San Valentín: curiosidades victorianas

Un nuevo año celebramos un San Valentín victoriano con un post lleno de curiosidades sobre el amor romántico, la simbología y las decisiones llenas de significado con las que la sociedad victoriana vivía cada ocasión especial.

Escogiendo el mejor Tussie Mussie para San Valentín

Blumenstillleben in Blauem Überfangglas by Andreas Lach

Los Tussie Mussie eran pequeños ramos de flores muy populares entre los victorianos, compuestos por diferentes tipos de flores. Estos ramos eran pequeñas composiciones, casi artísticas, en las que se combinaban el tamaño, el color y el significado de cada flor, e incluso alguna fruta, dando como resultado una preciosa explosión de colores y perfumes.

El ramillete estaba lleno de significado, no solo por las flores elegidas sino por su color, convirtiéndose en toda una declaración de intenciones ya que, como hemos comentado en muchas ocasiones, los victorianos daban a cada flor un significado diferente. Un ramo perfecto y lleno de significado para ser regalado el día de San Valentín estaría confeccionado por:

  • Tulipanes rojos simbolizando la declaración del amor.
  • Madreselva que subrayaba el vínculo amoroso.
  • Artemisa para recordarle a la dama que estaba siempre en el pensamiento de su amado.
  • Claveles rojos como representación de la fascinación, la pasión y el amor verdadero.
  • Espuela de caballero, emblema de la profunda devoción.

Cómo saber la edad de una dama

A Room With A View by Julius LeBlanc Stewart

En las épocas victoriana y eduardiana, a las señoritas en edad casadera no les gustaba decir su edad, sobre todo si consideraban que habían superado esos años en los que se les podía considerar demasiado mayores para no haber tenido proposiciones anteriores. En estos casos se debía actuar con mucha delicadeza y para ello el Marshall’s Illustrated Almanac de 1908 propone un pequeño juego que os invito a hacer.

Pídele a la dama que escriba el número del mes en el que nació; después multiplicamos ese número por 2, luego sumamos 5, multiplicamos por 50 y al número resultante se le suma la edad de la dama. Después al número que hemos obtenido le restamos 365 y le sumamos 115.

Acto seguido le pedimos que nos diga el número resultante: los dos números a la derecha de la cifra nos dirán la edad de la dama y el número o números de la izquierda su mes de nacimiento

.Por ejemplo si la cantidad de 1.026 indica que la dama tiene 26 años y que nació en octubre.

Ya veis que rodeos se empleaban para averiguar la edad de las jóvenes, pero la cuestión principal era no incomodar a ninguna dama preguntándole directamente su edad.

Posibilidades de que una dama se casara según su edad

Elegante au Sofa by Julius LeBlanc Stewart

A medida que una joven cumplía años, las posibilidades de contraer matrimonio iban disminuyendo. Recordemos que las jóvenes victorianas solo aseguraban su futuro a través del matrimonio, ya que cualquier herencia o posesión de la familia pasaba sin remedio a los varones de la casa.

Si no conseguían casarse, una renta y sobrevivir gracias a la amabilidad de sus hermanos era su triste destino. Tal era la obsesión de los padres victorianos por conseguir un matrimonio provechoso para sus hijas, y de las jóvenes de procurarse un marido que en las revistas de la época se publicaban estadísticas sobre las posibilidades de una dama de casarse según su edad. Una de estas estadísticas calculaba que las posibilidades eran:

  • 1% para las damas de entre 50 y 56 años.
  • 2% para las damas de entre 45 y 50 años.
  • 3% para las damas de entre 40 y 45 años.
  • 4% para las damas de entre 35 y 40 años.
  • 15% para las damas de entre 30 y 35 años.
  • 18% para las damas de entre 25 y 30 años.
  • 52% para las damas de entre 20 y 25 años.
  • 14% para las damas de entre 15 y 20 años.

El día más conveniente para celebrar un matrimonio

Girl With A Rose by Gustave-Leonard de Jonghe

Elegir el día y mes de la unión de una pareja no era una tarea fácil si los novios deseaban que la fecha estuviera libre de malos augurios y todo saliese a la perfección. El novio dejaba esta responsabilidad en el buen criterio de la novia, que se afanaba, en compañía de su madre, hermanas y amigas más íntimas en analizar los pros y contras de la fecha más conveniente para su enlace.

A no ser que no hubiese otras posibilidades, los viernes y los días 13 de cada mes eran inmediatamente descartados, pues la mala suerte se asociaba con ambos. De acuerdo con los consejos del manual 1900 Twentieth Century Etiquette, una novia precavida evitaría los meses con demasiado frío o demasiado calor, descartando los meses de invierno o verano, pero también mayo, ya que según la tradición romana era el mes de los malos espíritus, y por lo tanto un mes nefasto para celebrar una boda.

Lo más adecuado sería una boda en junio, para tener una boda engalanada con el perfume y la belleza de las rosas, o bien octubre donde la paleta de colores del otoño serían el escenario ideal para el enlace.

En cuanto a la hora, la más rígida tradición británica tenía su regla no escrita de que una boda debía celebrarse a las doce en punto de la mañana. En Estados Unidos esta norma fue relajándose considerando apropiada cualquier hora entre las diez y media de la mañana y las nueve de la noche.

Las despedidas de solteros

Tanto el novio como la novia celebraban, por separado, su despedida de solteros.

Afternoon Tea by Alexander Rossi

La novia celebraba en su hogar un almuerzo con las mujeres de la familia y sus amigas más cercanas. En esta reunión informal los buenos deseos y la superstición se entremezclaban para crear un ambiente alegre y misterioso. En algunas reuniones se leían los posos del té, se echaban las cartas y se invocaban todos los augurios para intentar vislumbrar no solo el futuro de la nueva pareja sino el de todas las damas que participaban de una u otra manera en el enlace. El objetivo era pasar una tarde distendida en buena compañía y transmitir a la futura novia felicidad y confianza en la nueva vida que estaba a punto de comenzar.

Uno de los juegos más recurrentes consistía en cortar un pastel en el que, previamente, se habían introducido diferentes objetos. El pastel se cortaba en tantas porciones como invitadas asistían; dependiendo del objeto encontrado así sería el futuro de la joven. Si la dama no encontraba objeto alguno en su porción el destino le sugería paciencia hasta la llegada de una buena nueva en su vida. Los objetos más habituales que se podían encontrar eran:

  • Anillo como símbolo del matrimonio.
  • Botón de ancla que simbolizaba la esperanza y la estabilidad.
  • Dedal como signo de un romance incipiente.
  • Corazón de plata como augurio de amor y alegría.
  • Herradura que traía la buena suerte.
  • Moneda para prometer un compromiso.
  • Cruz, emblema de la protección frente a los espíritus adversos.

Durante el almuerzo se entregaban a las jóvenes elegidas como damas de honor diferentes complementos para que llevasen durante la ceremonia y luciesen todas similares.

The Dinner Party by Ferencz Paczka

El novio se reunía con sus amigos en una cena en un hotel, un restaurante o en el club de caballeros, a diferencia de la despedida de la novia que organizaba el almuerzo en su hogar. Esta cena se celebraba dos o tres noches antes del enlace y además del padrino y los amigos más cercanos también se invitaba a los colegas de trabajo y compañeros del ejército con los que se mantenía relación de cercanía.

Durante la cena los asistentes comían y bebían recordando anécdotas comunes y bromeando sobre las nuevas responsabilidades del futuro esposo. También se brindaba por el futuro matrimonio. Al igual que la novia, el novio repartía obsequios como alfileres de corbata y otros complementos como flores de solapa para que los invitados usasen durante la ceremonia.

Una de las tradiciones era que la mesa en la que se celebraba la cena estuviese presidida por un gran ramo de rosas. Una tarjeta era entregada a los invitados para que cada uno de ellos escribiera un mensaje a la novia más o menos humorístico y caballeroso, dependiendo de la delicadeza del escribiente y de las copas de alcohol que hubiera bebido. Posteriormente, el ramo y la tarjeta se entregaban en el domicilio de la futura esposa.

Spring Flowers in-the Conservatory by Julius Leblanc Stewart

Los regalos y complementos que los novios regalaban a las damas de honor y los mejores amigos eran abundantes y escogidos con mimo por los contrayentes. Para las damas se escogían bonitos abanicos, libros de oraciones, anillos, brazaletes y pañuelos bordados. A los caballeros se les obsequiaba con alfileres de corbata, espuelas, gemelos y bastones. La novia era la encargada de entregar los ramos de flores que llevarían las damas de honor y las flores para los ojales de las levitas de los caballeros.

Con esta recopilación de curiosidades desde La Casa Victoriana os deseamos un Feliz Día de San Valentín lleno de amor romántico, filial, de amistad y, en definitiva, de amor y cariño con aquellos con quienes deseéis compartirlo.

Curiosidades navideñas del siglo XIX

Sí, Virginia, Santa Claus existe

virginia 

En 1897, la pequeña Virginia O’Hanlon de 8 años escribió al periódico New York Sun, a instancias de su padre, para preguntar en la sección de Preguntas y Respuestas sobre la existencia de Santa Claus. Virginia comenzó a dudar cuando sus amigos le dijeron que Santa no era real. La primera persona a la que expresó sus dudas fue a su padre, esperando una respuesta lo suficientemente argumentada que pudiera convencerla de creer o no. Pero Philip O’Hanlon, médico forense de profesión no supo que contestar a su hija, por lo que animó a Virginia a escribir al periódico local para que fueran los responsables de la sección los que se encargaran de dar tan difícil respuesta.

Fue Francis Pharcellus Church, hermano del dueño del periódico y redactor de contenidos, quien se encargó de contestar, de forma anónima, a Virginia con una carta que ha pasado a la historia de las tradiciones navideñas por su justificación de la figura de Santa Claus identificándola no solo con el personaje encargado de traer los regalos de Navidad sino como la encarnación de la ilusión, la esperanza y los buenos deseos.

A continuación, podéis una traducción de la carta de Virginia y la magnífica contestación de Church con la frase que ya ha pasado a la historia: “Sí, Virginia, Santa Claus existe”.

Carta de Virginia:

«Querido Editor,

Tengo 8 años. Algunos de mis amigos dicen que Santa Claus no existe. Mi Padre dice que «si lo dice The Sun, entonces existe». Por favor, dígame la verdad, ¿existe Santa Claus?

Virginia O’Hanlon115 Oeste, Calle 95».

 

La contestación de Church:

 

«Virginia,

Tus pequeños amigos se equivocan. El escepticismo de los nuevos tiempos les afecta. Tan sólo creen en aquello que ven. Piensan que nada que no sea comprensible para sus minúsculas mentes puede ser ni existir. Y todas las mentes, Virginia, ya sean de adultos o de niños, son minúsculas. En este gran universo nuestro, el ser humano solo es un mero insecto, con apenas el cerebro de una hormiga, en comparación con el inmenso mundo que lo rodea, si es que fuera posible imaginar una inteligencia que pudiese absorber toda la verdad y el conocimiento.

Sí, Virginia, Santa Claus existe. Existe como existe el amor, la generosidad o el esfuerzo que, como tú bien sabes, abundan en todas partes y llenan tu vida de felicidad y belleza. ¡Qué triste sería el mundo si no existiera Santa Claus! Sería tan triste como si no existieran otras Virginias como tú. Si no existiera, tampoco existiría la inocente fe de un niño, ni la poesía, ni el romanticismo, que tan tolerable hacen nuestra existencia. No habría alegría más allá de lo que nuestros sentidos pueden percibir, y la luz eterna con la que la infancia ilumina el mundo se apagaría.

¿Cómo es posible no creer en Santa Claus? ¡Sería como no creer en las hadas! Tu padre podría encargar a muchas personas la vigilancia de todas las chimeneas en Nochebuena para intentar descubrir a Santa Claus, pero incluso si ellas no vieran a Santa Claus bajar por ellas, ¿qué probaría eso? Nadie ha visto nunca a Santa Claus, pero eso no significa que no exista. Las cosas más reales de este mundo son aquellas que ni los adultos ni los niños pueden ver. ¿Has visto alguna vez a las hadas bailar sobre la hierba? Estoy seguro de que no, pero eso no prueba que no lo hagan. Nadie puede llegar a imaginar todas las maravillas desconocidas que no podemos ver, de este mundo.

Si haces pedazos el sonajero de un niño puedes llegar a ver lo que provoca que suene, pero hay un velo que oculta el mundo invisible, que ni los hombres más fuertes, ni la fuerza conjunta de todos los hombres más fuertes que jamás hayan vivido, podría levantar. Tan sólo la fe, la fantasía, la poesía, el amor, el romanticismo, pueden descorrer esa cortina y descubrir la gloria y la belleza sobrenatural que oculta tras de sí. ¿Es todo ello real? ¡Ah, Virginia!, no hay nada en este mundo más real y permanente.

¿Que no existe Santa Claus? ¡Por Dios! Existe y existirá siempre. Te aseguro Virginia que, dentro de mil años, o mejor, dentro de diez veces diez mil años seguirá alegrando el corazón de la infancia.

El Editor

¿Quién dio nombre a los renos de Santa Claus en el poema La noche antes de Navidad?

renos

Y él silbó, y gritó, y los llamó por su nombre;
«¡Ahora, Dasher! ¡Ahora, Dancer! ¡Ahora, Prancer y Vixen!
¡Venga, Cometa! ¡Venga, Cupido! ¡Adelante, Donder y Blitzen!
¡Por arriba del porche! ¡A lo alto del muro!
¡Ahora, corred! ¡Salid corriendo! ¡Salid corriendo todos!»

Durante décadas la controversia ha acompañado al poema La noche antes de Navidad y a su autoría real. Originalmente titulado como Account of a Visit from St. Nicholas, fue publicado anónimamente en el Troy Sentinel, un periódico de Troy, Nueva York, el 23 de diciembre de 1823. Posteriormente, el editor del periódico Charles Fenno Hoffman atribuyó la autoría a Clement Clarke Moore escritor y profesor de literatura.

Pero la familia del Mayor Henry Livingston Jr, veterano de la Guerra de la Independencia estadounidense fallecido en 1828, pronto reclamó la autoría del poema como una creación de su padre. Sus descendientes aseguraban que el Mayor escribió ese poema como un regalo navideño para sus hijos e incluso escribieron relatos de como su padre les recitaba el poema en 1808, 15 años antes de su publicación en el Troy Sentinel. La familia dijo que tanto gustó el poema que incluso una institutriz les pidió una copia y sostenían que esa copia debió llegar de algún modo a Moore.

Realmente nunca se aclaró la polémica sobre si Moore escribió realmente el poema o llegó a él como parte de una recopilación de poemas navideños. De todos modos, fue Clement Clarke Moore a quien la historia consideró el legítimo escritor del clásico y tradicional poema La Noche antes de Navidad, donde por primera vez los renos de Santa tienen los nombres que han pasado a la iconografía navideña.

Thomas Nast and Haddon Sundblom: los creadores del Santa actual

Santa 

 

El ilustrador germano-estadounidense Nast creó la imagen de Santa, vestido de rojo, con su gran barriga, barba blanca y mofletes regordetes basándose en el poema Account of a Visit from St. Nicholas, del que hablamos en el apartado anterior. La idea era mostrar a un elfo regordete y sonriente facilmente reconocible para todos los que leyeran o escucharan el poema, pero, al mismo tiempo muy influenciada por las raíces germanas de su autor ya que este Santa recordaba en gran medida al Pelznickel, figura de la tradición alemana proestante equivalente a San Nicolás.

La imagen de Santa tal y como Nast la concibió apareció por primera vez en Harper’s Weekly el 3 de enero de 1863 y, a partir de ese momento, se sucedieron más de treinta ilustraciones en las que Nast iba puliendo su ilustación de Santa.

Para hacer justicia al trabajo de Thomas Nast debemos recordar que, aunque parte de su fama internacional se debe a la creación de la figura de Santa Claus, su labor como ilustrador y caricaturista, siempre mordaz en sus denuncias políticas y sociales, en diferentes revistas y periódicos lo llevaron a ser definido como uno de los caricaturistas más importantes de la segunda mitad del siglo XIX.

Haddon Sundblom diseñó el Santa Claus más actual, que abandonaba su imagen de elfo regordete para mostrar a un anciano afable y bonachón. La ilustración de Sundblom no fue concebida como una interpretación personal sino como un encargo de la empresa Coca Cola para promocionar sus productos, objetivo que Sundblom cumplió muy por encima de las expectativas de la propia empresa, pero eso ya pertenece a la historia de otro siglo…

Edward H. Johnson: el pionero en la iluminación del árbol de Navidad

christmas tree

Estamos acostumbrados a ver los árboles victorianos iluminados con pequeñas velas, con el peligro que ello implicaba. Pero en 1882, el ayudante del inventor estadounidense Thomas Edison, Edward H. Johnson, colocó varias bombillas unidas por un cable y las puso alrededor de un árbol navideño. Estas bombillas de color blanco, rojo y azul fueron el origen de la tradición de ardornar el árbol con bombillas de colores. En 1895, el presidente Grover Cleveland iluminó el árbol de la Casa Blanca con luces eléctricas de colores, lo que ayudó a popularizar el sistema de luces cableadas como adorno de iluminación. Años más tarde, en 1917, a un jovencísimo Albert Sedacca se le ocurrió la idea de vender al público ristras de luces de colores para adornar sus árboles y sus viviendas.

Washington Irving y la tradición de besarse bajo el muérdago

muérdago

Fue el poeta Robert Herrick (1591-1674) el primero que asoció muérdago con las fiestas de Navidad, aunque en sus poemas no aparece asociado al amor romántico ni a la tradición de besarse bajo sus ramas y frutos.

Las primeras fuentes escritas que encontramos sobre esta tradición están en The Sketch Book, una colección de 34 ensayos e historias cortas escritas por  Washington Irving en 1820. En el libro describe una costumbre que el autor dice haber observado en Inglaterra según la cual los chicos jóvenes besaban a las chicas bajo el muérdago, y posteriormente arrancaban una baya de las ramas como prueba del beso. Una vez que la rama hubiera perdido todas sus bayas, el muérdago perdería su valor y los jóvenes ya no podrían besarse bajo sus ramas.

En 1836 Charles Dickens hizo referencia a la tradición en sus famosos Pickwick Papers.

Noche de paz y Jingle Bells: dos villancicos y dos historias

singing christmas carols

Noche de paz, originalmente llamado en alemán Stille Nacht, fue un poema escrito en 1816 por un sacerdote austriaco de 24 años llamado Joseph Mohr. En un periodo históricamente convulso, Mohr quiso expresar en verso la fe y esperanza en Dios. El poema no tuvo mayor repercusión popular hasta que le pidió al organista Franz Xaver Gruber que compusiera una melodía para guitarra y coro para que el poema pudiera ser cantado en la misa de Nochebuena. La unión de letra y melodía fue un inmenso éxito que se versionó en numerosas ocasiones y se convirtió en el villancico navideño por excelencia no solo en Europa sino en los Estados Unidos donde, al parecer, se interpretó por primera vez en 1839.

En 2011, la UNESCO incluyó Noche de Paz en su lista de Patrimonio Cultural Inmaterial.

Jingle Bells, por el contrario, tiene una historia menos emotiva. James Lord Pierpont compuso la canción en 1857 y fue publicada originalmente como One Horse Open Sleigh. La canción no estaba destinada a ser un himno navideño sino una melodía para ser cantada en espectáculos teatrales. En la época las llamadas «canciones de trineos» estaban de moda y se pagaban bien, por lo que Pierpont que andaba escaso de dinero no dudó en apuntarse a la tendencia.

Jingle Bells comenzó a incluirse en antologías navideñas de la época y a ganar popularidad hasta el punto de ser una de las canciones navideñas clásicas que han llegado a la actualidad sin apenas modificaciones.

¡Felices Fiestas, victorianos!

Como todos los años, desde La Casa Victoriana queremos desear a nuestros seguidores una Feliz Navidad y enviaros los mejores deseos para el próximo año.

Juegos, rituales y bromas de Halloween

Ya ha llegado Halloween de nuevo ¡el tiempo vuela!. Para celebrarlo en La Casa Victoriana queremos recopilar los rituales más celebrados por los jóvenes para adivinar su futuro sentimental, los juegos más divertidos para entretener a los pequeños de la casa y una pequeña colección de bromas pesadas ejecutadas por gamberretes victorianos más desagradables que aterradoras, todo ello ordenado por categorías.

Esperamos que, como todos los años, disfrutéis con su lectura y os atreváis a poner en práctica las más divertidas.

¡Feliz y terrorífico Halloween a todos nuestros suscriptores y seguidores!

Juegos y rituales con dulces

Dulces y velas: la vela paga

El aro y la vela, más que un ritual, es un juego para los más jóvenes.

Se coge un aro de un barril y en él se cuelgan varios dulces, caramelos y manzanas, pero también finales de velas. Se vendan los ojos de los participantes y se gira el aro.

Los participantes deben intentar morder uno de los dulces colgados y no morder el final de vela. Aquellos que tengan la mala suerte de morder la vela tendrán que pagar la multa, que habitualmente consistía, en el pago de las velas.

El pastel y el anillo

Antes de hornear un delicioso bizcocho se introduce un anillo en la masa. Una vez hecho se sirve en porciones y a aquel a quien le toque el anillo en su porción encontrará el amor verdadero en el plazo de un año. ¡Cuidado con tragarse el anillo!

The Fateful Food

Este juego de adivinación del destino era muy popular porque no solo implicaba comer una buena razón de dulces sino que aportaba la sorpresa de encontrar el objeto que previamente se había escondido en ellos y de interpretar su significado:

– una moneda predecía riqueza

– un anillo era símbolo de un matrimonio

– un botón o un dedal indicaban soltería para el próximo año

– un wishbone, el hueso de pollo o pavo en forma de horquilla, permitía a su poseedor pedir un deseo para el próximo año.

Juegos y ritos con berzas y coles

Lanza la berza, ella te contará tu futuro

O, is my true love tall or grand?

O, is my sweetheart boony?

Una de las tradiciones más antiguas cuenta como las kales, berzas, podían pronosticar el futuro de las parejas.

Las parejas salen cogidas de la mano y con los ojos vendados a la búsqueda de una berza, que aún está plantada, y deben arrancarla y lanzarla. Dependiendo del tiro y de cómo cayera la berza, así será el aspecto de la futura pareja y la relación de los jóvenes.

Si la raíz arrastra una buena cantidad de tierra, las previsiones económicas futuras de la pareja serán favorables. Si al comerla el corazón de la berza es dulce, la pareja vivirá momentos felices, pero si es amargo, no se deparan buenos augurios para la relación.

Kaling

El Kaling era un juego de origen escocés muy popular en Halloween. Para jugarlo era necesario un jardín y varias coles enterradas. Los jugadores saldrían al exterior y con los ojos tapados tendrían que desenterrar una col. Uno de los jugadores, que representaría el papel de pitonisa, interpretaba el futuro amoroso del poseedor de la col dependiendo del tamaño del vegetal, su posición económica atendiendo a la tierra adherida al repollo y el carácter del futuro esposo o esposa después de probar la acidez o no de la col.

Asustando a los incautos con coles y nabos fantasmas

No todos los juegos de Halloween eran inocentes y juguetones. Algunos eran auténticas gamberradas que los más jóvenes ideaban y disfrutaban a costa de los incautos que se aventuraban a caminar solos tan terrorífica noche o foráneos que desconocían las costumbres de la zona.

En algunas villas de Irlanda, los niños se esforzaban por tallar las caras más tenebrosas en los nabos para, por sorpresa ponerlas en la ventana de una casa o de un carruaje que se había parado, con el consiguiente susto de la persona que la veía tras el cristal.

También ataban cordeles a las coles y as arrastraban por los campos entre los cultivos mientras emitían lastimeros aullidos. Las víctimas de la broma, con gran inquietud, solo veían como algo pequeño gemía y se movía rápidamente.

Una col quemada y una casa atufada

En Escocia se ejecutaba una de las bromas más desagradables de Halloween ya que sus consecuencias duraban varios días, por no decir varias semanas. Esta consistía en arrancar el tallo de una col y conseguir que ardiera y echara humo. En ese momento acercaban el tallo al ojo de la cerradura de una casa y dejaban que ese humo penetrara en la casa, y con el humo el olor nauseabundo que provocaba.

Cuando la persona llegaba a casa todo su hogar estaba invadido no solo por una neblina provocada por el humo sino por un olor insoportable que se adhería a cortinas, telas y mobiliario tardando varios días – y unas cuantas coladas – en desaparecer.

Juegos y rituales con nueces

The Nut Shower

Los frutos secos típicos de estas fechas solían ser protagonistas de muchos de los juegos de Halloween. Las nueces, por su forma eran uno de los frutos favoritos.

Este juego requiere paciencia pero el resultado es tan agradecido que merece la pena. Se abrían las nueces con mucho cuidado y se le quitaban los frutos, dejando las cáscaras lo más intactas posibles. Se reservaban los frutos y se rellenaban las nueces con otras pequeñas golosinas o caramelos caseros y se volvían a cerrar, pegando las dos partes de las nueces con, por ejemplo, azúcar caramelizado o un glaseado.

Las nueces se esparcirían por el suelo y los niños deberían cogerlas y abrirlas – siempre se reservarían unas cuantas por si alguno de los pequeños cogía pocas o ninguna, ya que ningún niño debía quedar sin diversión. En el momento en que abrían las nueces y descubrían golosinas la estancia se llenaba de algarabía. Más tarde, los pequeños también darían buena cuenta de las nueces, tomándolas solas o con miel. Otra variante consistía en llenar las nueces con diminutos juguetes hechos por los mayores de la familia.

Fuera cual fuera el “relleno” de las nueces la diversión estaba asegurada.

Un barquito con la cáscara de nuez predice mi futuro

Este título es una interpretación del popular juego de lanzar cáscaras de nueces en barreño lleno de agua. Estas nueces se podían adornar con una pequeña vela para semejarlas a barquitos veleros.

Dependiendo del comportamiento de los barcos en el agua se podía interpretar el futuro: si el barco se hundía, el futuro del poseedor del barco no iba a ser muy halagüeño; por el contrario, si el barco seguía su travesía sin hundirse, significaría una vida feliz y estable.

Si dos barcos se cruzaban sin tocarse, sus propietarios estaban destinados a ignorarse en el futuro; si los barcos chocaban, las personas que los habían lanzado se encontrarían en algún periodo de sus vidas compartiendo intereses, negocios o amor y si los barcos navegaban juntos, sus dueños estaban predestinados a vivir juntos una vida feliz, acompañándose en cada momento.

Si un barco navegaba solo por los bordes del barreño, sin ir hacía el centro, donde se encontraban el resto de los barcos, predecía una vida solitaria y, quizás, una soltería de por vida; si el barquito de nuez tocaba frecuentemente los bordes, su poseedor tendría una vida de aventura, y viajaría por todo el mundo.

Y si un barquito se hundía significará no solo que el amor no será correspondido, sino que esa persona permanecerá soltera y sola ¡para el resto de su vida!

The Nut Crack Night

Este juego era uno de los favoritos de los jóvenes de la casa, ya que era un juego de predicción de futuro que vaticinaba si dos jóvenes estaban destinados a tener un amor verdadero o solo una bonita amistad.

Los elementos necesarios para jugar eran una parrilla y avellanas o castañas. Los jóvenes se sentaban a ambos lados de la parrilla, que previamente se había calentado, y, cada uno de ellos colocaba uno de los frutos sobre la parrilla. Si los frutos se quemaban lentamente hasta convertirse en cenizas la amistad duraría para siempre e incluso podría convertirse en amor duradero o un matrimonio feliz. Si, por el contrario, los frutos estallaban, la relación sería un reflejo de ese estallido, y no solo no duraría sino que acabaría de un modo conflictivo.

Quemando nueces, ¿cuál será nuestro futuro?

The auld gudewife’s weel hoarded nits
Are round and round divided,
And monie lads’ and lasses’ fates
Are there that night decided.
Some kindle, couthie, side by side,
And burn thegither trimly;
Some start awa’ with saucy pride,
And jump out-owre the chimlie.

Cada miembro de una pareja elige una nuez entera. Ambas nueces se ponen al fuego. Cada uno observa atentamente cómo se van quemando las nueces: si se queman lentamente, si se rompen o si ambos lados de la nuez se separan. Dependiendo de cómo respondan las nueces al fuego, así será su relación.

Rituales y juegos con manzanas

  • La manzana me dirá el nombre de mi amado

Aquel joven o aquella joven que quiera saber por qué letra comenzará el nombre de su futura pareja tendrá que pelar una manzana de una sola vez. Cuando termine tendrá que lanzar la monda de la manzana por encima de su hombro izquierdo.

Cuando caiga en el suelo dibujará la forma de una letra en el suelo. Esa letra será la inicial del apellido de su enamorado o enamorada.

  • Bobbing the apples

Se escogían varias manzanas rojas y apetitosas y se dejaban flotar en un barreño con agua; los participantes del juego debían poner los brazos a su espalda y sumergir sus cabezas en el barreño para coger las manzanas con los dientes. ¡La diversión estaba asegurada!

  • Manzanas a la hoguera

Para atraer al verdadero amor, se comía una manzana asada y se echaban al fuego el corazón y las semillas mientras se cantaba:

    “One, I love, two, I love, three, I love, I say,
Four, I love with all my heart,
Five, I cast away;
Six, he loves, seven, she loves, Eight, they both love.”

Otros juegos y bromas

El ovillo de lana que emparejará a los invitados

En una jornada informal y festiva en la que el protocolo se suavizaba ¡qué mejor manera de sentar a la mesa a los invitados que mediante un divertido juego!

La anfitriona dispersaba a los invitados por las diferentes estancias de la casa y les entregaba el cabo de un ovillo de lana a cada uno de ellos. Dos cabos de lana pertenecían al mismo ovillo y el juego consistiría en encontrar a la persona cuyo ovillo coincidiese. Para dificultar el encuentro, el largo ovillo se habría enrollado en muebles, extendido por las habitaciones y entremezclado con los ovillos de otros participantes, todo con el fin de que los propietarios de los ovillos recorrieran la casa y se divirtieran encontrando a su pareja.

De todos modos, la propietaria nunca dejaría nada al azar, encargándose de que dos cabos que estuvieran unidos no pertenecieran a comensales que pudieran tener ciertas rencillas entre ellos, y, si se sentaran juntos, su evidente malestar pudiese arruinar la reunión.

Trick or Treat – truco o trato – ¡cuidado con lo que eliges!

Aunque la frase “truco o trato” suele ser la primera la que se nos viene a la cabeza cuando pensamos en Halloween pocos saben lo que pasará si no aceptamos el trato y nos decdimos por el truco.  Cuenta la tradición que siempre debemos escoger el trato ya que en caso de no aceptarlo Jack O’Lantern, un ser maligno con cuerpo humano y cabeza de calabaza, podría maldecirnos. Según cuenta la leyenda irlandesa, un borrachín llamado Jack y apodado Jack Stingy engañó al Diablo para que pagara su bebida, atrapándolo en una moneda. Pero el Diablo más astuto que Jack se venga y condena a su espíritu durante toda la eternidad por la tierra. Para poder seguir enredando en la tierra Jack coloca dentro de un nabo tallado un carbón ardiendo, creando el personaje malvado de Jack O’Lantern. Si no aceptas el trato tendrás que vértelas con él.

¿Dónde está mi ganado? ¡En el tejado!

Dentro de las bromas desagradables de Halloween una de las más celebradas era la del “robo” de ganado y aperos de labranza. Durante la noche de Halloween, jóvenes y no tan jóvenes sustraían aperos de labranza, carros y animales del establo y ¡los subían a los tejados de las casas y graneros! A la mañana siguiente el granjero se encontraba con la desagradable escena que para él no era divertida en absoluto.

Me llevo tu puerta y se escapan tus animales

Una broma mucho más pesada consistía en robar las puertas de los campos y los cercados y abrir los establos y caballerizas. Después se azuzaba a los animales para que salieran. No era agradable levantarse por la mañana y ver que todos los animales se habían escapado; solo quedaba salir a buscar a los animales perdidos por os campos.

Estas chanzas provocaron no pocos altercados entre los granjeros y los jóvenes bromistas, ya que los primeros no dudaban en pasar la noche en vela, muchas veces armados con escopetas llenas de sal,  para evitar que los muchachos llevaran a cabo su inocentada de Halloween.

Los tres platos: decidme si me casaré con una bella doncella

En una mesa se colocaban tres platos: uno lleno de agua limpia, otro con agua sucia y otro vacío. A uno de los participantes en el juego se le vendaban los ojos y se le conducía hacia la mesa en la que estaban los tres platos.

A ciegas la persona escogía uno: si su elección era el plato con agua limpia se casaría con una bella dama, si el elegido era el que contenía agua sucia sería viudo, y si la suerte le llevaba hacia el vacío sería un amargado solterón.

Este ritual podía intentarse tres veces, previo cambio de sitio de los platos.

La dama frente al espejo: espejo, muéstrame el rostro de mi amado.

On Halloween look in the glass,

your future husband’s face will pass

Una de las tradiciones más populares entre las jóvenes era la de tratar de conocer cual sería el rostro de su futuro marido.

Para ello, la joven se encerraba en una habitación a oscuras, con la única luz de una vela iluminando el cuarto, y se colocaba frente al espejo. La superstición decía que al iluminar su imagen frente al espejo, a su lado, se reflejaría la imagen de su futuro marido.

A este ritual, a veces se le añadía un elemento adicional: la joven además de iluminar su imagen con una vela en el espejo debía ¡estar comiendo una manzana!

Mojé manga de mi camisa en el río: mi futura pareja aparecerá para secarla

Go to a south-running stream,

and dip your sleeve in it at a spot

where the lands of three lands come together

Una superstición escocesa contaba que la noche del 31 de octubre un joven o una joven debían mojar la manga de su camisa en un arroyo donde las tierras de tres tierras se unían. Al llegar a casa tenía que colgar la manga cerca del fuego para que secara, en un lugar que pudiese ver desde su cama.

No podía dormirse porque durante la noche una aparición tendría lugar en el lugar en el que había dejado la manga: su futuro esposo o esposa aparecería para retorcer la manga para intentar que se secase.

Caminando en la oscuridad

Una dama debía caminar hacia atrás en la oscuridad, hacia el sótano, con la única iluminación de una vela en su mano derecha y un espejo en su mano izquierda, mientras recitaba una y otra vez:

    ” Appear, appear, my true love dear,
Appear to me to-night,”

Antes de alcanzar el final de la escalera el rostro del amado se reflejaría en el espejo.

¿Fundimos plomo? Sus formas nos dirán nuestro futuro

Este juego me parece un poco más complicado e implica poderes de adivinación o mucha imaginación…

Fundimos un objeto de plomo y dejamos que el fundido se vierta a través de la manija de una llave cayendo sobre un bol de agua limpia. Las formas que forme el plomo serán un reflejo de lo que nos depara nuestro futuro.

¡Feliz Halloween! ¡Feliz Samaín!

Las flores de Pascua

Celebramos el Domingo de Pascua con una de las tradiciones favoritas de los victorianos: ornamentar y obsequiar con flores llenas de simbología.

El lirio de los valles

El lirio de los valles era una de las flores que mejor representaban la Pascua victoriana. Esta bella flor es nombrada recurrentemente en varios pasajes bíblicos, de ahí su gran simbología en la tradición cristiana.
Se dice que las lágrimas que Eva derramó cuando ella y Adán fueron desterrados del Edén se transformaron en el lirio de los valles. Esta tradición es muy similar a la que cuenta como las lágrimas de dolor de María, al ver a su hijo en la cruz, se convirtieron en estas bellas flores que representan el amor inmenso de una madre por su hijo.

Esta flor también simboliza la segunda venida de Cristo. Por este motivo, los victorianos la escogieron como flor pascual. Durante el domingo de Pascua, era tradición adornar las casas con ramos de lirios blancos. En las iglesias no faltaban adornos florales en las que el blanco inmaculado de la flor era el protagonista, y muchos feligreses acudían a los servicios religiosos con pequeños ramilletes de lirios blancos en las solapas de sus abrigos o en sus manos, para después ser dejados en el altar como ofrenda a Jesús.

La flor tenía otros significados paganos como su supuesto poder de ahuyentar a los malos espíritus y atraer la fortuna y protección a las familias, por lo que era muy popular entre los victorianos, siempre dispuestos a mezclar creencias religiosas y paganas y convertirlas en tradiciones simbólicas.

El narciso

El narciso es otra de las flores con una arraigada tradición pascual. Considerado un símbolo del amor eterno e incondicional anuncia la llegada de la primavera. En la tradición cristiana es una alegoría del renacimiento y de la renovación, por lo que tiene gran protagonismo en el periodo de Semana Santa, y en la Pascua de Resurrección como representación de la una nueva vida y esperanza.

Por su fragancia suave y su llamativo color era una de las flores preferidas por los victorianos para expresar deseos de felicidad; por este motivo se le ofrecía a los novios el día de su boda. Nunca se debía regalar un solo narciso, sino varios. Un narciso solitario expresaba lo contrario a su simbología, y predecía una vida desgraciada y desafortunada.

Aunque el narciso más tradicional es el de color amarillo brillante con corolas grandes y centro en forma de trompeta, los narcisos blancos, con suave tono anaranjado o amarillos pálidos eran, asimismo, frecuentemente regalados como símbolo de amistad.

La azucena blanca

«Considerad los lirios cómo crecen: no labran, no hilan; y sin embargo os digo que Salomón, con toda su gloria, no se vistió como uno de ellos». (Lucas 12:27)

La azucena blanca, también conocida como lirio de Pascua o Easter Lilly, simbolizaba la pureza, la inocencia y la nueva vida. Su popularidad fue mayor entre los cristianos americanos, sobre todo estadounidenses, que europeos ya que la flor fue importada desde las islas Bermudas a los Estados Unidos, donde se empezó a comercializar.

La belleza de la flor y su floración entre los meses de marzo y abril, la convirtieron en imprescindible en los altares de las iglesias durante la Pascua. La vestimenta de los clérigos católicos, con sus casullas de inmaculado blanco y brillante amarillo hicieron que los fieles identificaran todavía más a esta planta con las celebraciones religiosas. Aunque debemos matizar que es probable que los «lillies» de los que se hablan en los pasajes de la Biblia, como el que reproducimos del Evangelio de Lucas, no sea la azucena blanca sino el lirio del valle.

El Irish Linen y las spinsters: las hilanderas irlandesas que hilaban el lino victoriano

Como cada año, en La Casa Victoriana, celebramos el día de San Patricio recordando un hecho o tradición relacionado con la preciosa isla esmeralda.

En primer lugar, me gustaría aclarar el uso de la palabra spinster, término que en la actualidad se traduce como“solterona”, para evitar provocar cualquier tipo de malentendido, por lo despectivo de la palabra. En el contexto de esta entrada, una spinster es una mujer que maneja la rueca de hilar, la spinning wheel en lengua inglesa y cuya traducción en español sería hilandera.

El término spinster, se utilizó tiempo más tarde, para definir a una mujer que no estaba casada o que tenía una edad avanzada – siempre en el contexto de la época – y no tenían expectativas de contraer matrimonio. Con el tiempo se fue convirtiendo en un término ofensivo y hasta insultante, pues se identificaba con una mujer de mediana edad o mayor, no casada y con un carácter agrio o triste, dependiendo de las circunstancias en las que fuera presentada.

Aclarado el término, La Casa Victoriana dedica este año el Día de San Patricio a todas las mujeres irlandesas que fueron las impulsoras de un oficio artesano que ha pervivido a lo largo de los siglos dejando muestras de unas manifestaciones artísticas menores pero no por ello menos bellas.

Woman At A Spinning Wheel – Platt powell Ryder

En el siglo XIX, en pleno auge de la industria textil, la nobleza y la burguesía demandaban tejidos de alta calidad para la confección de sus ropa y ajuar doméstico. La planta del lino proporcionaba uno de los tejidos de más populares, no sólo por su suavidad y resistencia sino por su gran versatilidad. No en vano, la producción de lino para diferentes ámbitos comerciales y económicos, ha quedado registrada históricamente desde hace más de 4000 años.

Irlanda, y más concretamente la zona norte de la isla, hizo del cultivo y posterior procesamiento del lino dos de las bases en las que se asentaba su economía, llegando a convertirse en uno de los mayores productores de la planta a nivel mundial, y en el principal proveedor de los países europeos y de su industria textil. La producción de lino se convirtió en el sustento de pueblos enteros que dependían casi por entero del cultivo de la planta y del trabajo en los molinos para su procesado. Toda la familia trabajaba en la industria del lino, incluidos los niños que aportaban un salario extra a los ingresos familiares.

The spinning wheel – Giovanni Battista Torriglia

Uno de los éxitos del lino irlandés radicaba en la pericia de las spinsters, las tejedoras que manipulaban el lino en ruecas o bien en husos. La rueca era una rueda en la que se hilaban las fibras para separarlas lo más finamente posible. Un huso era una pico recto, generalmente de madera o hueso, que se utilizaba para hilar. En su parte superior tenía un objeto esférico llamado espiral para que el hilo no se saliera del pico. Muchos husos tenían un gancho o una ranura, como la de una aguja de coser, para guiar las fibras de hilo.

El trabajo de las hilanderas destacaba por el modo en la que hilaban las fibras de lino en finísimos hilos, que después eran tejidos en los telares, dando las telas de lino resultantes para ser utilizados en la industria de la confección. Este oficio, que se transmitía de madres a hijas, era tan demandado por la industria que, a pesar de que familias enteras se dedicaban a este menester, no era suficiente para la cantidad demandada y, además, encarecía el producto, pues tardaba bastante tiempo en llegar a los telares. Por este motivo, las industrias textiles idearon una fórmula de producción que tuvo gran popularidad en el siglo XIX.

Girl at a Spinning Wheel- H Harcourt

Los empresarios promovieron que las familias tuvieran sus propios campos de cultivo, recogieran el lino y lo hilaran y tejieran en sus propios telares. Una vez tejido, los empresarios los adquirirían a las familias para posteriormente procesarlos y venderlos a las empresas de confección. Como las familias irlandesas no disponían del dinero suficiente para la adquisición de la maquinaria, los telares fueron proporcionados gratuitamente, aunque siempre con supervisión por parte de los empresarios, con el fin de comprobar que se utilizaban correctamente y lo producido se le vendía íntegramente a ellos.

El negocio era tan rentable que las spinsters pronto comenzaron a contratar muchachas como aprendices para poder producir más cantidad y más rápido sin que la calidad del hilado se deteriorara, ya que comenzaba a circular una variedad de lino directamente tejido, sin previo hilado a mano. Esta mecanización conseguía una producción mayor pero también unas fibras más gruesas y toscas que bajaban el precio del tejido.

Sunshine – Robert Thorburn Ross

La ropa de cama victoriana o las piezas de mantelería confeccionadas con lino irlandés, habitualmente adornadas con bordados o brocados eran consideradas una muestra de exquisito gusto y lujo debido a su trabajo de hilado y su suavidad al tacto. Una familia victoriana de alto estatus siempre engalanaría su mesa con un mantel de procedencia irlandesa o adornaría sus mesitas y tocadores con tapetes de lino de Irlanda.

El arte de las spinsters, se hizo tan popular durante la época victoriana que hasta la mismísima Reina Victoria tenía su rueca particular y no dudaba en dejarse fotografiar llevando a cabo tan doméstica labor.

Con el tiempo la labor de las spinsters fue perdiendo competitividad frente al trabajo mecanizado y a la producción en serie, ya que a los costes de producción eran más baratos y eso repercutía en los precios de venta al público que los empresarios podían ofrecer y que se traducía en un incremento en las ventas. El mecanizado y la llegada de lino de países en los que los salarios eran mucho menores, abarató y democratizó el acceso a los productos confeccionados de lino, a costa de un detrimento de la calidad de los mismos. Los campos de cultivo y los molinos fueron abandonados y las familias se dedicaron a oficios mucho más rentables económicamente y que exigían menor laboriosidad. Afortunadamente, el oficio no se perdió pero quedó relegado al concepto de artesanía tradicional.

En la actualidad, el sello de calidad de Irish Linen sigue teniendo el prestigio de un producto de excelencia. Aunque el lino no sea de cultivo autóctono irlandés, la condición para la obtención de la denominación Irish Linen es el hilado y la separación de las fibras de modo manual y artesanal y, por supuesto, un resultado de una belleza y delicadeza inigualables.

Fotografía Vía Pinterest

El arte del coqueteo con el pañuelo

A Reclining Lady With A Fan – EleuterioPagliani

El honor y la virtud eran dos cualidades morales que se consideraban inherentes a toda dama victoriana. Cualquier desliz podía empañar la reputación de una mujer de manera irreversible con consecuencias fatales para un futuro casamiento o para su matrimonio, poniendo en entredicho, además, la honra de su familia. Pero la pasión amorosa y la discreción no siempre conseguían ir de la mano, por lo que las jóvenes, y no tan jóvenes, tenían que idear modos de comunicarse con sus amados que no llamasen demasiado la atención. Uno de estas maneras de comunicarse era por medio de los pañuelos, cuyo uso era bien distinto del que la funcionalidad con la que los asociamos en la actualidad.

En un primer momento el uso del pañuelo como complemento de vestuario se consideró muy atrevido, ya que este pequeño cuadrado de tela y encaje era más propio de los tocadores y se identificaba con la intimidad femenina más que con la exhibición y el coqueteo.

Un pañuelo no se utilizaba para algo tan vulgar como sonarse, sino que era uno de los regalos más preciados que podían recibirse. La razón era que un pañuelo era un objeto preciado, con un significado más allá de lo material. Las damas bordaban sus iniciales o un pequeño mensaje en él para dárselos a sus seres queridos o a su amado. Estos mensajes eran algo más que una letra o una frase bordada, era una labor cuidadosa, hecha con mimo, preparada con tiempo, dedicada y personalizada en la que la dama mostraba sus habilidades con la aguja, aprendidas tras horas de dedicación y esfuerzo.

Otro de los motivos que acompañaban a estas iniciales o mensajes eran pequeñas flores y ramilletes de vivos colores bordados en una de las esquinas. Las iniciales estaban bordadas con letras de bonita caligrafía – incluso había modelos para traspasar a la tela y hacer más fácil el bordado. La elección de las flores, que iban acompañando a las iniciales o bien solas no eran casuales y siempre en colores delicados, nada estridentes, trataban de transmitir un mensaje siguiendo el lenguaje victoriano de las flores, violetas como signo de lealtad, margaritas simbolizando la pureza e inocencia, rosas como recordatorio de un amor verdadero y apasionado o campanillas expresando esperanza, eran las más comunes.

Otros motivos como una casa, una cesta, un árbol, un carro podían ser los protagonistas del bordado, dependiendo del mensaje que se quisiera transmitir con la entrega del pañuelo. Algunas damas preferían el petit point o punto de cruz para realizar sus pequeños dibujos. Este tipo de puntada era el preferido si el pañuelo iba a ser entregado a un niño.

Algunas veces se punteaban los extremos con vivos colores o simplemente se le añadía un bonito encaje, bordeando los extremos o simplemente en una de las esquinas. El encaje era caro y no todas las damas dominaban la técnica de empleo de este delicado tejido para unirla a la tela, lo que convertían a los pañuelos con encaje en piezas valiosas más allá del coste material de los materiales de confección.

Household duties – Franz Xaver Simm

Los encajes franceses y belgas eran reconocidos por sus filigranas y su minuciosidad, así como por su gran calidad y elevado precio; pero los británicos preferían encajes ingleses e irlandeses, que aunque menos demandados en Europa eran de extraordinaria belleza y denotaban un trabajo de alta precisión en su elaboración y posterior aplicación. Algunos ejemplos de estos preciosos encajes eran:

  • El encaje inglés, también conocido como encaje inglés, era de los más populares. Este encaje se cosía sobre una tela blanca con hilo de color blanco, consiguiendo un efecto casi tridimensional.
  • Los encajes de Limerick, localidad irlandesa, famosa entre otras cosas por la belleza de sus encajes y sus depuradas técnicas de confección. Los más destacados eran los encajes realizados con needlerun, un delicado trabajo de bordado sobre tela de tul, con puntadas a la carrera con una aguja de coser. En este tipo de encaje se dejaban huecos en los diseños que se rellenaban posteriormente con meticulosas puntadas diferentes para lograr un conjunto armonioso y elegante. En Limerick también se confeccionaba el Tambour lace, un tipo de técnica realizada igualmente sobre tul, pero mientras que en la técnica needlerun se utilizaba la aguja, aquí se utilizaba un gancho para crear la decoración del encaje. El nombre tambour viene del objeto que se utilizaba para estirar el tul y facilitar la puntada de gancho, un gran aro muy similiar a un bastidor.
  • También en Irlanda, pero un poco más hacia el sur, en la localidad marinera de Youghal, se confeccionaba uno de los encajes más demandados por las damas de la alta sociedad, como símbolo de estatus y elegancia. El hilo con el que se creaba este exquisito encaje era finísimo, literalmente, incluso más que el cabello humano, lo que daba lugar a unas piezas muy delicadas, de altísima calidad que había que tratar y guardar con sumo cuidado.

Aquellas mujeres que no podían permitirse estas delicatessen de la costura se conformaban con el Irish crochet, piezas de ganchillo, igualmente bellas pero menos delicadas, al alcance de cualquier familia, pero con las que una dama de buen gusto podía lograr un diseño realmente bello.

Waiting For The Ferry – Thomas Brooks

Con la llegada de la Revolución Industrial y el desarrollo de las fábricas textiles, la confección de encaje se hacía de manera industrial y no artesanal. Aunque la calidad, evidentemente no era la misma, consiguuió que los precios fueran muy inferiores y estuvieran al alcance de cualquier mujer. Esto popularizó la técnica del tape lace, que consistía en la unión de diferentes piezas de encaje para lograr un conjunto armonioso.

El modo de confeccionarlo dependía del buen gusto de la dama, pero, contrariamente al gusto victoriano por lo recargado, los pañuelos solían ser delicados y elegantes. Las familias guardaban los pañuelos bordados como pequeños tesoros familiares que pasaban de una a otra generación, las damas los guardaban en sus cajitas de labor o en estuches adaptados para que la humedad no los estropeara y se conservaran en la mejor condición.

Un pañuelo en las manos de una dama evitaba que esta mostrara su nerviosismo y resultaba un apoyo para tener sus manos ocupadas y mostrar serenidad, pero, además, fue uno de los complementos más utilizados para la comunicación entre los amantes, elaborando con suaves y discretos movimientos un complejo código amoroso en el que se incluía desde el coqueteo, hasta la advertencia e, incluso, el enfado y una ruptura elegante.

El lenguaje del coqueteo con el pañuelo implicaba una serie de movimientos, cada uno con su propio significado, que todo pretendiente o amante debía conocer:

Pasarlo por los labios: Estoy deseando conocer a alguien.
Pasarlo por los ojos: Lo siento.
Ponerlo en la mejilla: Te quiero.
Ponerlo en la frente: Nos observan.
Pasarlo por las manos: Te odio.
Dejarlo caer: Seremos amigos.
Doblarlo: Deseo hablar contigo.
Apoyarlo en la mejilla derecha: Sí.
Apoyarlo en la mejilla izquierda: No.
Ponerlo sobre los ojos: Eres cruel.
Poner las esquinas opuestas en ambas manos: Espérame.
Pasarlo por encima del hombro: Sígueme.
Colocarlo en la oreja derecha: Has cambiado.
Tomándolo por el centro: Eres demasiado voluntarioso.
Girarlo con ambas manos: Indiferencia.
Girarlo con la mano izquierda: Deseo librarme de ti.
Girarlo con la mano derecha: Amo a otro.
Girarlo alrededor del dedo índice: estoy comprometida.
Girarlo alrededor del tercer dedo: estoy casada.
Agitarlo cerca de alguien una vez: eres un seductor.
Agitarlo cerca de alguien tres veces: Váyase al diablo.
Pasarlo sobre por encima de la cabeza: Váyase lejos.
Meterlo en el bolsillo: No más por ahora.

Tea Time Calendar 2021

Como cada año, La Casa Victoriana regala a todos sus seguidores y amigos una nueva edición del nuestro almanaque victoriano. En esta edición lo dedicamos a la hora del té. ¡Esperamos que os guste!

If you are cold, tea will warm you;
If you are too heated, it will cool you;
If you are depressed, it will cheer you;
If you are exhausted, it will calm you.
William Gladstone

Un té victoriano seguía escrupulosamente una serie de protocolos y etiquetas, que incluían desde la invitación, al vestuario, los refrigerios y, por supuesto, los horarios, que hacían de cada reunión un momento diferente. Los principales momentos para tomar el té eran:

Elevenses – Las 11:00h eran el momento indicado para tomar una buena taza de café. Como el café no era del gusto de todos los victorianos – tampoco se sabía cómo preparar un café de calidad, ya que se solía mezclar con exageradas cantidades de achicoria – muchos británicos optaban por una taza de té. Esta taza revitalizante se acompañaba de un aperitivo ligero compuesto por un surtido de productos de bollería que incluían bizcochos, scones, madalenas o galletas.

No hay una tradición registrada en la literatura de los siglos XVIII y XIX sobre la costumbre de los elevenses, pero sí en la del siglo XX en la que aparece más como un hábito que como una tradición.

Afternoon Tea – En el afternoon tea, además de tazas de exquisito té, se servía una merienda en la que no podían faltar los riquísimos scones, que podían rellenarse con mermeladas, crema de limón o nata agria, emparedados de varios tipos y dulces surtidos. El afternoon tea, se conocía también como Low Tea, ya que los invitados se sentaban en sillones bajos con mesas laterales a la altura de los sillones en las que se colocaban las tazas .

Cream Tea – La cream tea era una reunión informal, muchas veces familiar. En una Cream Tea se servían solo scones y clotted cream – aunque en alguna mesa se añadía mermelada de fresa casera.

La gran protagonista de de un Cream Tea es la clotted cream, una tentación exquisita, densa, parecida a una mantequilla suave con más de un 55% de materia grasa. Ni su sabor ni su textura es similar a la nata montada que solemos preparar en casa o encontrar en nuestros establecimientos de alimentación. Esta nata, originaria de los condados de Devon y Cornualles, se obtiene del calentamiento prolongado al baño maría de la leche de vaca y su posterior enfriamiento hasta la formación de la nata en forma de coágulos.

Debido al uso de esta peculiar nata, el Cream Tea también se denomina Devonshire Tea o Cornish Tea, aunque entre una y otra denominación hay una sutil diferencia.: si en nuestro scone untamos primero la nata y después la mermelada estaremos asistiendo a Devonshire Tea, pero si lo hacemos al contrario nuestro té sería un Cornish Tea.

La novedosa costumbre de procurar una bandeja de fresas frescas se hizo tan popular en algunas reuniones decimonónicas que este momento para la degustación del té pasó a denominarse Strawberry Tea.

High Tea – La denominación de High Tea nos da una falsa apariencia de té elegante, con vajillas de porcelana y damas y caballeros con sus mejores galas sorbiendo té en torno a una mesa llena de deliciosos aperitivos , pero nada más lejos de la realidad.

De un High Tea disfrutaban tanto las clases altas como las clases más humildes porque si tuviéramos que definirlo con una palabra sería la popular «merienda-cena» que se disfrutaba alrededor de las 6 de la tarde cuando los trabajadores volvían a casa, o las familias de cualquier clase social se reunían en torno a la mesa para disfrutar de una taza de té y de una comida caliente.

En un High Tea se degustaban platos de carne fría, pescados hervidos, patatas, pasteles de carne y diferentes piezas de pastelería. Realmente podríamos denominarla «una cena» en toda su extensión. Las familias adineradas y con servicio solían tomarlo los domingos para que las criadas y los mayordomos tuvieran tiempo de ir a la iglesia y no se preocuparan de preparar la cena para la familia.

Además de estas modalidades, hay otras variantes a la hora del té, como Light Tea, Full Tea o Royal Tea.

Light Tea es una versión ligera del Afternoon Tea, donde la gran cantidad de acompañamientos se reducen a bollería y otros dulces acompañados de té.

Full Tea se compone de que incluye sándwiches variados, entre los que no puede faltar el de salmón y pepino, y postres variados. La inclusión de canapés y sandwiches en este servicio le otorgan la denominación de «Té Completo»,.

Royal Tea no se diferencia mucho del Full Tea porque ofrece las mismas viandas y dulces pero la adición al menú de una copa de champán, de vino dulce o jerez da a este té la distinción de ser llamado «té real».

Puedes descargar nuestro Calendario 2021 pinchando en cada una de las imágenes y escogiendo la opción «Guardar como imagen».

New Year’s Day Open House: el día de las visitas de Año Nuevo

El New Year’s Open House era una tradición celebrada en muchas casas victorianas, principalmente en Estados Unidos, en la que los caballeros solteros visitaban las casas de sus allegados y conocidos para conocer a jóvenes casaderas.

Estas visitas no se realizaban de un modo casual sino que requerían de una preparación previa que implicaban una invitación no explícita y una visita planificada. Unos días antes del día de Año Nuevo, las familias con hijas en edad de casarse publicaban en los periódicos que, en esa fecha, su casa estaría abierta para recibir a los posibles pretendientes. De este modo, cualquier caballero que desease solicitar la atención de una dama y el permiso paterno para cortejarla podía consultar las listas publicadas en los periódicos para comprobar si la casa de su joven deseada estaba disponible para la visita.

Una de las condiciones para que el caballero pudiera acceder a la casa era tener una tarjeta de visita; esta le proporcionaba una forma de presentación ante la familia que podía saber quién era y a qué se dedicaba.

Una vez en la casa, se presentaría, el sirviente cogería su abrigo y sombrero y le conduciría al salón, donde sería recibido por los padres de la joven, sus hermanos y los familiares más allegados. Una vez allí, tendría alrededor de 15 minutos para presentarle sus respetos a la dama, presentarse ante la familia y mostrar sus pretensiones con respecto a la muchacha. Mientras estaba en la casa se le ofrecería un ligero refrigerio, ya que se le trataría como a un invitado.

Tissot, James; Hush!; Manchester Art Gallery

Poco a poco esta costumbre fue perdiendo su originaria esencia – que jóvenes casaderas conocieran a caballeros deseosos de formar una familia – para convertirse en casi una desagradable parodia en la que caballeros sin ningún interés en las jóvenes trataban de visitar el mayor número de casas posibles para comer y beber y todo lo que pudieran, llegando incluso bebidos a alguna de las visitas. Para las jóvenes damas era una fecha para competir entre ellas, siendo su máxima preocupación «coleccionar» tarjetas de visita de pretendientes para mostrar a sus amigas lo populares que eran.

A finales del siglo XIX, esta tradición fue desapareciendo porque los padres preferían buscar pretendientes entre los conocidos y solo permitían la entrada a aquellos que venían con algún tipo de recomendación de los allegados y familiares, sustituyendo las «morning calls» del día de Año Nuevo por las «family calls» de la fiesta de celebración de fin de año.

¡La Casa Victoriana os envía los mejores deseos para el año que está a punto de comenzar!

El Christmas pudding, una delicia navideña

«¡Supongamos que no esté bien cocido! ¡Supongamos que se rompa al sacarlo! ¡Supongamos que alguien haya saltado la pared del patio y lo haya robado mientras festejábamos la oca! – suposición que puso lívidos a los dos jóvenes Cratchit. Toda clase de horrores fueron supuestos.
¡Vaya! ¡Mucho vapor! El pudding se sacó del barreño. ¡Un olor como el de los días de hacer colada! Era el paño. Un olor como el de un restaurante situado al lado de una confitería y una lavandería. Era el pudding. La señora Cratchit volvió en medio minuto, acalorada pero sonriendo con orgullo, con un pudding como una bala de cañón moteada, denso y firme, flambeado con la mitad de medio cuartillo de brandy y adornado con acebo en la parte superior.»

Cuento de Navidad. Charles Dickens.

Los orígenes

‘The plumb-pudding in danger: – or – state epicures taking un petit souper’ National Portrait Gallery

El Pudín de Ciruela inglés, o Christmas Pudding, servido al final de un banquete navideño, es uno de los platos más destacados de todo menú victoriano que se precie. La historia de este famoso postre, al igual que su receta, es realmente curiosa e intrigrante.

En un primer momento, este plato era un entrante y no un dulce. Se cree que la receta original era celta y consistía en una mezcla de especias de trigo descascarado hervido en leche. A mediados del siglo XVII, las gachas de ciruela o el potaje de ciruela se asemejaban a una sopa espesa. Sus ingredientes principales eran avena y frijoles; también se le agregaban restos de carne y pescado para darle sabor . Este puré se servía para acompañar el plato principal de carne y se comía con cuchara.

Con el tiempo, los ingredientes básicos fueron cambiando y se añadió carne de cordero y de vaca hervida al caldo, complementándolo con migas de pan, pasas y ciruelas pasas, vino, especias, jengibre y clavo. Debemos tener en cuenta que la receta cambiaba según las necesidades y recursos de cada hogar, y, sobre todo, que los victorianos utilizaban la palabra “ciruela” para referirse tanto a ciruelas secas, como a pasas y grosellas.

Los 13 ingredientes del pudding

Una de las leyendas referidas al Christmas pudding es que debe tener 13 ingredientes, ni uno más ni uno menos. Supuestamente esta afirmación se atribuye a la Iglesia católica, que decretó el empleo de este número de ingredientes haciendo referencia a Jesús y los 12 apóstoles. La proclamación de este decreto nunca se ha podido confirmar y se duda que haya existido en algún momento histórico.

Fuera o no verdad, muchas familias utilizaban 13 ingredientes para la elaboración del pudding. Los 13 elementos más utilizados eran: zumo de limón o de naranja, harina, pan rallado, especias, sebo de riñón de vaca, huevos, frutas secas, miel o melaza, manzanas, almendras, cáscara confitada, brandy y azúcar.

King George Pudding: la tradición de Georgie Porgie

Otra de las historias sobre este plato hace referencia a la petición del rey Jorge I que pidió que se sirviera pudín de ciruelas como parte de la fiesta real durante su primera Navidad en Inglaterra, en el año 1714. A causa de esta petición ha pasado a la historia como ‘el rey pudin’. Incluso hay registros de la hora exacta en la que el nuevo rey probó el plato por primera vez: a las 6 pm del 25 de diciembre de 1714. Esta curiosa historia del Pudding King solo aparece recogida en el Pudding Book de May Byron, pero que no haya evidencias de su certeza no implica que el rey haya pasado a la historia como el introductor del pudding de ciruelas en Gran Bretaña e Irlanda e incluso, en la actualidad, se vendan pudding hecho con la receta «original» del pudding que se le sirvió.

Por qué Oliver Cromwell prohibió el pudding

La llegada de Cromwell al poder en 1640, después de la Guerra Civil inglesa trajo malos tiempos para la Navidad y, aunque parezca increíble, para el Plum Pudding. El gobernante que se definía como puritano, aplicó sus creencias religiosas estrictas al gobierno del país y a la redacción de las leyes. De acuerdo con las ideas de su fe, la Navidad, al igual que la Pascua eran fiestas católicas irrelevantes e innecesarias, que a lo único que incitaban era al pecado, al consumo de alcohol y al libertinaje.

Para proteger a la sociedad del país de prácticas perversas e inmorales se propuso la prohibición de la Navidad, y todo lo que conllevaba la festividad, incluidas las comidas tradicionales como el pudin de ciruela, que fue declarado ilegal. Cualquier iglesia o sacerdote que celebrara un oficio religioso sería detenido inmediatamente. Del mismo modo, aquel que fuera sorprendido haciendo o comiendo el popular pastel podía ser multado y enviado a prisión. La prohibición de la Navidad trajo un descontento social que desembocó en las protestas conocidas popularmente como Plum Pudding Riots.

La Navidad continuó celebrándose, aunque en secreto, hasta que el rey Carlos II la reinstauró en 1660, y el pudin sobrevivió como plato tradicional hasta convertirse en el siglo XIX, en el postre que conocemos.

El Stir-up Sunday

“Stir up, we beseech thee”, and be “plenteously rewarded [with] the fruit of good works” (“Remueve, te lo suplicamos”, y serás “recompensado [con] abundantemente el fruto de las buenas obras”)

The English Book of Common Prayer (1549).


Los victorianos tomaron las palabras del libro de oraciones al pie de la letra y se esforzaron por remover el pudin una y otra vez para sumar buenas obras a su vida. Este trabajo agotador comenzaba alrededor de seis semanas antes de Navidad, aunque se comenta que algunas familias empezaban los preparativos mucho antes; todo dependía del dispendio económico en leña y carbón para la cocina que cada familia podía permitirse.

Una vez mezclados los ingredientes los miembros de la familia se turnaban para removerlo de derecha a izquierda, durante todo el proceso de elaboración, que podía llevara días, semanas o incluso meses. El movimiento no era algo aleatorio sino que simulaba la ruta de oriente a occidente que siguieron los Reyes Magos para honrar al Niño Jesús.

Una vez mezclado todo, se le añadía como “ingrediente final” unas monedas con las que serían recompensados los comensales que tuvieran la fortuna de comer ese pedazo, símbolo de buena suerte para el resto del año. La pesada mezcla se ataba en un paño y se cocinaba durante horas.


El día de Navidad, después de varias horas más de cocción, la deliciosa masa, con su embriagador aroma a fruta, cáscara confitada, especias y licores se colocaba en el plato y se adornaba con una ramita de acebo roja y verde que contrastaba con el color oscuro del pastel.

Justo antes de servirlo se empapaba en brandy y se flambeaba para que llegara en llamas a la mesa, como cierre espectacular del festín navideño. Para acompañarlo se servía vino dulce de Oporto, queso inglés Stilton, frutas frescas y confitadas , castañas asadas, frutos secos y trufas de chocolate.

Qué se hacía con el pudding sobrante

El Christmas pudding era un final de fiesta contundente, y un pedazo solía ser suficiente para colmar las ansias del comensal más goloso. Si además, como ingredientes extra se le añadía manteca, crema agria y varios licores como brandy o ron, se convertía en un bocado de difícil digestión si se comía en abundancia.
En una casa victoriana, el pudin sobrante nunca se desperdiciaba. Una de los principales comidas de aprovechamiento del pudin sobrante consistía en freírlo en mantequilla y servirlo cubierto con azúcar, con ron o con ambos. Otro modo de prepararlo era humedecerlo desmenuzado y empaparlo en brandy; después se rellenaba con el una masa casera de hojaldre. Los trozos sobrantes también se utilizaban para crear pequeños pasteles humedecidos en brandy, cubiertos con merengue y, posteriormente, horneados. Otra receta para el pudin sobrante se elaboraba contándolo en pequeños trozos que se colocaban en una bandeja sobre la que se vería una natilla de huevo por encima y luego se horneaba.

En multitud de páginas de internet podéis encontrar diferentes y más o menos acertadas recetas para un pudin navideño. Recordad que para elaborarlo necesitaréis tiempo y sobre todo mucha paciencia.

¡Feliz Navidad victoriana!


Venenos victorianos I: arsénico, el verde mortal

Comenzamos una serie de artículos dedicados a los venenos de uso cotidiano durante la época victoriana y las consecuencias que tuvieron para la salud de todos aquellos que tuvieron la desgracia de estar en contacto con ellos.

El primero de esta serie está dedicado al «verde mortal», el arsénico, omnipresente en los hogares, los talleres y las boticas del siglo XIX.

Nuevos colores para damas atrevidas

Los vestidos de la mayoría de las damas victorianas de principios del siglo XIX se confeccionaban en pequeños talleres de costura o estaban hechos por modistas que no sólo cosían sino que diseñaban los modelos que posteriormente se lucirían en los mejores salones londinenses. Pero con la aparición de las empresas textiles y la irrupción de las casas de diseño, los diseñadores de renombre y los grandes almacenes, como Selfridges, hicieron de la moda un producto de consumo masivo y un bien asequible para todas las mujeres.

Toda dama podía adquirir un bello vestido. Evidentemente su exclusividad y la calidad de sus telas y bordados irían en consonancia con lo que estuviera dispuesta a pagar. Esto hizo que el oficio de costurera fuera uno de los más demandados, aunque estas trabajadoras fueran tremendamente explotadas: mal pagadas, con jornadas interminables que abarcaban los siete días de la semana, a pesar de realizar un maravillosos trabajos artesanales apenas reconocidos.

El afán por destacar y ser la más bella de una reunión o de un baile hizo que las damas victorianas buscaran cada vez diseños más atrevidos con colores llamativos. Descartados los tenues colores pastel y la discreta elegancia de los tonos oscuros, la demanda se centraba en los pigmentos que transformaban un vestido sencillo en uno deslumbrante, tintado con rojo escarlata, vibrante púrpura, luminoso azul añil o brillante verde esmeralda. El objetivo era no solo ser la más elegante sino causar una tal impresión entre los asistentes a un evento que la dama se convirtiera en el centro de atención esa noche y en la protagonista de los comentarios de todas las reuniones a lo largo de la semana.

Los talleres textiles se esforzaban por ofertar los tejidos más deslumbrantes, no escatimando en tintes tanto para las telas más baratas como el algodón, como para las más caras como la piel, la seda, la muselina y los encajes, sin olvidar las cintas de satén y otros complementos para que combinaran con el vestido.

El verde mortal💀

El esmeralda venenoso

A mediados del siglo XIX se comenzó a utilizar el arsénico como tinte verde para los vestidos.
Esta sustancia, que se mezclaba con cobre, cobalto y estaño, realzaba el color de los trajes, dotándolos de un brillo extraordinario. También se usaba para tintar los complementos, como flores, diademas para el pelo o guantes.

Pero este precioso color esmeralda, conseguido con esta mezcla de productos, era de una gran toxicidad. Las costureras eran las más perjudicadas, ya que tenían que trabajar horas y horas cortando, cosiendo las telas, y dando los toques finales a los diseños. Las consecuencias eran terribles: no solo afectaban a la piel sino a los ojos, boca, pulmones y mucosas nasales. La piel sufría unas heridas irreversibles y las mujeres afectadas acababan vomitando un horrible líquido verde.

En la época se registraron varios fallecimientos de costureras por envenenamiento con arsénico. En las imágenes podemos ver el estado de las manos de las modistas después de trabajar asiduamente los tejidos tratados con estos tintes y una de las ilustraciones de John Tenniel en la que se denuncian las consecuencias mortales del trabajo de estas mujeres: para que las damas lucieran bellas las modistas agonizaban hasta la muerte.


Para las damas que usaban los vestidos las consecuencias eran tremendamente insalubres, ya que el contacto de la tela con la piel provocaba problemas dérmicos, oculares y respiratorios. Lo mismo sucedía a los caballeros que se relacionaban con ellas durante una velada, porque el polvo de arsénico del tejido quedaba en suspensión en la habitación.

El servicio doméstico, especialmente la dama de compañía que vestía y peinaba a su señora, y las empleadas encargadas de la lavandería y planchado de la ropa sufrían los mismos daños. Aunque, a diferencia de las costureras que manipulaban muchas horas los tejidos, el servicio doméstico solo estaba expuesto al veneno de forma ocasional.

Esta ilustración, del satírico The Punch, hace alusión al riesgo por envenamiento al que estaban expuestos todos los asistentes a un baile si estaban en contacto con una dama que llevara el tinte mortal.

Two skeletons dressed as lady and gentleman. Etching, 1862. Credit: Wellcome Library, London.

Las habitaciones tóxicas

Desgraciadamente, la presencia del arsénico no estaba solo en la moda, ya que también se utilizaba para los tintes del papel pintado que decoraban las habitaciones victorianas. El pigmento verde, conocido como verde Scheele, que dotaba de tan bello color al papel iba envenenando lentamente a los miembros de la familia. Como era un color especialmente alegre, era frecuente encontrarlo en las habitaciones infantiles y en la pintura de algunos juguetes donde poco a poco, y a medida, que se iban desprendiendo los pigmentos causaba graves problemas de salud a los más pequeños, además de nauseas e irritaciones dérmicas. Uno de los casos más tristes sucedió en un hogar londinense en 1862, donde los niños de una familia fallecieron después de ingerir trozos de papel pintado tintados con el verde mortal.

Si esto no fuera suficiente, había comedores tapizados casi por completo en telas teñidas con verde arsénico, con sus correspondientes cortinas y mantelería combinando en el mismo tono, y habitaciones en las que, además del mencionado papel, el verde lucía en colchas, alfombras y cojines.

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