriana, sobre todo entre las niñas. Una de las causas de su gran popularidad es que realmente no hacía falta ningún juguete: una simple piedra o trozo de tiza para dibujar en el suelo de cualquier calle o callejón – que eran menos transitados – una serie de rectángulos unidos y numerados entre sí y una piedra para lanzar. Después la habilidad de cada jugador para lanzar la piedra al rectángulo correcto y recogerlo «a la pata coja» decidían al ganador.

Amazing Blocks

Los bloques eran los juegos preferidos de los niños más jóvenes y cumplían dos funciones: divertir y educar. Habitualmente estos bloques tenían sus cuatro caras decoradas con números, letras del alfabeto o dibujos de animales. Otras veces cada cara del bloque tenía una parte de una ilustración, a modo de rompecabezas o puzzle, y uniendo todos los bloques en el orden correcto se conseguía completar una escena infantil.

Alguno de los juegos de bloques más populares eran:

La Escalera de Jacob: la Jacob´s Ladder era un juego de bloques, que se hizo tremendamente popular alrededor de 1800, estaba formado por varios bloques planos unidos con un cordel. Cuando se cogían correctamente parecía que un bloque iba tumbando a los demás  y con un poco de habilidad se podían formar figuras e incluso formas de animales.

El curioso nombre del juego viene de una historia bíblica: Jacob viajando a través del desierto tuvo un sueño; en él vio cientos de ángeles que subían y bajaban por una escalera que unía el cielo y la tierra. El juego  parecía como si una persona subiera y bajara una escalera, de ahí su nombre.

Nesting blocks: Los bloques anidados (del inglés nest «nido») recibían este nombre porque como matrioskas, cada caja tenía otra en su interior. Sacando todas las cajas anidadas y ordenando las ilustraciones que tenían dibujadas en  sus caras el niño formaba una escena, que habitualmente, en este tipo de juego, era una ilustración a todo color de las diferentes atracciones de un zoo.


Building blocks: eran los típicos bloques de construcción con los que los niños podían hacer divertidas construcciones como torres, puentes o pequeños castillos.

Juguetes para jugar en la calle

Aunque los niños victorianos de clase alta hacían de la nursery su lugar de juegos y de instrucción escolar, en la tardía época victoriana los parques, las calles y los patios de la escuela se llenaban de niños con juegos y juguetes que también han llenado muchas de nuestras horas de juego y recreos.

Kate Greenaway

Canicas: las marbles o canicas eran uno de los juguetes preferidos de los niños, ya que además de jugar daban con ellas, podían ganarlas, perderlas e incluso comerciar con ellas, siendo las piezas más codiciadas las canicas grandes. Los canicas estaban hechas de porcelana, piedra, cerámica o arcilla y estaban decoradas con vivos colores formando remolinos u otros originales diseños. Los niños que no podían permitirse tener estas canicas, las sustituían por nueces o bayas secas.

Cantillos: los cantillos o jackstones eran unos objetos con seis pinchos pequeños; cada jugador tiraba su jack contra los que estaban en el suelo para hacerlos volar, intentando recoger otro jack del suelo mientras atrapa con la misma mano el cantillo volador. A finales de siglo se empleaba una pelota de goma para tirar contra los jackstones.

Peonzas: las peonzas o tops eran uno de los juguetes favoritos de los niños.  Estaban hechas de madera y había diferentes modelos y formas; algunas se lanzaban con una cuerda a la que estaban atadas, otras tenían una clavija. Entre las más populares estaban las peg tops y las humming tops. El juego era muy simple y tenía variantes: unas veces era una batalla entre las dos peonzas que se golpeaban una con la otra; otras consistía simplemente ver que jugador era capaz de conseguir que su peonza girara durante más tiempo.

Kate Greenaway

Aros: los hops o aros estaban hechos de metal o madera. Los niños los guiaban con un palo por las calles o los parques, y los participantes mostraban su pericia conduciéndolos por obstáculos y manteniéndolos en constante giro. Muchas veces los niños utilizaban como hoops los aros que se utilizaban para sujetar las maderas de los barriles. Cuando un barril se rompía los aros desaparecían rápidamente a manos de los niños que veían en ellos resistentes aros de metal, mucho más duraderos que los de madera.

Kids Sailing Toys Sailboat. Louis Abel-Truchet

Ring- around- the-Rosie: es otro de los juegos más populares de los niños victorianos y, creo, que de los niños de todos los tiempos. No es otro que la rueda o el corro, como le llamábamos los niños de mi zona, aunque es posible que reciba otros nombres. El juego de la rueda tenía múltiples variantes y siempre estaba acompañado de una bonita rima o cancioncilla que todavía permanece escondida entre nuestros recuerdos infantiles (a la rueda-rueda de pan y canela…) Algo tan simple, que no necesitaba nada más que un grupo de niños cogidos de la mano cantando, era capaz de llenar de risas y diversión una tarde de juegos.

Jessie Wilcox Smith

Combas: las combas o skipping ropes eran uno de los jueguetes preferidos de los niños victorianos, ya que con un simple trozo de cuerda podían divertirse saltando solos, en parejas o jugando a saltar por turnos con otros niños, mientras dos de ellos movían la cuerda. Habitualmente los juegos de comba se acompañaban de pegadizas canciones infantiles.

Robert Salle

 

Como veis, los juguetes y juegos antiguos no son tan diferentes de muchos a los que jugábamos los niños de mi edad, y ni siquiera tan diferentes a los que juegan los más pequeños de hoy en día. Simplemente las peonzas de madera se han convertido en  peonzas plásticas o metálicas que se lanzan con una tira de plástico en vez de una cuerda y van decoradas con personajes de los dibujos de moda, los aros son están hechos de plástico y las rayuelas son electrónicas…

Pero lo que debe permanecer siempre vivo y no debería cambiar es la capacidad de un niño para que su imaginación pueda hacer que el juego más simple se convierta en todo un universo de fantasía.

Greenaway

Hasta el próximo post sobre juguetes victorianos!