April Fools, el día de los inocentes

The first of April, some do say, 
Is set apart for All Fools' Day.
But why the people call it so, 
Nor I, nor they themselves, do know.
But on this day are people sent
on purpose for pure merriment. 

Poor Robin's Almanac (1760)

El 1 de Abril en los países de tradición británica se celebra el April Fools. Este día se gastan bromas más o menos pesadas y, con algunas diferencias, sería el equivalente a nuestro día de los Santos Inocentes, del 28 de diciembre. No hay un origen claro de la fecha pero sí algunas teorías. 

Algunos historiadores creen que el April Fools se remonta a la época de los romanos que rememoraban la leyenda griega del rapto de Perséfone, adaptada a los dioses romanos. Según esta leyenda, Proserpina, nombre romano para Perséfone, hija de Júpiter y Ceres, fue raptada por Plutón, quien la llevó al inframundo. Su madre salió a buscarla con desesperación y, aunque escuchaba sus gritos, no lograba encontrarla. Toda la primavera estuvo vagando por los campos tras los lamentos de su hija, a la que no puedo encontrar mientras Plutón la observaba burlándose de su dolor. La triste madre se convertía en “la loca errante” de la primavera. 

Otra teoría tiene como origen la tradición griega y romana de Hilaria. En esta fiesta se celebraba la alegría de Cibeles y la resurrección de Atis, su amante castrado (en otras versiones era la resurrección de su hijo). La celebración, comenzaba en marzo con la llegada de la primavera y terminaba el 1 de abril, después de días de fiesta, comida, bebidas y bromas.

Una creencia de su origen nos traslada a Francia después de la adopción del calendario gregoriano por parte de Carlos IX, en 1564, que cambió el año nuevo del 1 de abril al 1 de enero. Como no todos los ciudadanos se habían enterado de que el rey había cambiado el calendario, muchos de ellos seguían celebrando y felicitando el año nuevo en la antigua fecha como si nada hubiera cambiado por lo que fueron llamados los “tontos de abril”. Para burlarse de ellos se les colocaba disimuladamente un pez de papel en la espalda, que simbolizaba su candidez, como si fueran peces fáciles de pescar. Esta es la razón por la cual en muchas tarjetas e lustraciones victorianas aparece un pez como símbolo de esta fecha.

En el siglo XVIII, el April Fools llegó a Gran Bretaña para convertirse en uno de los días más gamberros del año. Las primeras celebraciones fueron en Escocia donde se celebraban el Hunting the Gowk, o caza del cuco (como sinónimo e inocente) y el Tailie Day (Día del rabo), en el que a los inocentes se le ponían colas falsas y carteles con el lema “patéame”. 

El resto del país acogió la tradición de un día dedicado a las bromas con los brazos abiertos, celebrándose durante todo el siglo XIX hasta nuestros días. Tal es el éxito de este día que hasta la seria BBC anuncia, cada año, una noticia tan falsa como divertida.

Día de la mujer, mujeres diferentes

Este año para celebrar el día de la mujer traemos a algunas mujeres de ámbitos diferentes. Astrónomas, científicas, periodistas viajeras , actrices y hasta una de las mayores «influencers» de la época.

Las dos «Marys» o como ser una científica respetada en la época victoriana.

Mary Anning y Mary Buckland, ambas británicas, paleontólogas y científicas en una época en la que las mujeres no participaban en ciencia, y si alguna lo hacía difícilmente era respetada.

Pero, Mary Anning (1799-1847) fue reconocida por los numerosos hallazgos de importancia que realizó en los lechos marinos del período Jurásico en Lyme Regis, donde vivía. Además, fue comerciante de fósiles.

Y, Mary Buckland, nacida un par de años antes que Anning, fue conservadora paleontóloga en Oxford; hizo incursiones en el mundo de la geología y la biología. También destacó como ilustradora científica. Sus últimos trabajos fueron estudios sobre el mundo marino.

Astrónomas victorianas

A raíz de la publicación de los nuevos descubrimientos astronómicos, no estaría mal recordar a aquellas mujeres victorianas que se atrevieron a destacar en un mundo tan vetado a la mujer en el siglo XIX, como era la ciencia, y más concretamente la astronomía.

Una de ellas fue Agnes Mary Clerke, astrónoma británica, que entró en contacto con este campo durante su estancia en Florencia, a donde tuvo que mudarse por motivos de salud.

Su obra A Popular History of Astronomy during the Nineteenth Century, tuvo gran reconocimiento en su época y fue galardonada con varios premios.

Otra mujer destacada en el campo matemático, científico y de la astronomía fue Mary Fairfax Greig Somerville, escocesa autodidacta cuya obra contó con el reconocimiento de sus colegas masculinos de la época, que le permitieron ser socia de honor de la Royal Astronomical Society, ya que las mujeres no podían pertenecer a la institución como miembros de derecho.

Amelia Edwards, porque Nellie Bly no estaba sola

Amelia Ann Blandford Edwards fue una novelista, periodista, viajera y egiptóloga británica.

Desde muy joven demostró un sobresaliente talento para la poesía y la novela, publicando varios de sus escritos a través de periódicos y revistas y alcanzando el éxito con novelas como Barbara’s History, y sobre todo con Lord Buckenbury, de la que se llegaron a hacer 15 reediciones. De espíritu inquieto, decidió viajar a Egipto en compañía de unos amigos, quedando inmediatamente fascinada por el pueblo y la cultura egipcia.

Sus viajes a Egipto los documentó en su libro A Thousand Miles Up the Nile, un masivo éxito de ventas, con el que comenzó una concienciación social por la protección de los tesoros y monumentos egipcios y la reivindicación de un turismo responsable y respetuoso con las culturas que visitaba.

Catherine Louisa Pirkis, la creadora de la intrépida Loveday Brooke

La escritora británica Catherine Louisa Pirkis fue la creadora de una de las Lady Detectives, denominación para las féminas que se dedicaban a la investigación privada, más famosas del siglo XIX. Su creación de Loveday Brooke hizo las delicias de los lectores aficionados a las novelas e misterio, en las que una dama se las ingeniaba para desenredar las tramas más complicadas de un crimen, exonerar a los inocentes falsamente acusados por la policía y llevar a la justicia a los culpables.

Loveday Brooke, mujer independiente y adelantada a su tiempo debía enfrentar las reticencias de la policía y sus colegas masculinos, pero utilizando sus propios métodos como un agudo sentido de la observación y la escucha activa de todo lo que pudiera decir cualquiera persona que tuviera relación con la trama siempre llegaba a una correcta conclusión final.

Catherine Louisa Pirkis publicó siete historias cortas con la detective Brooke como protagonista en el Ludgate Magazine en 1894 siendo considerada una de las precursoras de la novela detectivesca femenina.

Como curiosidad comentar que la escritora trabajó activamente a favor de los animales abandonados, siendo, con su marido, los fundadores de la National Canine Defense League en 1891.

Kate Chase,  la dama que controlaba Washington vestida con crinolina

Kate fue una de las mujeres más bellas,  elegantes e influyentes de Washington,  y como destacó el National Tribune no sólo a nivel social sino incluso a nivel político y militar,  lo cual es sorprendente para una dama en aquella época,  ya que la opinión de las mujeres más allá de la moda o de los asuntos domésticos era apenas tenida en cuenta. 

Su éxito social le creo la enemistad de Mary Todd Lincoln que veía con envidia como la joven le hacia sombra. Mary era tremendamente coqueta,  le gustaba destacar con los trajes más ostentosos pero carecía de habilidades sociales y del encanto de la joven Kate. 

Su animadversión por ella llegó al punto de prohibir a su marido bailar o incluso hablar con Kate. 

El día en que Kate lució su icónico vestido,  en 1850, no pudo evitar que todas las miradas se posaran en ella,  ya que tanto el color como el corte la convirtieron en la dama más bella de Washington.  El vestido aparece muchas veces en la red etiquetado erróneamente como perteneciente a Mary Todd Lincoln,  quizás porque en diferentes exposiciones del Museo de Illinois dedicadas al presidente estadounidense y su familia se exhibe este traje, pero realmente este vestido perteneció a la hija del secretario del tesoro del Presidente: Salmón P.  Chase,  la bella Kate Chase. 

Los últimos años de su vida fueron infelices y muy diferentes de sus días de éxito y brillo social: su marido perdió su fortuna,  se divorciaron y ella se retiró a su lugar natal, Edgewood,  donde pudo conservar su hogar gracias a los buenos amigos que todavía conservaba en Washington.  

El suicidio de su hijo fue demasiado para el triste corazón de Kate que falleció un año después, en 1899, a la edad de 58 años. 

Jeanne d’Alcy, la actriz atrevida conocida como «la esposa del director»

Charlotte Lucie Marie Adèle Stéphanie Adrienne Faës, más conocida como Jeanne d’Alcy, fue la esposa de Georges Méliès, además de la principal actriz de sus películas. 

Estuvo casada con Méliès desde 1926 hasta la muerte del director en 1938.

Una de sus principales películas fue Cleopatra, que le deparó gran popularidad, más que por la película en sí, por su vestuario, o en este caso por su falta de vestuario, ya que los «outfits» de Cleopatra se consideraron atrevidísimos para la época ( y la verdad es que lo eran).

¡Feliz 8 de marzo!

San Valentín: curiosidades victorianas

Un nuevo año celebramos un San Valentín victoriano con un post lleno de curiosidades sobre el amor romántico, la simbología y las decisiones llenas de significado con las que la sociedad victoriana vivía cada ocasión especial.

Escogiendo el mejor Tussie Mussie para San Valentín

Blumenstillleben in Blauem Überfangglas by Andreas Lach

Los Tussie Mussie eran pequeños ramos de flores muy populares entre los victorianos, compuestos por diferentes tipos de flores. Estos ramos eran pequeñas composiciones, casi artísticas, en las que se combinaban el tamaño, el color y el significado de cada flor, e incluso alguna fruta, dando como resultado una preciosa explosión de colores y perfumes.

El ramillete estaba lleno de significado, no solo por las flores elegidas sino por su color, convirtiéndose en toda una declaración de intenciones ya que, como hemos comentado en muchas ocasiones, los victorianos daban a cada flor un significado diferente. Un ramo perfecto y lleno de significado para ser regalado el día de San Valentín estaría confeccionado por:

  • Tulipanes rojos simbolizando la declaración del amor.
  • Madreselva que subrayaba el vínculo amoroso.
  • Artemisa para recordarle a la dama que estaba siempre en el pensamiento de su amado.
  • Claveles rojos como representación de la fascinación, la pasión y el amor verdadero.
  • Espuela de caballero, emblema de la profunda devoción.

Cómo saber la edad de una dama

A Room With A View by Julius LeBlanc Stewart

En las épocas victoriana y eduardiana, a las señoritas en edad casadera no les gustaba decir su edad, sobre todo si consideraban que habían superado esos años en los que se les podía considerar demasiado mayores para no haber tenido proposiciones anteriores. En estos casos se debía actuar con mucha delicadeza y para ello el Marshall’s Illustrated Almanac de 1908 propone un pequeño juego que os invito a hacer.

Pídele a la dama que escriba el número del mes en el que nació; después multiplicamos ese número por 2, luego sumamos 5, multiplicamos por 50 y al número resultante se le suma la edad de la dama. Después al número que hemos obtenido le restamos 365 y le sumamos 115.

Acto seguido le pedimos que nos diga el número resultante: los dos números a la derecha de la cifra nos dirán la edad de la dama y el número o números de la izquierda su mes de nacimiento

.Por ejemplo si la cantidad de 1.026 indica que la dama tiene 26 años y que nació en octubre.

Ya veis que rodeos se empleaban para averiguar la edad de las jóvenes, pero la cuestión principal era no incomodar a ninguna dama preguntándole directamente su edad.

Posibilidades de que una dama se casara según su edad

Elegante au Sofa by Julius LeBlanc Stewart

A medida que una joven cumplía años, las posibilidades de contraer matrimonio iban disminuyendo. Recordemos que las jóvenes victorianas solo aseguraban su futuro a través del matrimonio, ya que cualquier herencia o posesión de la familia pasaba sin remedio a los varones de la casa.

Si no conseguían casarse, una renta y sobrevivir gracias a la amabilidad de sus hermanos era su triste destino. Tal era la obsesión de los padres victorianos por conseguir un matrimonio provechoso para sus hijas, y de las jóvenes de procurarse un marido que en las revistas de la época se publicaban estadísticas sobre las posibilidades de una dama de casarse según su edad. Una de estas estadísticas calculaba que las posibilidades eran:

  • 1% para las damas de entre 50 y 56 años.
  • 2% para las damas de entre 45 y 50 años.
  • 3% para las damas de entre 40 y 45 años.
  • 4% para las damas de entre 35 y 40 años.
  • 15% para las damas de entre 30 y 35 años.
  • 18% para las damas de entre 25 y 30 años.
  • 52% para las damas de entre 20 y 25 años.
  • 14% para las damas de entre 15 y 20 años.

El día más conveniente para celebrar un matrimonio

Girl With A Rose by Gustave-Leonard de Jonghe

Elegir el día y mes de la unión de una pareja no era una tarea fácil si los novios deseaban que la fecha estuviera libre de malos augurios y todo saliese a la perfección. El novio dejaba esta responsabilidad en el buen criterio de la novia, que se afanaba, en compañía de su madre, hermanas y amigas más íntimas en analizar los pros y contras de la fecha más conveniente para su enlace.

A no ser que no hubiese otras posibilidades, los viernes y los días 13 de cada mes eran inmediatamente descartados, pues la mala suerte se asociaba con ambos. De acuerdo con los consejos del manual 1900 Twentieth Century Etiquette, una novia precavida evitaría los meses con demasiado frío o demasiado calor, descartando los meses de invierno o verano, pero también mayo, ya que según la tradición romana era el mes de los malos espíritus, y por lo tanto un mes nefasto para celebrar una boda.

Lo más adecuado sería una boda en junio, para tener una boda engalanada con el perfume y la belleza de las rosas, o bien octubre donde la paleta de colores del otoño serían el escenario ideal para el enlace.

En cuanto a la hora, la más rígida tradición británica tenía su regla no escrita de que una boda debía celebrarse a las doce en punto de la mañana. En Estados Unidos esta norma fue relajándose considerando apropiada cualquier hora entre las diez y media de la mañana y las nueve de la noche.

Las despedidas de solteros

Tanto el novio como la novia celebraban, por separado, su despedida de solteros.

Afternoon Tea by Alexander Rossi

La novia celebraba en su hogar un almuerzo con las mujeres de la familia y sus amigas más cercanas. En esta reunión informal los buenos deseos y la superstición se entremezclaban para crear un ambiente alegre y misterioso. En algunas reuniones se leían los posos del té, se echaban las cartas y se invocaban todos los augurios para intentar vislumbrar no solo el futuro de la nueva pareja sino el de todas las damas que participaban de una u otra manera en el enlace. El objetivo era pasar una tarde distendida en buena compañía y transmitir a la futura novia felicidad y confianza en la nueva vida que estaba a punto de comenzar.

Uno de los juegos más recurrentes consistía en cortar un pastel en el que, previamente, se habían introducido diferentes objetos. El pastel se cortaba en tantas porciones como invitadas asistían; dependiendo del objeto encontrado así sería el futuro de la joven. Si la dama no encontraba objeto alguno en su porción el destino le sugería paciencia hasta la llegada de una buena nueva en su vida. Los objetos más habituales que se podían encontrar eran:

  • Anillo como símbolo del matrimonio.
  • Botón de ancla que simbolizaba la esperanza y la estabilidad.
  • Dedal como signo de un romance incipiente.
  • Corazón de plata como augurio de amor y alegría.
  • Herradura que traía la buena suerte.
  • Moneda para prometer un compromiso.
  • Cruz, emblema de la protección frente a los espíritus adversos.

Durante el almuerzo se entregaban a las jóvenes elegidas como damas de honor diferentes complementos para que llevasen durante la ceremonia y luciesen todas similares.

The Dinner Party by Ferencz Paczka

El novio se reunía con sus amigos en una cena en un hotel, un restaurante o en el club de caballeros, a diferencia de la despedida de la novia que organizaba el almuerzo en su hogar. Esta cena se celebraba dos o tres noches antes del enlace y además del padrino y los amigos más cercanos también se invitaba a los colegas de trabajo y compañeros del ejército con los que se mantenía relación de cercanía.

Durante la cena los asistentes comían y bebían recordando anécdotas comunes y bromeando sobre las nuevas responsabilidades del futuro esposo. También se brindaba por el futuro matrimonio. Al igual que la novia, el novio repartía obsequios como alfileres de corbata y otros complementos como flores de solapa para que los invitados usasen durante la ceremonia.

Una de las tradiciones era que la mesa en la que se celebraba la cena estuviese presidida por un gran ramo de rosas. Una tarjeta era entregada a los invitados para que cada uno de ellos escribiera un mensaje a la novia más o menos humorístico y caballeroso, dependiendo de la delicadeza del escribiente y de las copas de alcohol que hubiera bebido. Posteriormente, el ramo y la tarjeta se entregaban en el domicilio de la futura esposa.

Spring Flowers in-the Conservatory by Julius Leblanc Stewart

Los regalos y complementos que los novios regalaban a las damas de honor y los mejores amigos eran abundantes y escogidos con mimo por los contrayentes. Para las damas se escogían bonitos abanicos, libros de oraciones, anillos, brazaletes y pañuelos bordados. A los caballeros se les obsequiaba con alfileres de corbata, espuelas, gemelos y bastones. La novia era la encargada de entregar los ramos de flores que llevarían las damas de honor y las flores para los ojales de las levitas de los caballeros.

Con esta recopilación de curiosidades desde La Casa Victoriana os deseamos un Feliz Día de San Valentín lleno de amor romántico, filial, de amistad y, en definitiva, de amor y cariño con aquellos con quienes deseéis compartirlo.

Calendario victoriano 2023: la correspondencia epistolar victoriana

Una carta siempre me transmite la inmortalidad, porque es la mente sola sin amigo corpóreo.

Emily Dickinson

La Casa Victoriana quiere obsequiar a sus seguidores y amigos con su calendario anual gratuito que podéis descargar pinchando en cada una de las imágenes. Este año el almanaque está dedicado a la correspondencia epistolar y cada mes aparece ilustrado por los más bellos cuadros de pintores decimonónicos.

En estos tiempos de lo inmediato, de los servicios de mensajería y de los mensajes reenviados La Casa Victoriana quiere reivindicar algo supuestamente tan anticuado como las cartas y las postales como muestra de la acción de pararse a escribir y expresar en unas líneas esa muestra de cariño, admiración, condolencia o respeto que sentimos por el destinatario, la misiva personalizada y dedicada a esa persona y a ninguna más.

Pocos campos de la escritura ofrecen una intimidad entre escritor y lector tan grande como el de la correspondencia epistolar. Aunque la distancia, la ausencia y las circunstancias pueden separar amistades y afectos, el poder de intercambiar pensamientos, palabras, sentimientos y sensaciones a través de una carta, añade una cierta delicadeza al dolor de la separación proporcionando una íntima felicidad.

En los manuales victorianos de cortesía como The Ladies’ Book of Etiquette and Manual of Politeness se daban las instrucciones precisas para escribir una carta que fuera lo bastante larga para despertar el interés, pero no para cansar al destinatario, lo suficientemente breve para mantener la atención, y no resultar tediosa, y, sin embargo, profusa en detalles para proporcionar satisfacción al lector.

Además una carta debe estar correctamente puntuada, con construcciones gramaticales adecuadas, escrita con letra clara y legible, con la fecha, la dirección, la firma, todo en el lugar conveniente y, por supuesto, sin faltas de ortografía.

Una carta personal nunca debe estar escrita a máquina – ni con cualquier otro dispositivo si trasladamos las recomendaciones sobre correspondencia a los tiempos actuales – sino tiene que ser manuscrita. La pulcritud es un requisito importante en una carta. Se deben evitar los borrones, ya que estropean la belleza de la carta. Una misiva limpia, escrita de forma clara y legible, contribuirá en gran medida a transmitir en el receptor una imagen favorable del escritor.

Nunca se escribirá, ni siquiera la nota más corta, con lápiz. Parece descuidado y es descortés.

Otro requisito para una buena carta es un estilo claro y conciso. La sencillez es parte del encanto de la escritura de cartas. Lo que se redacta en una carta está destinado a ser leído solo por el remitente. Por lo tanto, llenar su contenido de citas, lenguaje florido y una estilística rebuscada es pedante y de mal gusto. El lenguaje puede ser elegante, pero natural. De todos modos, el estilo, depende del tema de la carta y de la persona a la que se dirige.

Nunca se debe escribir en media hoja de papel. El papel de carta no es demasiado, y escribir en una media hoja parece no solo cicatero sino descuidado. Aunque la carta sea breve envía igualmente la hoja entera. Se incurrirá en una gran falta de cortesía si se responde a una carta utilizando la misma hoja de la carta enviada por el remitente, aunque haya espacio para ello.

El papel totalmente liso, grueso, suave y blanco es el más elegante. El papel con bordes dorados o de fantasía; se considera vulgar y es de mal gusto. Si se quiere personalizar el papel se pueden estampar las iniciales del escritor en la parte superior de la hoja y en el sello del sobre, pero se deben evitar los adornos extravagantes en las esquinas ni en la parte posterior del sobre. Cuando el remitente esté de luto, se utiliza papel y sobres con el borde negro.

Se deben evitar las posdatas. Sobre todo, nunca se envía una pregunta o un cumplido en una posdata.Se intentará incluir cualquier comentario personal o sobre los conocidos o familiares en común dentro del cuerpo de la carta y no en la posdata. Hacerlo en la posdata así puede resultar descortés y denotar poco interés sincero en tus comentarios. Todas las cartas deben ser firmadas por el remitente.

Las personas que han recibido una buena educación, y que escriben con frecuencia, al redactar cartas, comienzan con la tercera persona y luego utilizan la segunda o primera finalizando con su firma. Si se comienza a escribir usando la tercera persona debe continuarse con el mismo estilo. Este estilo de escritura puede llevar a la confusión a causa de los pronombres, pero es un protocolo de correspondencia muy usado y apropiado para la mayor parte de las ocasiones, por ejemplo, cuando no hay excesiva intimidad entre remitente y destinatario esta forma es elegante y apropiada.

Si una persona recibe una misiva escrita en tercera persona debe contestar en la misma forma, pero nunca se responde así a una carta más familiar, ya que es ofensivo hacerlo así.

La cortesía y la amabilidad exigen que cada carta que se reciba sea contestada. La respuesta no debe demorarse y tiene que mencionarse la fecha de la carta a la que hace referencia la conversación. No se responderá nunca a una carta por poder, cuando pueda escribirlo uno mismo. Es una señal de respeto responder personalmente todas las cartas dirigidas a ti.

Si se escribe una carta a un caballero esta debe tener un lenguaje ceremonioso. Si no hay una relación de confianza con el caballero en cuestión, se redactará en tercera persona. Si es una carta de negocios, debe sonar respetuosa, pero no servil. De todos modos, se recomienda evitar la correspondencia con los caballeros, sobre todo cuando se es joven, ya que se pueden crear malos entendidos.

Si un caballero solicita la correspondencia de una dama bajo términos únicamente de amistad, esta debería pedir el permiso y aprobación de sus padres o esposo. De todos modos, es aconsejable aunque la relación de confianza admita un estilo cercano y amistoso, que ambos sean precavidos en cuanto a la temática y expresiones de dichas cartas para no causar sonrojo ni a las familias ni a ninguno de los directamente implicados si fueran hechas públicas.

Del mismo modo se debe evitar cualquier intercambio de información delicada. Si el caballero comienza a pedirle a la dama que guarde secreto sobre algún suceso que haya descrito, por cautela ese es el momento de dar por finalizada la correspondencia. Si la carta es de temática amorosa y la remitente es una dama debía ser especialmente prudente en cuanto a su contenido, especialmente si la dama está casada o no está formalmente comprometida.

Sobre el contenido de la carta hay que tener cuidado de que todos los hechos se ajusten exactamente a la verdad. Recuerda que cada palabra escrita puede ser usada en contra, si alguna parte de la información resulta ser falsa; y no hay que permitir que la opinión personal o los prejuicios dicten una sola frase de las que se escriban.

No se debe repetir nunca nada obtenido de meras habladurías o cotilleos; tampoco en una carta se debe de no violar ninguna confianza de alguien que nos ha confiado un secreto ni de entrometerte en los asuntos privados de otras personas. Si lo que debemos comunicar es un hecho doloroso, debe ser expuesto con la mayor delicadeza posible y añadir unas líneas que expresen las condolencias pertinentes. Si, por el contrario, se escribe sobre un acontecimiento alegre, intenta que tu carta sea animada y divertida.

Cuadros:

Enero: La carta de amor pintado por Raimundo de Madrazo y Garreta

Febrero: Alix de Montmorency, Duchesse de Talleyrand pintado por Henri-François Riesener.

Marzo: Letterwriter pintado por Johanne Mathilde Dietrichson.

Abril: Woman writing pintado por Hendrick Jacobus Scholten.

Mayo: Young Woman Writing pintado por Auguste de la Brely.

Junio: The Love Letter pintado por Francois Martin Kayel.

Julio: The Letter pintado por Edmund Blair Leighton.

Agosto: Penning A Letter pintado por George Goodwin Kilburne.

Septiembre: The Love Letter pintado por Nina Hardy.

Octubre: The Love Letter pintado por Pio Ricci.

Noviembre: Lady Writing A Letter pintado por Albert_Edelfelt.

Diciembre: The Letter pintado por Albert Lynch.

Curiosidades navideñas del siglo XIX

Sí, Virginia, Santa Claus existe

virginia 

En 1897, la pequeña Virginia O’Hanlon de 8 años escribió al periódico New York Sun, a instancias de su padre, para preguntar en la sección de Preguntas y Respuestas sobre la existencia de Santa Claus. Virginia comenzó a dudar cuando sus amigos le dijeron que Santa no era real. La primera persona a la que expresó sus dudas fue a su padre, esperando una respuesta lo suficientemente argumentada que pudiera convencerla de creer o no. Pero Philip O’Hanlon, médico forense de profesión no supo que contestar a su hija, por lo que animó a Virginia a escribir al periódico local para que fueran los responsables de la sección los que se encargaran de dar tan difícil respuesta.

Fue Francis Pharcellus Church, hermano del dueño del periódico y redactor de contenidos, quien se encargó de contestar, de forma anónima, a Virginia con una carta que ha pasado a la historia de las tradiciones navideñas por su justificación de la figura de Santa Claus identificándola no solo con el personaje encargado de traer los regalos de Navidad sino como la encarnación de la ilusión, la esperanza y los buenos deseos.

A continuación, podéis una traducción de la carta de Virginia y la magnífica contestación de Church con la frase que ya ha pasado a la historia: “Sí, Virginia, Santa Claus existe”.

Carta de Virginia:

«Querido Editor,

Tengo 8 años. Algunos de mis amigos dicen que Santa Claus no existe. Mi Padre dice que «si lo dice The Sun, entonces existe». Por favor, dígame la verdad, ¿existe Santa Claus?

Virginia O’Hanlon115 Oeste, Calle 95».

 

La contestación de Church:

 

«Virginia,

Tus pequeños amigos se equivocan. El escepticismo de los nuevos tiempos les afecta. Tan sólo creen en aquello que ven. Piensan que nada que no sea comprensible para sus minúsculas mentes puede ser ni existir. Y todas las mentes, Virginia, ya sean de adultos o de niños, son minúsculas. En este gran universo nuestro, el ser humano solo es un mero insecto, con apenas el cerebro de una hormiga, en comparación con el inmenso mundo que lo rodea, si es que fuera posible imaginar una inteligencia que pudiese absorber toda la verdad y el conocimiento.

Sí, Virginia, Santa Claus existe. Existe como existe el amor, la generosidad o el esfuerzo que, como tú bien sabes, abundan en todas partes y llenan tu vida de felicidad y belleza. ¡Qué triste sería el mundo si no existiera Santa Claus! Sería tan triste como si no existieran otras Virginias como tú. Si no existiera, tampoco existiría la inocente fe de un niño, ni la poesía, ni el romanticismo, que tan tolerable hacen nuestra existencia. No habría alegría más allá de lo que nuestros sentidos pueden percibir, y la luz eterna con la que la infancia ilumina el mundo se apagaría.

¿Cómo es posible no creer en Santa Claus? ¡Sería como no creer en las hadas! Tu padre podría encargar a muchas personas la vigilancia de todas las chimeneas en Nochebuena para intentar descubrir a Santa Claus, pero incluso si ellas no vieran a Santa Claus bajar por ellas, ¿qué probaría eso? Nadie ha visto nunca a Santa Claus, pero eso no significa que no exista. Las cosas más reales de este mundo son aquellas que ni los adultos ni los niños pueden ver. ¿Has visto alguna vez a las hadas bailar sobre la hierba? Estoy seguro de que no, pero eso no prueba que no lo hagan. Nadie puede llegar a imaginar todas las maravillas desconocidas que no podemos ver, de este mundo.

Si haces pedazos el sonajero de un niño puedes llegar a ver lo que provoca que suene, pero hay un velo que oculta el mundo invisible, que ni los hombres más fuertes, ni la fuerza conjunta de todos los hombres más fuertes que jamás hayan vivido, podría levantar. Tan sólo la fe, la fantasía, la poesía, el amor, el romanticismo, pueden descorrer esa cortina y descubrir la gloria y la belleza sobrenatural que oculta tras de sí. ¿Es todo ello real? ¡Ah, Virginia!, no hay nada en este mundo más real y permanente.

¿Que no existe Santa Claus? ¡Por Dios! Existe y existirá siempre. Te aseguro Virginia que, dentro de mil años, o mejor, dentro de diez veces diez mil años seguirá alegrando el corazón de la infancia.

El Editor

¿Quién dio nombre a los renos de Santa Claus en el poema La noche antes de Navidad?

renos

Y él silbó, y gritó, y los llamó por su nombre;
«¡Ahora, Dasher! ¡Ahora, Dancer! ¡Ahora, Prancer y Vixen!
¡Venga, Cometa! ¡Venga, Cupido! ¡Adelante, Donder y Blitzen!
¡Por arriba del porche! ¡A lo alto del muro!
¡Ahora, corred! ¡Salid corriendo! ¡Salid corriendo todos!»

Durante décadas la controversia ha acompañado al poema La noche antes de Navidad y a su autoría real. Originalmente titulado como Account of a Visit from St. Nicholas, fue publicado anónimamente en el Troy Sentinel, un periódico de Troy, Nueva York, el 23 de diciembre de 1823. Posteriormente, el editor del periódico Charles Fenno Hoffman atribuyó la autoría a Clement Clarke Moore escritor y profesor de literatura.

Pero la familia del Mayor Henry Livingston Jr, veterano de la Guerra de la Independencia estadounidense fallecido en 1828, pronto reclamó la autoría del poema como una creación de su padre. Sus descendientes aseguraban que el Mayor escribió ese poema como un regalo navideño para sus hijos e incluso escribieron relatos de como su padre les recitaba el poema en 1808, 15 años antes de su publicación en el Troy Sentinel. La familia dijo que tanto gustó el poema que incluso una institutriz les pidió una copia y sostenían que esa copia debió llegar de algún modo a Moore.

Realmente nunca se aclaró la polémica sobre si Moore escribió realmente el poema o llegó a él como parte de una recopilación de poemas navideños. De todos modos, fue Clement Clarke Moore a quien la historia consideró el legítimo escritor del clásico y tradicional poema La Noche antes de Navidad, donde por primera vez los renos de Santa tienen los nombres que han pasado a la iconografía navideña.

Thomas Nast and Haddon Sundblom: los creadores del Santa actual

Santa 

 

El ilustrador germano-estadounidense Nast creó la imagen de Santa, vestido de rojo, con su gran barriga, barba blanca y mofletes regordetes basándose en el poema Account of a Visit from St. Nicholas, del que hablamos en el apartado anterior. La idea era mostrar a un elfo regordete y sonriente facilmente reconocible para todos los que leyeran o escucharan el poema, pero, al mismo tiempo muy influenciada por las raíces germanas de su autor ya que este Santa recordaba en gran medida al Pelznickel, figura de la tradición alemana proestante equivalente a San Nicolás.

La imagen de Santa tal y como Nast la concibió apareció por primera vez en Harper’s Weekly el 3 de enero de 1863 y, a partir de ese momento, se sucedieron más de treinta ilustraciones en las que Nast iba puliendo su ilustación de Santa.

Para hacer justicia al trabajo de Thomas Nast debemos recordar que, aunque parte de su fama internacional se debe a la creación de la figura de Santa Claus, su labor como ilustrador y caricaturista, siempre mordaz en sus denuncias políticas y sociales, en diferentes revistas y periódicos lo llevaron a ser definido como uno de los caricaturistas más importantes de la segunda mitad del siglo XIX.

Haddon Sundblom diseñó el Santa Claus más actual, que abandonaba su imagen de elfo regordete para mostrar a un anciano afable y bonachón. La ilustración de Sundblom no fue concebida como una interpretación personal sino como un encargo de la empresa Coca Cola para promocionar sus productos, objetivo que Sundblom cumplió muy por encima de las expectativas de la propia empresa, pero eso ya pertenece a la historia de otro siglo…

Edward H. Johnson: el pionero en la iluminación del árbol de Navidad

christmas tree

Estamos acostumbrados a ver los árboles victorianos iluminados con pequeñas velas, con el peligro que ello implicaba. Pero en 1882, el ayudante del inventor estadounidense Thomas Edison, Edward H. Johnson, colocó varias bombillas unidas por un cable y las puso alrededor de un árbol navideño. Estas bombillas de color blanco, rojo y azul fueron el origen de la tradición de ardornar el árbol con bombillas de colores. En 1895, el presidente Grover Cleveland iluminó el árbol de la Casa Blanca con luces eléctricas de colores, lo que ayudó a popularizar el sistema de luces cableadas como adorno de iluminación. Años más tarde, en 1917, a un jovencísimo Albert Sedacca se le ocurrió la idea de vender al público ristras de luces de colores para adornar sus árboles y sus viviendas.

Washington Irving y la tradición de besarse bajo el muérdago

muérdago

Fue el poeta Robert Herrick (1591-1674) el primero que asoció muérdago con las fiestas de Navidad, aunque en sus poemas no aparece asociado al amor romántico ni a la tradición de besarse bajo sus ramas y frutos.

Las primeras fuentes escritas que encontramos sobre esta tradición están en The Sketch Book, una colección de 34 ensayos e historias cortas escritas por  Washington Irving en 1820. En el libro describe una costumbre que el autor dice haber observado en Inglaterra según la cual los chicos jóvenes besaban a las chicas bajo el muérdago, y posteriormente arrancaban una baya de las ramas como prueba del beso. Una vez que la rama hubiera perdido todas sus bayas, el muérdago perdería su valor y los jóvenes ya no podrían besarse bajo sus ramas.

En 1836 Charles Dickens hizo referencia a la tradición en sus famosos Pickwick Papers.

Noche de paz y Jingle Bells: dos villancicos y dos historias

singing christmas carols

Noche de paz, originalmente llamado en alemán Stille Nacht, fue un poema escrito en 1816 por un sacerdote austriaco de 24 años llamado Joseph Mohr. En un periodo históricamente convulso, Mohr quiso expresar en verso la fe y esperanza en Dios. El poema no tuvo mayor repercusión popular hasta que le pidió al organista Franz Xaver Gruber que compusiera una melodía para guitarra y coro para que el poema pudiera ser cantado en la misa de Nochebuena. La unión de letra y melodía fue un inmenso éxito que se versionó en numerosas ocasiones y se convirtió en el villancico navideño por excelencia no solo en Europa sino en los Estados Unidos donde, al parecer, se interpretó por primera vez en 1839.

En 2011, la UNESCO incluyó Noche de Paz en su lista de Patrimonio Cultural Inmaterial.

Jingle Bells, por el contrario, tiene una historia menos emotiva. James Lord Pierpont compuso la canción en 1857 y fue publicada originalmente como One Horse Open Sleigh. La canción no estaba destinada a ser un himno navideño sino una melodía para ser cantada en espectáculos teatrales. En la época las llamadas «canciones de trineos» estaban de moda y se pagaban bien, por lo que Pierpont que andaba escaso de dinero no dudó en apuntarse a la tendencia.

Jingle Bells comenzó a incluirse en antologías navideñas de la época y a ganar popularidad hasta el punto de ser una de las canciones navideñas clásicas que han llegado a la actualidad sin apenas modificaciones.

¡Felices Fiestas, victorianos!

Como todos los años, desde La Casa Victoriana queremos desear a nuestros seguidores una Feliz Navidad y enviaros los mejores deseos para el próximo año.

Noche de Halloween: el fino velo entre el mundo de los vivos y los muertos

Como todos los años La Casa Victoriana se llena de presagios, misterios, juegos y ricas viandas para celebrar Halloween. Y para hacerlo vamos a aumentar nuestra ya larga lista de tradiciones victorianas para que conozcáis más sobre ellas y las podáis poner en práctica si lo deseáis. Recordad que esa noche, según la tradición, el velo que separa este mundo de los vivos del de los espíritus se rasga y pasado, presente y futuro se entremezclan permitiéndonos interactuar con ellos y ver nuestro futuro por un corto instante.

La Cena Muda (The Dumb Supper)

En muchas culturas se agasaja a los difuntos con viandas y bebidas para dar a aquellos que se han ido o que están en tránsito entre los dos mundos. Una buena comida, sobre todo a base de frutas frescas llenaría al difunto de felicidad y fuerzas. La comida se dejaba en un pequeño altar improvisado por las familias en un lugar destacado del hogar o bien, directamente sobre las propias tumbas.

Algunas veces este ofrecimiento de alimento a los difuntos iba un poco más lejos del mero homenaje y se organizaba una auténtica cena con los mejores platos para que los difuntos se sentaran a la mesa con los vivos y pudieran disfrutar la comida con sus familias y todos los seres queridos que habían sido invitados previamente. Todos los presentes podían llevar consigo alguna pertenencia del difunto o un objeto que tuviera un significado especial para ambos para honrar su relación familiar o de amistad.

La curiosidad de esta Cena Muda era que precisamente durante toda la celebración los asistentes debían estar en completo silencio como señal de respeto hacia los fallecidos y para facilitar que pudieran comunicarse con el resto de los asistentes sin ninguna interferencia externa. Otra peculiaridad era que el menú se servía al revés: primero los postres, después los platos y finalmente los entrantes. Además, por si no fuera suficiente, la cubertería se colocaba al revés. La creencia era que si se colocaba todo al revés, el difunto, desde el más allá tendría una cena reflejo o visión espejo y para él sería mucho más sencillo participar en la celebros comensales dejaban algunos asientos vacíos, para que pudieran ser ocupadas por los espíritus, y todos los lugares de la mesa tenían vajilla asignada cuyos platos se llenaban al igual que los platos de los asistentes vivos al convite.

Al final de la comida los asistentes daban un pequeño discurso recordando al difunto, le enviaban mensajes o leían notas con sus sentimientos por su pérdida. Finalmente, antes de abandonar la mesa y retirar la vajilla, se despedían de los difuntos haciendo una reverencia ante las sillas vacías.

Como en estas fechas lo pagano y lo religioso estaban intimamente interconectados, muchas jóvenes (y algún joven) hacían una variación de de la Cena Muda para tratar de adivinar su futuro amoroso. La cena se organizaba igual que la cena de homenaje a los difuntos, pero en lugar de ser una celebración con amigos y familiares, esta cena se celebraba, a ser posible en soledad y con la casa vacía. Las jóvenes se sentaban a la mesa en frente de una silla vacía y cenaban en completo silencio.

La superstición decía que a lo largo de la noche la imagen del que sería su futuro esposo se materializaría en la silla vacía, o incluso entraría por la puerta y se sentaría a la mesa. Si un vivo llamaba a la puerta durante una Cena Muda, su llegada repentina podía considerarse un presagio de que sería la persona elegida para ser el futuro esposo. Pero si en vez de un hombre aparecía un ataúd, el significado era macabro pues significaba que la joven no solo no se casaría jamás, sino que fallecería en poco tiempo.

En las últimas décadas de la era victoriana y durante la época eduardiana, las cenas mudas dejaron de ser tan solemnes para convertirse en reuniones de amigas en las que trataban de adivinar su futuro, sentimental o no, o de conocidos que trataban de adivinar el futuro o ponerse en contacto con los difuntos para resolver cuestiones pendientes del pasado. En estas ocasiones lo más complicado era mantener el silencio, ya que un suspiro, un grito de sorpresa o cualquier pequeño sonido que emitieran los asistentes o que incluso viniera de fuera de la casa, rompería el hechizo y los espíritus que acudieran a la cena se retirarían rápidamente para no volver a aparecer en toda la noche.

¡Feliz noche de Halloween para todos los victorianos y victorianas! ¡Cuidado con los espíritus!

Pascua Victoriana: Una mejor resurrección poema de Christina Rossetti

Celebramos la Pascua Victoriana con un poema de Christina Rossetti (1830-1894), en el que la poetisa británica expresaba su íntimo deseo de renacer, de vivir una nueva vida, describiendo su momento actual como una vasija rota, un lugar vacío, una cosecha estéril y ofrenciendo a Jesús sus plegarias de resurrección, igual que él hizo. Una mejor resurrección es casi más que un poema, una oración en tres estrofas, un anhelo de renacimiento personal.

Christina Rossetti pintada por su hermano Dante Gabriel Rossetti

Con él os deseo una Feliz Pascua y que estas fechas, en estos tiempos complicados, os traigan deseos de superación y resurrección personal.

Una mejor resurrección

No tengo talento, lágrimas o palabras.
Mi corazón es como una roca,
insensible al temor o a la esperanza.
Mira a derecha y a izquierda: vago a solas.
Alzo mis ojos; emsombrecidos por la pena,
no veo las colinas que perduran.
Mi vida está en la hoja sobre la tierra
Jesús, dame vida: la tuya.

Mi vida es una hoja marchita
y mi cosecha toda, desechada.
Mi vida es, de verdad, breve, vacía
y tediosa en la nulípara jornada.
Mi vida es como un objeto que se congela.
No hay ni brote ni verde en la visión.
Mas se alzará la savia en primavera.
Álzate en mí, Jesús, Nuestro Señor.

Mi vida es una vasija que se rompió,
un cuenco que se destrozó y no contiene
ni gota de agua para mi alma ni licor
para el frío que me entumece.
Arroja la cosa perecida al fuego,
para que se derrita y se transforme. Al fin,
que para Él, mi Rey, sea un cáliz regio.
Bebe, Jesús; bebe, Jesús, de mí.


Mujeres y periodistas: crónicas desde el olvido

Como todos los años en el Día de las mujeres, La Casa Victoriana quiere rendir homenaje a aquellas pioneras que con su valentía se abrieron caminos en profesiones habitualmente copadas por hombres, y, que por razones sociales fueron relegaladas a la sombra durante décadas.

En esta entrada hay solamente unas pinceladas biográficas de algunas de algunos nombres destacados en el mundo del periodismo – que habitualmente alternaron con otros trabajos o facetas artísticas- , pero, afortunadamente, si queréis profundizar en su vida y obra podéis encontrar múltiples artículos en la red, reivindicando sus figuras como mujeres pioneras en su profesión.

Nellie Bly, la reportera más intrepida y valiente

La norteamericana Elizabeth Jane Cochran adoptó el pseudónimo de Nellie Bly para adentrarse en un mundo reservado a los hombres como era el periodismo. Nellie fue más allá de ser una periodista de redacción para convertirse en la primera reportera de investigación de la historia.

Sus reportajes que más repercusión tuvieron fueron su infiltración en un hospital psiquiátrico, haciéndose pasar por una enferma, para denunciar los terribles tratamientos a los que eran sometidos los internos ( y en el que casi pierde no sólo la salud mental sino la vida) y su vuelta al mundo en menos de 90 días, toda una hazaña en la época.

Elizabeth Magie: periodista y creadora del juego en el que se «inspiró» el Monopoly

Elizabeth Magie fue una periodista norteamericana, seguidora de las nuevas doctrinas económicas de principios del siglo XX.

Magie inventó El juego del propietario (The Landlord’s Game), un juego que mediante la estrategia trataba de demostrar que el sistema económico era tremendamente injusto, ya que, aún partiendo todos los jugadores en igualdad de condiciones el más sagaz, o el que tuviera más suerte, podía dejar a los demás en la miseria.

Elizabeth patentó el juego en 1904. Pero en 1953, Charles Darrow patentó una versión casi idéntica del juego llamándole Monopoly y se lo vendió a Parker Brothers que lo comercializó convirtiéndolo en el popular juego que conocemos hoy.

Darrow se hizo millonario y Magie, no sólo no se enriqueció (aunque en 1973 se reconoció su invento y su patente y fue indemnizada con 500 míseros dolares) sino que fue olvidada por la historia.

Carmen de Burgos «Colombine» escritora, periodista y reformista

Carmen de Burgos, también conocida como Colombine nació en 1867. Maestra de carrera fue una mujer polifacética con una extensa obra como escritora y periodista, además de ser reconocida como la primera corresponsal de guerra española.

Viajera empedernida, dejó constancia de de su contacto con diferentes culturas y países en libros y manuales, así como en crónicas periodísticas. Tener que trabajar en un mundo dominado principalmente por periodistas y cronistas masculinos nunca fue un impedimento para ella.

Sus ideas femenistas y reformistas chocaron frontalmente con la ideología tradicional de la época, lo que no frenó a Carmen a la hora de expresar sus creencias sobre el papel de la mujer en la sociedad y su posición frente a temas como el divorcio, el sufragio universal y el acceso de las mujeres a la educación como medio para valerse y pensar por sí mismas.

Tras la Segunda República, Carmen de Burgos, Colombine, quedó silenciada y desaparecida por quienes cumplieron esa misión: la de borrar la figura, la obra y el legado de una de las escritoras más importantes del primer tercio del siglo XX, primera redactora en plantilla de un periódico español y la primera mujer española corresponsal de guerra.

Katharine Sergeant White: primera editora de ficción de la revista The New Yorker

La historia personal de Katharine Sergeant White es poco corriente para la época en la que le tocó vivir. Divorciada de su primer marido y con dos hijos, se inició tardíamente en el ámbito periodístico. Casada en segundas nupcias con el escritor E. B. White, redactor y escritor de cabecera de la revista New Yorker y conocido por su cuento infantil La telaraña de Carlota, consiguió un puesto de correctora y lectora de manuscritos a tiempo parcial en la misma revista.

Gracias a su intuición para descubrir nuevos talentos, pronto consiguió ser ascendida a editora del Departamento de Ficción, siendo la primera mujer en ocupar este puesto, que mantuvo hasta su jubilación. Sus opiniones tuvieron gran influencia en los ambientes literarios estadoudinenses y se le atribuye el descubrimiento y patrocinio de escritores tan afamados como Vladimir Nabokov o John Updike.

George Eliot: adoptando un nombre masculino para ser tomada en serio

El 22 de noviembre de 1819, nació la novelista y poetisa inglesa Mary Ann Evans, más conocida por su pseudónimo de George Eliot. Educada en una familia conservadora de profundas convicciones religiosas, Mary se rebeló contra estas creencias y adoptó un pensamiento racionalista intelectual.

Mary Evans viajó por Europa y trabajó en diferentes revistas y periódicos escribiendo reseñas literarias, antes de publicar sus propias obras bajo el alias masculino de George Eliot, nombre que adoptó para ser tomada en serio y no como una escritora de romances.

Su relación con el periodista George H. Lewes, casado, fue todo un escándalo en la época victoriana por el que fue social y literariamente relegada durante un tiempo.

Entre sus obras más celebradas están El molino del Floss, Silas Marner, Daniel Deronda y Middlemarch obras que por su enfoque rebelde y feminista escandalizaron a gran parte de la sociedad victoriana.

Amelia Ann Blandford Edwards: la voz del viajero responsable y respetuoso

Amelia Ann Blandford Edwards fue una novelista, periodista, viajera y egiptóloga británica. Desde muy joven demostró un sobresaliente talento para la poesía y la novela, publicando varios de sus escritos a través de periódicos y revistas y alcanzando el éxito con novelas como Barbara’s History, y con Lord Buckenbury, de la que se llegaron a hacer 15 reediciones. De espíritu inquieto, decidió viajar a Egipto en compañía de unos amigos, quedando inmediatamente fascinada por el pueblo y la cultura egipcia.

Sus viajes a Egipto los documentó en su libro A Thousand Miles Up the Nile, un masivo éxito de ventas, con el que comenzó una concienciación social por la protección de los tesoros y monumentos egipcios y la reivindicación de un turismo responsable y respetuoso con las culturas que visitaba.

Aurora Bertrana, la cronista que escandalizó desde la Polinesia

Nacida en Girona, su pasión por las letras la llevó a escribir desde una edad temprana. Su familia no veía con buenos ojos que una señorita se dedicara al mundo de la literatura por lo que decidieron encauzarla hacia el mundo de la música, que consideraban más propio de una dama.

Rebelde y libre, Aurora vio en sus clases de música una magnífica oportunidad de salir del yugo familiar y descubrir todas las posibilidades que le brindaban los felices años 20. Uno de los modos de soltar los lazos familiares fue mediante el matrimonio, que aunque no salió como estaba previsto pues pronto descubrió que su esposo no le había dicho toda la verdad y estaba completamente arruinado, fue una magnífica oportunidad para ver mundo y liberarse de la conservadora sociedad occidental instalándose en la Polinesia, un país exótico y misterioso para sus contemporáneos.

Desde allí, Aurora enviaba crónicas de su vida cotidiana y de las costumbres de la sociedad entre la que tan feliz y libre se sentía. Sus artículos eran esperados con impaciencia por los lectores del diario catalán que los publicaba, y sus opiniones y experiencias eran comentados con una mezcla de curiosidad y escándalo a partes iguales, ya que el amor libre o la poligamia eran relatados por Aurora con una normalidad impensable para la época.

Todas las fotografías Vía Pinterest.

Labores de costura victoriana + Calendario 2022 Parte II

Portraits in the Countryside- Gustave Caillebotte (1876)

Whitework

El whitework era un tipo de bordado probablemente de origen escandinavo (se han encontrado trabajos realizados con esta labor datados en el siglo XII). La económica inversión de trabajar solamente con hilo blanco y tela del mismo color y no con hilos de colores y telas teñidas hizo que se asociara este bordado a las clases más humildes, ya que eran las que no podían permitirse gastar en materiales de costura caros.

En la época victoriana, este bordado de hilo blanco sobre tela del mismo color se popularizó debido a una necesidad más que a una moda, ya que era muy útil para embellecer la ropa del hogar.

Un whitework engalanaba tanto las piezas de mantelería como la ropa de cama, además de convertir un sencillo bonete, un humilde mandil, cuellos, mangas o pecheras en destacadas prendas que al arte del bordado añadían la elegancia que le proporcionaba el blanco inmaculado. Se empleaba también en hacer más coqueta la ropa interior, a la que el intrincado bordado en blanco le daba una sutil y distintiva textura, alejada de cualquier mezcla de colores que podía resultar vulgar y no digna de una dama.

Making a momento – Seymour Joseph Guy

Las costureras escocesas destacaron por ofrecer el bordado blanco más delicado y sus exquisitas puntadas pronto fueron imitadas por las inglesas e irlandesas.

Las telas utilizadas para este tipo de trabajo eran lino, algodón y batista- tela formada por hilos de algodón muy finos. Esta última se usaba para delantales, bonetes y para adornar cuellos y puños. Los patrones se dibujaban en la tela y se bordaban posteriormente. Los motivos solían ser repeticiones del mismo patrón con dibujos geométricos, florales o iniciales y monogramas.

En los países nórdicos se popularizaron dos variantes de este tipo de bordado: el redwork, con hilo rojo sobre tela blanca y el bluework, con hilo azul sobre fondo blanco, aunque estas variantes tardaron más en llegar a los siempre convencionales hogares victorianos.

El Berlin Work Emboidery

Esta labor, que tuvo su origen alrededor de 1800, en Berlín, llegó a los hogares victorianos sobre 1840 para convertirse en uno de los trabajos de costura favoritos. Cuenta la historia que el librero alemán A. Philipson, ayudado por su esposa, puso a la venta una serie de patrones con diferentes dibujos, que estaban impresos en un papel con líneas entrecruzadas al estilo del papel cuadriculado actual. Cada parte del dibujo se correspondía con un cuadrado, componiendo el modelo ideal para guiar cada una de las puntadas, muy parecido a los modelos para hacer punto de cruz que existen hoy en día.

Al contrario que sucedía con las labores tradicionales, la labor berlinesa no se bordaba con hilos sino con hebras de lana delgadas. Los motivos eran habitualmente florales, aunque admitía escenas campestres y figuras tanto humanas como animales, y se solían dibujar a mano previamente a la impresión sobre el papel cuadriculado. Incluso se llegaron a reproducir escenas de la vida de la Reina Victoria. Los dibujos se imprimían en blanco y negro y era la dama la que decidía la gama de colores a utilizar para su labor.

Girl Knitting – Albert Anker

Pronto se mejoró la calidad y tamaño de las impresiones, reuniendo muchos patrones en libros y revistas especializadas. Los fabricantes de lana se lanzaron a producir lana de diferentes colores y degradados para satisfacer las necesidades del mercado.

Este método de bordado hizo asequible la costura a cualquier bordadora, ya que no se necesitaba más habilidad que la de coser sobre el modelo y poner cada puntada sobre el cuadrado correspondiente; ni siquiera se requería creatividad alguna, ya que tanto los modelos como el tamaño de las puntadas venía dados en el papel impreso.

Las labores más habituales eran bolsos, cojines y todo tipo de tapizados para costureros, estuches, cubiertas de diarios, etc. Poco a poco los motivos fueron cambiando de flores individuales o ramilletes a arpas, cruces o motivos marinos sin olvidar las tan recurridas iniciales, frases de amistad o pasajes de la Biblia.

Punchwork

El Punchwork, o labor con punzón, era una labor «Berlín» que se hacía con un papel o cartón fino perforado llamado «papel Bristol». Para realizarla se colocaban varios papeles intercalados, unos encima de otros para que, al ser cosida la puntada, proporcionara un efecto tridimensional. A finales del siglo XIX, los patrones para punchwork se comercializaban impresos a todo color directamente sobre el entramado de «papel bristol», y a la labor se le añadían encajes, abalorios y borlas para embellecerla y personalizarla.

Crewel

El bordado Crewel fue muy popular en Gran Bretaña en los siglos XVI y XVII. Este tipo de labor se realizaba con un tipo de hilo más fino que la lana, pero más grueso que el hilo de bordar. Las puntadas eran grandes y su combinación de color quedaba a la elección de la costurera. Una de las razones de su popularidad era la libertad en el trabajo de bordado, de hecho, podríamos denominarlo un “bordado libre” sin someterse a demasiados cánones de costura.

Lady Sewing -Eugenio Oliva y Rodrigo

La tela para ejecutar este trabajo debía ser gruesa o, al menos resistente, siendo el lino una opción muy recomendable, ya que las puntadas iban superpuestas unas sobre otras para dar volumen a los dibujos, habitualmente flores y animales, aunque la puntada libre permitía diferentes trabajos de fantasía donde la bordadora daba rienda suelta a su imaginación.

Encontramos hermosas y artísticas labores de crewel en bolsos, cortinas, tapices y vestidos de señora y niña.

Silk ribbon embroidery o el bordado con lazos

Una de las técnicas más difíciles de bordado era la realizada con lazos de raso o seda. El resultado era exquisito, delicado y extremadamente bello. El bordado con lazos requería una especial destreza de la bordadora ya que era difícil seguir patrones o dibujos predeterminados además de una habilidad destacada en los puntos recto y de cadeneta para dar forma a los lazos y conseguir con ellos la forma deseada. Las flores simples y los ramos florales eran los motivos favoritos. Antes de la revolución industrial estos trabajos de costura solo estaban al alcance de las damas adineradas porque los lazos eran realmente caros.

The Little Seamstress, – John Faed

Con la llegada de la revolución industrial y los nuevos telares, las cintas se fabricaban a nivel industrial, lo que abarataba su precio ya que no había que importarlas. Con la llegada de las nuevas sustancias para teñirlas, la gama de colores ganó en matices lo que proporcionaba bordados más coloridos. Bolsos, sombrillas, pañuelos y chales se llenaron de rosas, margaritas y lavandas bordadas con cintas, a cada cual más llamativo. Estos bordados servían también para elaborar regalos y recuerdos a familiares y amigas muy queridas.

Labores con cuentas y abalorios

El uso de cuentas y abalorios ayudaba a adornar cualquier labor de costura. En un primer momento las cuentas estaban disponibles en formas muy simples y colores muy discretos, pero viendo el potencial de estos adornos y la demanda por parte de las costureras británicas, los comerciantes se apresuraron a importar nuevos modelos y vibrantes colores de Italia y Alemania. Una de las ventajas del trabajo con cuentas es que era más importante la paciencia que la habilidad.

La creación de abalorios despertaba la creatividad de la costurera. Para esta labor se utilizaban los mismos patrones que para la labor de berlín y el punchwork. Los materiales con los que se creaban eran habitualmente seda o raso y se rellenaban con algodón, lana, guata e, incluso, serrín. La espectacularidad de la labor pasaba por el número de capas que se añadieran para conseguir que destacase sobre la tela a la que se iba a coser. Además, a mayor número de capas se podían añadir más cantidad de cuentas y pedrería .

The Knitting Woman -William Adolphe Bouguereau

Calceta y ganchillo

No había hogar victoriano en el que no hubiera un tapete, un cobertor o varias prendas de ropa hechas de crochet o ganchillo.

El crochet admitía diferentes tipos de creaciones, desde un decorativo tapete a un cobertor que se hacían uniendo pequeñas flores o dibujos geométricos hasta formar una pieza más grande como preciosos y elegantes chales, espectaculares bolsos, sombreritos o complementos como jabots, pecheras para adornar un vestido, una camisa o un abrigo.

Una de las creaciones más bellas y, al mismo tiempo más humildes fue el Irish crochet al que en La Casa Victoriana le dedicamos una completa entrada, de la que os dejo el enlace.

https://lacasavictoriana.com/2016/03/16/moda-victoriana-irish-crochet-lace/

La calceta era una labor que gustaba a niñas y mayores, era divertida y la capacidad de poder hacerla de modo automático, sin prestar atención a los movimientos, hacía que las mujeres pudieran reunirse y conversar mientras hacían sus labores.

Peasant Woman Threading a Needle – Jules Breton

Además de calcetines, jerseys, bufandas, guantes y bonita ropita de bebé, las victorianas eran aficionadas a cubrir todo con artísticas piezas de lana, calentadores de pies, maceteros, hervidores y por supuesto, el famoso tea cozy, cobertor de teteras para evitar que el té se enfriara.

En todos sus trabajos de costura firmaba con sus iniciales VR, Victoria Regina, para que su autoría fuera fácilmente identificable. Tanta era la afición de la reina por sus agujas y ovillos que pronto enseñó a sus hijas a calcetar y ganchillar y solía reunirse con ellas para pasar tardes de té y costura en los jardines de la Casa Osborne de la isla de Wright.

Como curiosidad hablaremos de la tejedora más famosa de la época victoriana, la mismísima Reina Victoria. A Victoria le relajaba enormemente tejer y no era infrecuente verla con sus agujas y cestilla de lanas calcetando labores para su familia, amigas e incluso para sus soldados. Aunque la monarca tenía fama de ser una tejedora horrible, y todos murmuraban, a sus espaldas, por supuesto, sobre sus pocas habilidades con las agujas, a ella no le molestaba en absoluto e incluso le divertía; de todos modos, ningún rumor ni habladuría pudieron evitar que la reina siguiera haciendo una de las labores que más le relajaban, sobre todo después del fallecimiento de su querido Alberto.

Queen Victoria, Princess Helena and Princess Beatrice Knitting Quilts for the Royal Victoria Hospital- Alexander Melville

Otras labores: borlas, cordones y encaje

Hacer borlas era un pasatiempo en sí mismo. Muy fáciles de hacer y económicas conseguían crear adornos muy bonitos para adornar llaves de un escritorio o joyero, recoger una cortina, o servir para embellecer puños, cuellos o sombreros. Estas borlas hechas de hilo o lana se remataban acolchando la cabeza y rematándola con artísticas puntadas de ojal. Otro modo de adornar la borla era enganchando cuentas a los flecos o bien cubriendo la cabeza con una bonita tela adamascada o con una cuenta circular brillante.

Las labores con cordones requerían que en primer lugar se confeccionara el cordón. Este podía tener diferentes formas, de trenza, retorcido o entrecruzado, y se hacía con hebras de hilo de diferentes colores o de una misma gama de color, dependiendo de la creatividad de la costurera y de la labor que se fuera a realizar. Los cordones se añadían posteriormente a un trabajo de bordado berlinés o de costura.

Aunque el encaje podía ser confeccionado por la costurera, las damas británicas de alta sociedad preferían comprar el delicado encaje belga y el encaje inglés para sus labores y las más humildes el encaje irlandés. Las piezas de encaje se añadían a otras labores de costura previamente confeccionadas, como adorno.

Sewing Woman by Lajos Ludwig Bruck

Labores de costura victorianas + Calendario 2022. Parte I

Louis Lang- The sewing party

¡Feliz año nuevo, victorianos!

Como todos los años, desde La Casa Victoriana, queremos obsequiaros con un calendario diseñado especialmente para todos vosotros. Este 2022 está dedicado a las mujeres y las labores de costura, y, como es habitual, viene ilustrado con bellísimos cuadros del siglo XIX y principios del siglo XX.

Para acompañar a la entrega del calendario publicaremos dos artículo dedicado a las labores de costura más populares en la época victoriana.

Dividiremos la entrada en dos partes. Esta primera parte la dedicaremos al costurero, sus materiales y a las labores de punto de cruz, patchwork, quilting y appliqué, y con ella publicaremos las hojas de calendario desde enero a junio.

Próximamente, publicaremos otra entrada con el resto de las labores y las imágenes del calendario correspondientes a los meses desde julio a diciembre.

Para descargarlo podéis clicar con el botón derecho del ratón sobre la imagen y escoger «Guardar imagen como» en el desplegable.

Esperamos que tanto los artículos como el calendario sean de vuestro agrado.

La Casa Victoriana

Las victorianas y la costura

La destreza en las labores de costura era una habilidad muy valorada entre las damas victorianas.

El conocimiento de las diferentes técnicas se transmitía de madres a hijas y la exquisitez y creatividad mostradas en un trabajo de costura eran tan admiradas como el talento en el canto o en un instrumento musical.

Pero estas habilidades, que entre la clase más pudiente formaban parte de su educación y servían para llenar las horas de ocio con una actividad tan productiva como útil, eran también reconocidas por las familias de las clases sociales no tan afortunadas económicamente, pero con objetivos diferentes.

Toda mujer debía saber de costura ya que era una competencia útil para su vida diaria: coser las ropas de su familia, remendar aquellas prendas más desgastadas, proporcionar al hogar manteles y ropa de cama, aprovechar cualquier tela para unos cojines, tejer desde bufandas y ropa de abrigo para el invierno o confeccionar una alfombra para su salita.

Además, como la necesidad agudiza el ingenio, solían ser diestras en la confección de complementos como adornos florales, sombreros o diademas.

Emile Pap – A Girl in a Pink Dress Sewing by the Window

Las labores de costura no solo se hacían como pasatiempo o necesidad, sino que se utilizaban como regalos e, incluso, se exhibían en lugares destacados del hogar para ser admirados por familiares y amigos.

Las jóvenes que destacaban en tas labores hacían de ello su profesión, empleándose como costureras en sastrerías o modistas particulares para señoras adineradas. Una modista mañosa, creativa y pulcra en su trabajo era tan valorada por las señoras como la mejor de las cocineras.

Los materiales de costura

Una mesa de costura, bien equipada, con una máquina de coser, compartimentos varios para mantener en orden los materiales y espacio suficiente para las labores de costura era tan preciada que se fabricaban con los mejores materiales, dando como resultados muebles de una factura elegante y exquisita.

Estas mesas soñadas solo estaban al alcance de aquellas señoritas que tenían la suerte de tener una familia que pudiese permitírselas. La mayor parte de las jóvenes se conformaban con un costurero, una cestilla de mimbre para los ovillos de lana y un par de bastidores.

Richard Edward Miller – Sewing by Lamplight

Los costureros eran igualmente un indicador de la clase social de la dama: magníficos costureros de madera lacada, con incrustaciones de nácar, madreperla, marfil y accesorios de plata labrada eran para las jóvenes de clase social alta; cajas de madera o de cartón y tijeras de hierro eran los materiales para el día a día en los hogares más humildes. De todos modos, no había caja fea que un ingenioso trabajo de decoupage no pudiera embellecer.

Todo costurero debía contener unos materiales básicos consistente en un estuche agujas de diferentes tamaños y grosor, dedales, alfileres, un par de tijeras, cinta métrica, un punzón de costura y una lezna para perforar el cuero y los tejidos de piel. Además, solían contener carretes de hilos de colores básicos, devanadoras, alfileteros y pinzas de dobladillo.

Como complemento al costurero se utilizaban cestillas y capazos de mimbre para los accesorios y materiales de calceta y ganchillo, ovillos de lana y agujas. Flores de tela, lazos, encajes, remaches y hebillas metálicos, así como telas y papel o cartones para patronaje completaban los accesorios que no debían de faltar en una habitación de costura.

William Kay Blacklock- Nice Young Lady Sewing

En el siglo XIX, la mayor parte de las agujas se fabricaban en acero, aunque muchas damas conservaban agujas hechas de oro y plata, herencia de generaciones anteriores. Los alfileres estaban hechos del mismo material y su precio era elevado. La tendencia a perderlos hizo de los alfileteros uno de los complementos preferidos del costurero.

Godey’s Lady’s Book y Peterson ‘s Magazine, con tutoriales, guías, patrones, dibujos para servir como modelo de diseño y consejos para los diferentes tipos de labores, eran dos de las revistas más vendidas.

Las labores de costura

El punto de cruz

La labor de costura más popular era el punto de cruz. Las niñas se iniciaban en esta costura porque el aprendizaje era fácil y se adquiría con rapidez precisión en la puntada. Como seguía un dibujo determinado de antemano, que servía como modelo y guía de las puntadas, era difícil que el resultado final fuera un despropósito, como podía suceder con bordados más avanzados, e infundía ánimo y autoconfianza en la bordadora para enfrentarse a retos más complicados.

La mezcla de hilos de colores y la sencillez del dibujo conseguían que algo simple fuera vistoso por lo que pequeñas flores, abecedarios y breves citas bíblicas se bordaban para adornar estuches de agujas, postales conmemorativas o marcapáginas.

Robert Barnes- Child Sewing

Patchwork y quilting

La labor de patchwork consistía en unir diferentes despieces o trozos de telas para formar un trabajo de costura completo. En su origen las piezas eran geométricas y todas iguales en tamaño.

A partir de un modelo se iban uniendo formando diferentes dibujos geométricos, dando lugar a piezas más grandes. Con el tiempo se fueron incluyendo piezas de diferente tamaño para formar borders de separación o para enmarcar las piezas chicas, pero siempre siguiendo un esquema predeterminado.

Cuando se decidía acolchar el patchwork comenzaba una nueva labor: el quilting. Los quilts, que era como se denominaba este tipo de piezas constaban de tres capas: la primera era la formada por el trabajo de patchwork, con la unión de los trozos de tela; la segunda capa era el acolchado, que aparecía en medio para mullir la pieza; por último, la tercera capa que sería “el revés” de la pieza, cuyos bordes se unirían con la primera capa cerrando la colcha.

Arthur John Elsley

Un marco de madera servía como guía para la unión de las piezas y todas las mujeres implicadas participaban de este proceso de unión, llamado quilting bee, aportando no solo su trabajo sino lazos de amistad para fortalecer a la comunidad o a las relaciones sociales.

Hacer quilting era una de las labores favoritas de las muchachas. Había quilts que se hacían en familia y donde cada miembro aportaba una serie de piezas que se unirían a las demás. Eran los quilts familiares, que trascendían más allá de la mera labor. Algunos de ellos se completaban en las sucesivas generaciones, siendo heredados de madres a hijas.

Los quilts de recuerdos estaban compuestos por diferentes piezas que tenían un significado importante para la costurera. Usualmente se componían de trozos de ropa que se había deteriorado con los años, pero de la que se quería conservar por razones sentimentales alguno de los trozos.

Los quilts de amistad se confeccionaban entre buenas amigas y se firmaban con el nombre bordado. Algunos de ellos escondían secretos o mensajes ocultos entre las capas, con piezas de tela, frases o iniciales bordadas que solo las implicadas en el trabajo del quilt comprendían. De esta manera, la labor era también una diversión y un modo de afianzar los recuerdos una amistad que se quería que perdurara. Como curiosidad, comentar que muchas jóvenes victorianas unían las piezas sustituyendo los hilos por sus propios cabellos, para hacer las piezas más personales.

Sir Francis Grant- Mary Isabella Grant, Knitting a Shawl

En las décadas finales del siglo XIX, los puzzle quilts, crazy quilts, o los quilts locos comenzaron a ganar terreno a los quilts tradicionales. Se diferenciaba de los tradicionales en que las piezas no eran regulares ni del mismo tamaño y se unían entre sí sin ningún parámetro particular, excepto el de la propia imaginación. Los cojines, colchas y mantas de extravagantes, con coloridos diseños, hechos con piezas irregulares y sin patronaje previo se convirtieron en el elemento decorativo más innovador y en una de las labores más divertidas para las jóvenes victorianas.

No por ser una labor menor debemos olvidar otro tipo de labor de patchwork: el appliqué. Esta técnica más relacionada con el adorno que con la costura propiamente dicha, consistía en aplicar, o bordar, varios trozos de tela sobrelas trabajos de patchwork, añadiendo textura y color. Las piezas de appliqué podían ser precortadas o pequeñas obras artísticas, donde las hábiles costureras las formaban con trozos de tela con los que diseñaban pétalos de flores, letras, juguetes simples o animales.