Una tea party victoriana II

“Surely a pretty woman never looks prettier than when making tea.”

Mary Elisabeth Braddon, Lady Audley’s Secret

lcv2Serviermädchen – Emil Brack

La preparación

Como vimos en la entrada anterior, en una tea party todo está preparado hasta el último detalle.

El té se puede preparar en muchos tipos de tetera pero las mejores son de metal, para que retengan el calor durante el máximo de tiempo posible- habitualmente la tetera se colocaba en un soporte bajo el cual se ponía un pequeño hornillo por si era necesario calentar de nuevo el té o preparar más durante la reunión. La tetera debía tener un aspecto impecable: siempre limpia y brillante.

Para preparar el té se ponía en la tetera una cucharada de té y una taza de agua hirviendo por cada una de las invitadas y se dejaba infusionar por un periodo de alrededor de siete minutos.
Era sumamente importante cubrir la tetera para que el vapor no saliese. Para ello se empleaban los tea cozies, o cubreteteras.

En la época victoriana un cosy (o cozy) era una pequeña obra de arte bordada a mano con hilos y cuentas de cristal o de vivos colores, habitualmente representando flores o escenas de la naturaleza. Las telas podían ir desde el lino hasta la seda – aunque en los hogares más humildes se hicieran los cosies calcetados con lana.

Os dejo el enlace a una tienda que vende tea cozies victorianos para que podáis ver en diferentes modelos el maravilloso trabajo de costura, bordado y diseño de estos pequeños complementos de cocina.
http://www.rubylane.com/item/135488-1206tczy4/Superb-Antique-Victorian-Beadwork-Needlepoint-Tea

Sirviendo el té
Será la anfitriona la que personalmente sirva el té, preguntando a sus invitadas cuantas rodajas de limón y cucharadas de azúcar desean. La cortesía obliga a pedir una o dos cucharadas de azúcar solamente, aunque se prefieran más.
Nunca se debe solicitar leche si el té ya tiene limón.

Podía suceder que la anfitriona no tuviera leche para acompañar el té. En ese caso un batido de clara de huevo, mezclado con un poco de mantequilla podría ser un buen sustitutivo.

Tea_Leaves
Como sujetar la taza
Como no podía ser de otro modo, el modo en el que cada invitada sujetara la taza podía indicar al resto de las asistentes cuál era su educación y su clase social.

El modo correcto de sujetar una taza de té sería deslizando el índice por el asa de la taza hasta la primera falange, llevando el pulgar hasta la parte superior de la taza, mientras se sujeta el fondo con el dedo corazón – ver cuadro.

La taza no se elevará a la altura de la nariz para beber sino que se levantará hacia la boca perpendicularmente y se acercará a los labios de modo delicado.
Mientras se está bebiendo, la mirada de la invitada se dirigirá a su propia taza.
Nunca se beberá ni se probará el té con la cuchara.

Si una invitada estaba situada alejada de la mesa, se retirará el plato de la mesa sujetándolo con la otra mano.
Después de revolver azúcar del té, la cuchara debe colocarse en el plato. Nunca se debe beber con la cuchara dentro de la taza.

Mientras se conversa, las tazas deben quedar sobre la mesa. Si se desea más té, se colocará la cuchara en el platillo, pero si la cantidad es suficiente y no se desea ser servida de nuevo, la cucharilla debe mantenerse dentro de la taza hasta el momento de beber.
Evidentemente se evitará sorber el té o revolver el azúcar de manera ruidosa.

lcv3The Tea Room – Mabel Frances Layng

La duración ideal de una tea party.

Una invitación para tomar el té, si no era un encuentro entre amigas íntimas o familia, era un acto claramente social, por lo que la buena educación dictaba que no durara más de aproximadamente 45 minutos, tiempo suficiente para una breve y agradable conversación.

Como dictaba la cortesía victoriana, las invitadas enviarían una breve nota a la anfitriona a lo largo de la semana siguiente, agradeciéndole la invitación y destacando algún aspecto de la reunión.

George Goodwin Kilburne Afternoon TeaAfternoon Tea – George Goodwin Kilburne

Feliz Año Nuevo!!!

El pasado año por estas fechas La Casa Victoriana era sólo un proyecto cargado de ilusión y de futuro incierto. Un blog que nació con el ánimo de divulgar y compartir pequeños retazos de una época, que por razones políticas, literarias, científicas y sociales  siempre me pareció sumamente atrayente.

Mes tras mes, el incremento de vuestras visitas, los mensajes de ánimo y la cálida acogida que ha tenido me animan a continuar un año más, intentando hacer de La Casa Victoriana un lugar de referencia dentro de los blogs dedicados a esta época. Cada post ha tratado de ser riguroso, ameno y visualmente atractivo, e intentaré que el próximo año sean mejores.

Permitidme que dedique, especialmente, este post a queridos amigos que han inspirado con sus comentarios muchos de los post que he publicado: a Laura por sus siempre cariñosos comentarios, a Fina cuyos ánimos y aportaciones no sólo son siempre muy bien recibidos sino que me transmiten un contagioso entusiasmo para seguir adelante, a Esther y Ángeles de  La noche con Esther en Radio Voz, por dejarme compartir este rincón victoriano con sus oyentes, a Ameba, amigo y creador de relatos en Ameba Parlante, y a Bishop, de  La Balsa de la Nostromo compañero bloguero de aventuras ilustradas por el mundo digital.

Y por supuesto, a todos los que estáis suscritos al blog o simplemente me visitáis de vez en cuando para sumergiros en la maravillosa Época Victoriana.

Feliz Año a todos y a todas!!!

 

 

Juguetes Victorianos I

En La Casa Victoriana volvemos con la primera entrega de un post muy navideño. En esta época donde la publicidad nos bombardea con lo último en juguetes, ¿ qué os parece volver al pasado y recordar aquellos juegos y juguetes que hacían felices a los niños del XIX y de principios del XX?

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Kate Greenaway

Los juguetes de los niños victorianos eran tremendamente sencillos, tanto en su diseño como en sus materiales pero, al mismo tiempo, increíblemente jugables tanto como para que un niño pudiera divertirse solo, como para poder compartir un mundo de imaginación con otros niños, en casa y en las calles, en los parques y en los patios de las escuelas. Hagamos un recorrido por algunos de los más populares.

La rayuela: la rayuela o mariquitilla, hopscotch en inglés, no era propiamente un juguete pero sí uno de los juegos más populares en la época victoriana, sobre todo entre las niñas. Una de las causas de su gran popularidad es que realmente no hacía falta ningún juguete: una simple piedra o trozo de tiza para dibujar en el suelo de cualquier calle o callejón – que eran menos transitados – una serie de rectángulos unidos y numerados entre sí y una piedra para lanzar. Después la habilidad de cada jugador para lanzar la piedra al rectángulo correcto y recogerlo «a la pata coja» decidían al ganador.

Amazing Blocks

Los bloques eran los juegos preferidos de los niños más jóvenes y cumplían dos funciones: divertir y educar. Habitualmente estos bloques tenían sus cuatro caras decoradas con números, letras del alfabeto o dibujos de animales. Otras veces cada cara del bloque tenía una parte de una ilustración, a modo de rompecabezas o puzzle, y uniendo todos los bloques en el orden correcto se conseguía completar una escena infantil.

Alguno de los juegos de bloques más populares eran:

La Escalera de Jacob: la Jacob´s Ladder era un juego de bloques, que se hizo tremendamente popular alrededor de 1800, estaba formado por varios bloques planos unidos con un cordel. Cuando se cogían correctamente parecía que un bloque iba tumbando a los demás  y con un poco de habilidad se podían formar figuras e incluso formas de animales.

El curioso nombre del juego viene de una historia bíblica: Jacob viajando a través del desierto tuvo un sueño; en él vio cientos de ángeles que subían y bajaban por una escalera que unía el cielo y la tierra. El juego  parecía como si una persona subiera y bajara una escalera, de ahí su nombre.

Nesting blocks: Los bloques anidados (del inglés nest «nido») recibían este nombre porque como matrioskas, cada caja tenía otra en su interior. Sacando todas las cajas anidadas y ordenando las ilustraciones que tenían dibujadas en  sus caras el niño formaba una escena, que habitualmente, en este tipo de juego, era una ilustración a todo color de las diferentes atracciones de un zoo.


Building blocks: eran los típicos bloques de construcción con los que los niños podían hacer divertidas construcciones como torres, puentes o pequeños castillos.

Juguetes para jugar en la calle

Aunque los niños victorianos de clase alta hacían de la nursery su lugar de juegos y de instrucción escolar, en la tardía época victoriana los parques, las calles y los patios de la escuela se llenaban de niños con juegos y juguetes que también han llenado muchas de nuestras horas de juego y recreos.

Kate Greenaway

Canicas: las marbles o canicas eran uno de los juguetes preferidos de los niños, ya que además de jugar daban con ellas, podían ganarlas, perderlas e incluso comerciar con ellas, siendo las piezas más codiciadas las canicas grandes. Los canicas estaban hechas de porcelana, piedra, cerámica o arcilla y estaban decoradas con vivos colores formando remolinos u otros originales diseños. Los niños que no podían permitirse tener estas canicas, las sustituían por nueces o bayas secas.

Cantillos: los cantillos o jackstones eran unos objetos con seis pinchos pequeños; cada jugador tiraba su jack contra los que estaban en el suelo para hacerlos volar, intentando recoger otro jack del suelo mientras atrapa con la misma mano el cantillo volador. A finales de siglo se empleaba una pelota de goma para tirar contra los jackstones.

Peonzas: las peonzas o tops eran uno de los juguetes favoritos de los niños.  Estaban hechas de madera y había diferentes modelos y formas; algunas se lanzaban con una cuerda a la que estaban atadas, otras tenían una clavija. Entre las más populares estaban las peg tops y las humming tops. El juego era muy simple y tenía variantes: unas veces era una batalla entre las dos peonzas que se golpeaban una con la otra; otras consistía simplemente ver que jugador era capaz de conseguir que su peonza girara durante más tiempo.

Kate Greenaway

Aros: los hops o aros estaban hechos de metal o madera. Los niños los guiaban con un palo por las calles o los parques, y los participantes mostraban su pericia conduciéndolos por obstáculos y manteniéndolos en constante giro. Muchas veces los niños utilizaban como hoops los aros que se utilizaban para sujetar las maderas de los barriles. Cuando un barril se rompía los aros desaparecían rápidamente a manos de los niños que veían en ellos resistentes aros de metal, mucho más duraderos que los de madera.

Kids Sailing Toys Sailboat. Louis Abel-Truchet

Ring- around- the-Rosie: es otro de los juegos más populares de los niños victorianos y, creo, que de los niños de todos los tiempos. No es otro que la rueda o el corro, como le llamábamos los niños de mi zona, aunque es posible que reciba otros nombres. El juego de la rueda tenía múltiples variantes y siempre estaba acompañado de una bonita rima o cancioncilla que todavía permanece escondida entre nuestros recuerdos infantiles (a la rueda-rueda de pan y canela…) Algo tan simple, que no necesitaba nada más que un grupo de niños cogidos de la mano cantando, era capaz de llenar de risas y diversión una tarde de juegos.

Jessie Wilcox Smith

Combas: las combas o skipping ropes eran uno de los jueguetes preferidos de los niños victorianos, ya que con un simple trozo de cuerda podían divertirse saltando solos, en parejas o jugando a saltar por turnos con otros niños, mientras dos de ellos movían la cuerda. Habitualmente los juegos de comba se acompañaban de pegadizas canciones infantiles.

Robert Salle

 

Como veis, los juguetes y juegos antiguos no son tan diferentes de muchos a los que jugábamos los niños de mi edad, y ni siquiera tan diferentes a los que juegan los más pequeños de hoy en día. Simplemente las peonzas de madera se han convertido en  peonzas plásticas o metálicas que se lanzan con una tira de plástico en vez de una cuerda y van decoradas con personajes de los dibujos de moda, los aros son están hechos de plástico y las rayuelas son electrónicas…

Pero lo que debe permanecer siempre vivo y no debería cambiar es la capacidad de un niño para que su imaginación pueda hacer que el juego más simple se convierta en todo un universo de fantasía.

Greenaway

Hasta el próximo post sobre juguetes victorianos!