Anuncios de amor en la época victoriana

Como todos los años desde La Casa Victoriana dedicamos un artículo al amor victoriano. En esta ocasión hablaremos de un modo diferente de conocer a una posible pareja, muy innovador en su momento, pero completamente superado en la época actual en la que el uso de aplicaciones de citas y los contactos a través de las redes sociales están a la orden del día, y con ello la verdad y la mentira se entrelazan continuamente.

Los anuncios por palabras personales

Vivimos en un momento de globalización e hiperconexión donde podemos acceder a bienes, servicios e incluso relaciones a golpe de click. Pero, como bien sabemos, no siempre fue así.

Hubo una época en la que el correo cumplía la misión de mantener a las personas conectadas y los anuncios por palabras de los periódicos servían para intentar localizar a una persona desaparecida y reclamar su presencia para comunicarle una noticia importante, como un fallecimiento de un familiar o una herencia.

Pero no solo eso: los anuncios por palabras también servían para buscar esposo y esposa, o bien para entablar una bonita relación de amistad. Estas relaciones podían quedarse en una amistad por correspondencia o avanzar hacia una relación más formal donde los amigos por carta se conocieran en persona, bien para compartir aficiones comunes, bien para estrechar lazos en una relación romántica.

En época victoria no era tan sencillo encontrar una pareja como la literatura romántica nos puede hacer creer. No todas las mujeres eran atractivas damiselas que aportaban belleza o una buena dote al matrimonio, ni todos los hombres atractivos caballeros herederos de una gran mansión. Si ya era difícil para las hijas de las familias adineradas y los no herederos encontrar una pareja adecuada, imaginemos las dificultades que tendrían las mujeres sin grandes recursos, los hombres viudos con familia o las personas con menos habilidades sociales para relacionarse románticamente. La dificultad aumentaba si la mujer había pasado la edad casadera o no era atractiva, y lo mismo sucedía con los caballeros.

Esta era la razón por la que muchos acudían a los anuncios personales por palabras de los periódicos para tratar de buscar amistades o relaciones.

Distinguir las buenas intenciones de las burlas

Aunque algunas damas publicaban anuncios donde expresaban su deseo de relacionarse con personas afines, éstas solían buscar la amistad de otras damas que se encontraban tan solas como ellas para pasear, acudir a tomar el té o unirse a clubes de lecturas. Estos anuncios solían publicarse en revistas femeninas. Era muy raro que una dama buscara o solicitara una relación o información sobre un caballero, ya que podría poner en jaque su reputación.

Lo más habitual era que un caballero publicara un anuncio para tratar encontrar una dama para entablar una amistad o con intenciones románticas. En este caso, el hombre expresaba lo que buscaba en la dama cuestión y sus intenciones. Después de una breve presentación y de enumerar las virtudes que deseaba que tuviera la dama en cuestión, dejaba sus señas o el número de un apartado postal para que las interesadas pudieran enviar la carta de contestación.

En otras ocasiones, un caballero publicaba un anuncio para localizar a una dama a la que había visto en un parque, en algún establecimiento o en la vía pública. En el anuncio se describía a la dama, su vestuario, si iba o no acompañada de otra persona, el lugar en cuestión, y por supuesto, la fecha y la hora.

Este tipo de anuncios eran tan populares que no era extraño que las damas los leyeran y el primer sentimiento de indignación ante tal atrevimiento se convertía en curiosidad por aquel caballero que buscaba una relación formal o por el que deseaba conocerlas. La prudencia recomendaba no responder a esos mensajes, pero la curiosidad, sobre todo, si el anuncio se publicaba durante varios días, solía ser mayor que la cautela y no eras pocas las que contestaban al caballero.

Los principales consejos para una dama, si esta deseaba responder eran los que apelaban a la sensatez de la dama. En primer lugar se respondería al caballero sin dar datos personales, ni nombre ni dirección; después se le pediría al caballero referencias para confirmar que era una persona respetable y sus intenciones eran honorables. De este modo, la dama mantendría su intimidad intacta y tendría la ventaja de conocer más sobre su supuesto pretendiente y descartar que era un mero acosador.

La prudencia debía ser extrema si la dama estaba casada y respondía movida por la curiosidad y el halago ya que podría poner su reputación y la de su familia en grave peligro si la correspondencia se difundía de algún modo entre su círculo social.

Si no había respuesta por parte del caballero, la dama no debía sentirse mal o rechazada. Nada se puede esperar de un caballero anónimo que busca una relación con una desconocida o requiere información de una dama con la que ha coincidido en una o varias ocasiones y a la que no le ha dirigido la palabra.

En segundo lugar, aún después de un breve intercambio de correspondencia, la dama debía mantener la distancia hasta conocer al caballero en persona, su entorno y sus propósitos. Y, aún así, debería dejarse acompañar a las primeras citas por una familiar o una amiga de confianza para evitar situaciones desagradables, malentendidos o intentos del caballero de comportarse con exceso de confianza.

Aunque, afortunadamente, muchas parejas estrecharon lazos de amistad, e incluso, encontraron una amorosa relación que terminó en campanas de boda, no todas las historias fueron tan felices. Muchas jóvenes incautas, deslumbradas por la adulación y la zalamería de un admirador secreto o soñando escapar de su solitaria vida con promesas de un matrimonio feliz, cayeron en la trampa de indeseables de toda clase social, que solo trataban de burlarse de las mujeres, coleccionando cartas de amor y sobre todo fotografías con las que después alardeaban delante de sus amigos en las tabernas o los clubes de caballeros.

Además, si la dama pertenecía a la aristocracia o burguesía, o estaba casada era muy probable que intentaran chantajear a ella, su esposo o a sus padres, que pagarían grandes sumas de dinero a cambio de recuperar las fotos o cartas comprometidas para proteger su reputación, y la de su círculo familiar.

Como vemos, cambian las formas y los medios de comunicarse, pero las emociones humanas se mantienen a través de los siglos.

Desde La Casa Victoriana os deseamos un Feliz Día De San Valentín.

Venenos victorianos II: anilina, mercurio y otras locuras

Anilina o cómo envenenarse (otra vez) con un vestido

En 1856, el químico escocés William Henry Perry descubrió uno de los tintes sintéticos que más exito tuvieron en la época victoriana: la púrpura de anilina.

En realidad, el joven Perry, había recibido el encargo de buscar un compuesto sintético de la quinina, como remedio económico para tratar la malaria. Después de varios intentos frustrados, se percató de que la sustancia creada, la anilina, reaccionaba con el alcohol produciendo una nueva sustancia de un llamativo color púrpura.

Después de experimentar diferentes usos con ella, la sustancia se reveló como un poderoso tinte, que podía teñir los tejidos de diferentes tonos de color púrpura. Se comercializó con el nombre de ‘Mauvine’ y fue un gran éxito en la industria textil debido a su bajo precio.

Pero la anilina tenía una cara oculta: una gran toxicidad. En contacto con la piel producía cianosis, irritación de la piel e hinchazón de ojos.
Dependiendo de la cantidad y tiempo de la exposición tenía otros efectos secundarios como mareos, dolores de cabeza, convulsiones y, en casos extremos, la muerte.

Las personas más perjudicadas por los efectos de la anilina eran las damas que lucían los vestidos púrpura tan llamativos como espectaculares, pero, al igual que pasaba con el arsénico, las más afectadas eran las costureras y los trabajadores de la industria textil, en su mayoría mujeres y niños.

Desgraciadamente, los efectos de la anilina han seguido haciendo estragos, pues no hace muchos años se registraron intoxicaciones y fallecimientos de jóvenes después de teñir sus prendas con esta sustancia.

Los sombrereros y el mercurio

¿Existieron realmente los mad hatters? Pues sí, y creo que os sorprenderéis con su historia. El mad hatter o sombrerero loco más famoso de la historia de la literatura es, sin duda, el de ‘Alicia en el País de las Maravillas’. Muchas personas piensan que ese personaje tan singular y realmente chalado fue obra de la imaginación de Lewis Carroll, pero los sombreros locos existieron realmente. De hecho, su locura tenía un nombre the mad hatter disease o la enfermedad del sombrerero loco.

Pero, ¿a qué era debida? Pues, al igual que les sucedía a las costureras victorianas con el arsénico o la anilina, los sombrereros se envenenaban con el mercurio que utilizaban para tratar el fieltro que provenía de la piel de conejo con la que hacían los sombreros.

La historia cuenta que la orina siempre fue uno de los ingredientes con los que se le daba consistencia a la piel de los sombreros. Pero, alrededor de 1600, un fabricante de sombreros conseguía sombreros de una calidad superior a la de sus competidores. ¿Cuál era su secreto? Pues su secreto era, ni más ni menos, que el mercurio que tomaba para tratar su sífilis. Este, mezclado con la orina, producía una mezcla fantástica para la producción de la piel de los sombreros.

Así, poco a poco, el mercurio se incorporó al tratamiento del fieltro. El contacto con el elemento venenoso provocaba la locura en los fabricantes dando lugar a los sombrereros locos.

La belladona: la locura cosmética para simular languidez

Durante la época del Romanticismo, las mejillas sonrosadas naturales o fruto del maquillaje dieron paso a una moda donde una enfermiza palidez se convirtió en un extaño sinónimo de belleza juvenil.

Si una joven no era lo suficientemente afortunada para mostrar en su cara los síntomas de haber sufrido por amor, lo cual se consideraba un aspecto glamuroso, estaba dispuesta a hacer cual cosa para conseguirlo, desde beber vinagre para procurarse una palidez sepulcral, a pasar las noches en vela sollozando con poemas de amor.

Asímismo, podía conseguir una mirada ligeramente ausente poniendo unas gotas de belladona en sus ojos. Esta planta recibía su nombre por su capacidad de proporcionar una imagen bella de la mujer, dilatando sus pupilas, limpiando la mirada y dotándola de un aire poético y romántico. Desgraciadamente, los efectos secundarios de la belladona eran devastadores, causando ceguera y parálisis entre otras dolencias.

Otras sustancias utilizadas para embellecer la piel y los labios, como el óxido de zinc, el mercurio, el antimonio y el sulfuro de plomo eran utilizadas en productos de belleza, provocando graves problemas de salud a largo plazo. El aire ausente y supuestamente romántico que les proporcionaba a las jóvenes llegó a estar tan de moda que cualquier riesgo era pequeño comparado con el encanto de un aspecto enfermizo y de deliberada tristeza.

De este modo, la belladona, el arsénico, el mercurio, el plomo o el bismuto pasaron a ser ingredientes destacados de todo tipo de lociones de belleza, y, a pesar de que muchos médicos avisaban de los peligros de parálisis facial, amarilleo y acartonamiento de la piel, pocas eran las que abandonaban su uso. Cualquier riesgo era mínimo ante el objetivo de estar atractivas en todo momento.

Fraudes alimentarios victorianos: como envenenar los alimentos para obtener beneficios económicos que ponían en riesgo la salud

En la época victoriana los fraudes culinarios para obtener la máxima ganancia en la venta de productos alimenticios era muy habitual.

La comida solía mezclarse con diferentes sustancias, normalmente nocivas para salud. Pero los comerciantes demostraban no tener ningún tipo de escrúpulo si eso le proporcionaba algunos peniques extra.

Algunas de los fraudes más habituales fueron los siguientes:

  • algunos tenderos acostumbraban a mezclar azúcar con arena para que esta pesara más, y así, poder ahorrarse una cantidad de azúcar en la venta.
  • los panaderos solían moler tiza y añadir este polvo a la harina. La tiza hacía que la harina pareciera más blanca y, además, el comerciante se guardaba una cantidad de harina para poder vender después.
  • los lecheros rebajaban la leche con agua. Teniendo en cuenta que esta era una práctica habitual de las madres de familias humildes para «estirar» la leche para su prole, nos damos cuenta de que las clases victorianas humildes tomaban más agua que leche.
  • había confiteros que para hacer (y posteriormente vender) chocolate mezclaban cera derretida con pintura marrón.
  • uno de los fraudes más comunes se hacía en los «dairy», donde los comerciantes añadían plomo al queso porque la mezcla le proporcionaba un color rojizo que lo asemejaba al queso de Gloucester, el cual se vendía más caro que el queso común.

Como anécdota diremos que en 1881, las autoridades sanitarias analizaron la composición de los helados que se almacenaban en recipientes de cobre o latón y se vendían en los puestos callejeros.
Para su sorpresa encontraron en su composición, además de azúcar y nata, nada más y nada menos que: paja, pulgas, piojos, algodón y chinches.

El hombre victoriano en el hogar

Con motivo de la celebración del Día del padre en los países anglosajones, dedicamos una entrada al hombre victoriano y su papel en el hogar.

El Día del Padre

Self-portrait – Franz Xaver Winterhalter

Aunque los victorianos celebraban con devoción el Día de la madre (Mothering Sunday), no existía un día que festejara el papel de los padres dentro de la familia. De hecho, teniendo en cuenta la importancia que se le daba al padre dentro del núcleo familiar victoriano, se podría decir que todos los días eran el “día del padre”. La conmemoración es bastante reciente ya que fue el presidente Nixon quien declaró en 1972, por medio del Acta del Congreso de los Estados Unidos, el tercer domingo de junio como el Día del Padre. A partir de ese momento, la celebración de la festividad se extendió a todos los países anglófonos incluido el Reino Unido.

Victorian Family Portrait – English School late 19th century

Pero esto no quiere decir que esta fecha conmemorativa no se celebrara con anterioridad en algunos estados americanos, aunque sin el sello de oficialidad otorgado por el congreso. El estado de Virginia fue el más activo en el reconocimiento de este día. En 1908, después de un gravísimo accidente minero en el que murieron trescientos sesenta y dos hombres, una iglesia de Virginia celebró un sermón especial en honor a los trabajadores fallecidos. Los asistentes al acto religioso repartieron flores rojas y blancas para honrar a los difuntos no solo como trabajadores sino como padres de familia.

The North-West Passage, 1874 Sir John Everett Millais

Sonora Smart Dodd, la dama virginiana que luchó por una fiesta para los padres

En 1909, la señora Dodd, huérfana de madre y criada por su padre que había sido un veterano de guerra, pensaba que, del mismo modo que se honraba a las madres con un día especial, debería de existir una fecha en la que se reconociera la labor de los padres y su amor y sacrificio para con sus familias. Para ello solicitó a las autoridades que se dedicara de forma oficial un día para cumplimentar a los progenitores, proponiendo como fecha el 5 de junio, cumpleaños de su padre.

Portrait of Father and daughter – J.L. Ritchie

La idea de la señora Dodd también fue bien acogida en el estado de Washington, que celebró un año más tarde el Día del Padre. Poco a poco otros estados fueron incluyendo en sus festividades este día de homenaje.

En la década de los 30 del siglo XX hubo movimientos para que esta fiesta se integrara en la celebración del Día de la madre, unificando ambas en una sola denominada Día de los padres. Pero igual que pasó con el Día de la madre en los Estados Unidos, los comerciantes que veían en este tipo de conmemoraciones una fecha para vender todo tipo de productos como regalo, fueron los primeros en rechazar la idea, ya que consideraban que si se unificaban las fiestas el gasto de las familias en regalos sería menor, por lo que era más conveniente celebrarlos en días diferentes.

Camille Desmoulins with his family Jacques-Louis David

El hombre victoriano en el hogar

El rol de la esposa era definido por los victorianos como “el ángel de la casa” y sus responsabilidades consistían en ocuparse de sus hijos, su crianza y educación, del buen funcionamiento del hogar, del servicio doméstico y por supuesto de cubrir las necesidades de su esposo, sin olvidar su papel como anfitriona y acompañante perfecta de su marido en las reuniones sociales. El papel de madre y esposa llevaba implícito la generosidad, el altruismo, la bondad, la paciencia y el cariño hacia sus hijos y su marido.

Family Group – Michele Gordigiani


El hombre era el “rey de la casa”, el sustento de la familia y la pieza fundamental para el mantenimiento económico del hogar; por este motivo no podía ser molestado con las menudencias del día a día de la familia o del servicio.

El esposo era el dueño y administrador de todas las posesiones familiares, ya que, aunque no fueran suyas por herencia familiar o por sus propios ingresos laborales sí lo eran por legítimo derecho, dado que, hasta las reformas de las leyes de esponsales de 1870 y 1882, las propiedades de las mujeres, fueran propias o heredadas pasaban a ser propiedad de su prometido una vez contraído el matrimonio.

Unequal Marriage by Vasili Pukirev

Era deber del esposo proveer a su familia no solo del sustento sino de todas aquellas comodidades que estuvieran a su alcance. El Hill’s Manual of Social and Business Forms recomendaba que el marido debía ser atento y cariñoso, pero sobre todo indulgente con los cambios de humor de su esposa o con su ignorancia sobre temas considerados serios, como la política, las artes y ciencias o cualquier otra temática que no fuera considerada adecuada para una dama.

Esto era humillante para muchas mujeres instruidas e inteligentes cuya conversación después del matrimonio quedaba reducida a temas banales, puesto que si osaba a participar en una conversación, aportando sus propias opiniones, era censurada no solo por los caballeros sino por la mayoría de las damas presentes.

Cigars after Dinner- Carl Wilhelm Anton Seiler

Para tratar de que esto no sucediera, los caballeros tenían sus propios espacios dentro del hogar: las bibliotecas, los comedores, las salas de fumadores y de billar. Estos espacios estaban decorados con gruesas cortinas de colores oscuros, sólidos muebles de roble y caoba, cuadros de retratos familiares, marinas o paisajes campestres, sin adornos superfluos.

De hecho, para un hombre victoriano un mobiliario de calidad y una decoración personalizada representaban el símbolo de su estatus social. No era extraño que los caballeros se ocuparan personalmente de la decoración de las salas que consideraban de su exclusividad, siguiendo los consejos de los manuales de la época, como The Gentleman’s House o Our Homes and How To Beautiful Them.

Man Smoking in a Parlour – John Edward Soden. Photo credit: Museum of the Home

Los muebles debían ser de maderas nobles, los sillones de cuero, las alfombras mullidas y de procedencia oriental si su economía lo permitía y los objetos decorativos no ostentosos; de hecho, los “bric-a-brac”, pequeños objetos decorativos como espejos, marcos de fotografías o porcelana, a los que eran tan aficionadas las damas, no eran bienvenidos a las estancias masculinas, prefiriendo pocos elementos pero que reflejaran la riqueza del dueño de la casa.

Los hombres eran tan celosos de la intimidad de sus espacios que en muchas casas se les prohibía a los hijos el acceso a dichas estancias, e incluso, la señora de la casa evitaba entrar en ellas, siendo el servicio y el asistente personal del caballero los únicos que se encargaban de la limpieza y mantenimiento de las habitaciones.

At the Club – Carl Wilhelm Anton Seiler

Un hombre irresponsable, derrochador y falto de valores era un mal ejemplo para sus hijos y una desgracia para toda la familia. No pocas familias victorianas se vieron abocadas a la ruina, a las deudas o la verguenza por esposos cuyas malas decisiciones económicas o comportamientos indecorosos dejaban a su familia sin hogar y sin dinero. En estos casos solían ser las esposas las que trataban de pedir ayuda a su familia o a conocidos, solicitando pequeños préstamos o bien dejando a su cargo alguno de los hijos del matrimonio para poder salir adelante.

Con la llegada de siglo XX la mentalidad cambió y, no solo el matrimonio, sino el resto de la familia comenzó a compartir estancias, siendo los espacios reservados una reminiscencia de la época victoriana.

Home Sweet Home – Walter Dendy Sadler

El padre victoriano

El padre victoriano era inflexible con sus hijos e indulgente con sus hijas. En ningún momento se esperaba que el padre fuera cariñoso o sensible con los varones. Su labor consistía en hacer que el primogénito, y por tanto el heredero, estuviese lo suficientemente preparado para continuar con la saga familiar.

Se esperaba de él seriedad y la consecución de un matrimonio lo suficientemente provechoso para incrementar la riqueza familiar que asegurara el mantenimiento de las posesiones, y si, por desgracia, sus hermanas no contrajesen matrimonio, poder mantenerlas a ellas, además de a su propia familia.

Many Happy Returns of the Day – William Powel Frith

El nivel de exigencia era menor con el resto de los hijos, cuya misión era no avergonzar el apellido que portaban, conseguir matrimonios ventajosos y trabajos bien remunerados gracias a los contactos de sus padres o bien de sus suegros, ya que ellos no heredarían el título, el dinero ni las posesiones principales de sus padres.

En cuanto a las hijas, los padres eran mucho más benevolentes y no dudaban en mostrarles su afecto, incluso en público. La descendencia femenina era un quebradero de cabeza para los padres victorianos puesto que por una parte intentaban conseguirle un matrimonio respetable que les solucionase la economía futura y por otro debían espantar a los cazafortunas que solo buscaban el dinero y la posición social de sus futuros suegros para medrar socialmente.

Before the Wedding – Robert Volcker

Además, contrariamente a lo que sucedía con los varones que priorizaban las necesidades prácticas de un buen matrimonio, las hijas le daban más importancia al amor romántico, enamorándose de las personas menos adecuadas, como hijos segundones o lo que era peor, ¡artistas! En esos casos los padres terminaban oponiéndose rotundamente al matrimonio dando lugar a no pocos dramas familiares.

First Class- The Meeting, and at First Meeting Loved. – braham Solomon

Evidentemente todo esto sucedía en las familias pudientes. Las clases más desfavorecidas bastante tenían con sacar adelante a sus hijos y encontrarles un trabajo digno, aunque el papel del hombre en el hogar, salvando las distancias económicas no distaba mucho del caballero adinerado. El hombre era el que tomaba las decisiones en el hogar y se hacía su voluntad.

No había estancias exclusivas porque las casas eran tan humildes que todas las habitaciones debían ser compartidas; después de interminables horas de trabajo el lugar favorito del padre era el pub y su esposa se encargaba de educar y sacar adelante a la familia, habitualmente numerosa, con los pocos ingresos que llegaban a casa después de ser consumidos por el alcohol. Los roles victorianos, tan definidos, no entendían de clases sociales, aunque muchas familias, afortunadamente, se salían de las normas tácitamente aceptadas, estableciendo a nuevas costumbres y roles familiares que se fueron consolidando lentamente con los años.

The Emigration Scheme – James Collinson

Día de la mujer, mujeres diferentes

Este año para celebrar el día de la mujer traemos a algunas mujeres de ámbitos diferentes. Astrónomas, científicas, periodistas viajeras , actrices y hasta una de las mayores «influencers» de la época.

Las dos «Marys» o como ser una científica respetada en la época victoriana.

Mary Anning y Mary Buckland, ambas británicas, paleontólogas y científicas en una época en la que las mujeres no participaban en ciencia, y si alguna lo hacía difícilmente era respetada.

Pero, Mary Anning (1799-1847) fue reconocida por los numerosos hallazgos de importancia que realizó en los lechos marinos del período Jurásico en Lyme Regis, donde vivía. Además, fue comerciante de fósiles.

Y, Mary Buckland, nacida un par de años antes que Anning, fue conservadora paleontóloga en Oxford; hizo incursiones en el mundo de la geología y la biología. También destacó como ilustradora científica. Sus últimos trabajos fueron estudios sobre el mundo marino.

Astrónomas victorianas

A raíz de la publicación de los nuevos descubrimientos astronómicos, no estaría mal recordar a aquellas mujeres victorianas que se atrevieron a destacar en un mundo tan vetado a la mujer en el siglo XIX, como era la ciencia, y más concretamente la astronomía.

Una de ellas fue Agnes Mary Clerke, astrónoma británica, que entró en contacto con este campo durante su estancia en Florencia, a donde tuvo que mudarse por motivos de salud.

Su obra A Popular History of Astronomy during the Nineteenth Century, tuvo gran reconocimiento en su época y fue galardonada con varios premios.

Otra mujer destacada en el campo matemático, científico y de la astronomía fue Mary Fairfax Greig Somerville, escocesa autodidacta cuya obra contó con el reconocimiento de sus colegas masculinos de la época, que le permitieron ser socia de honor de la Royal Astronomical Society, ya que las mujeres no podían pertenecer a la institución como miembros de derecho.

Amelia Edwards, porque Nellie Bly no estaba sola

Amelia Ann Blandford Edwards fue una novelista, periodista, viajera y egiptóloga británica.

Desde muy joven demostró un sobresaliente talento para la poesía y la novela, publicando varios de sus escritos a través de periódicos y revistas y alcanzando el éxito con novelas como Barbara’s History, y sobre todo con Lord Buckenbury, de la que se llegaron a hacer 15 reediciones. De espíritu inquieto, decidió viajar a Egipto en compañía de unos amigos, quedando inmediatamente fascinada por el pueblo y la cultura egipcia.

Sus viajes a Egipto los documentó en su libro A Thousand Miles Up the Nile, un masivo éxito de ventas, con el que comenzó una concienciación social por la protección de los tesoros y monumentos egipcios y la reivindicación de un turismo responsable y respetuoso con las culturas que visitaba.

Catherine Louisa Pirkis, la creadora de la intrépida Loveday Brooke

La escritora británica Catherine Louisa Pirkis fue la creadora de una de las Lady Detectives, denominación para las féminas que se dedicaban a la investigación privada, más famosas del siglo XIX. Su creación de Loveday Brooke hizo las delicias de los lectores aficionados a las novelas e misterio, en las que una dama se las ingeniaba para desenredar las tramas más complicadas de un crimen, exonerar a los inocentes falsamente acusados por la policía y llevar a la justicia a los culpables.

Loveday Brooke, mujer independiente y adelantada a su tiempo debía enfrentar las reticencias de la policía y sus colegas masculinos, pero utilizando sus propios métodos como un agudo sentido de la observación y la escucha activa de todo lo que pudiera decir cualquiera persona que tuviera relación con la trama siempre llegaba a una correcta conclusión final.

Catherine Louisa Pirkis publicó siete historias cortas con la detective Brooke como protagonista en el Ludgate Magazine en 1894 siendo considerada una de las precursoras de la novela detectivesca femenina.

Como curiosidad comentar que la escritora trabajó activamente a favor de los animales abandonados, siendo, con su marido, los fundadores de la National Canine Defense League en 1891.

Kate Chase,  la dama que controlaba Washington vestida con crinolina

Kate fue una de las mujeres más bellas,  elegantes e influyentes de Washington,  y como destacó el National Tribune no sólo a nivel social sino incluso a nivel político y militar,  lo cual es sorprendente para una dama en aquella época,  ya que la opinión de las mujeres más allá de la moda o de los asuntos domésticos era apenas tenida en cuenta. 

Su éxito social le creo la enemistad de Mary Todd Lincoln que veía con envidia como la joven le hacia sombra. Mary era tremendamente coqueta,  le gustaba destacar con los trajes más ostentosos pero carecía de habilidades sociales y del encanto de la joven Kate. 

Su animadversión por ella llegó al punto de prohibir a su marido bailar o incluso hablar con Kate. 

El día en que Kate lució su icónico vestido,  en 1850, no pudo evitar que todas las miradas se posaran en ella,  ya que tanto el color como el corte la convirtieron en la dama más bella de Washington.  El vestido aparece muchas veces en la red etiquetado erróneamente como perteneciente a Mary Todd Lincoln,  quizás porque en diferentes exposiciones del Museo de Illinois dedicadas al presidente estadounidense y su familia se exhibe este traje, pero realmente este vestido perteneció a la hija del secretario del tesoro del Presidente: Salmón P.  Chase,  la bella Kate Chase. 

Los últimos años de su vida fueron infelices y muy diferentes de sus días de éxito y brillo social: su marido perdió su fortuna,  se divorciaron y ella se retiró a su lugar natal, Edgewood,  donde pudo conservar su hogar gracias a los buenos amigos que todavía conservaba en Washington.  

El suicidio de su hijo fue demasiado para el triste corazón de Kate que falleció un año después, en 1899, a la edad de 58 años. 

Jeanne d’Alcy, la actriz atrevida conocida como «la esposa del director»

Charlotte Lucie Marie Adèle Stéphanie Adrienne Faës, más conocida como Jeanne d’Alcy, fue la esposa de Georges Méliès, además de la principal actriz de sus películas. 

Estuvo casada con Méliès desde 1926 hasta la muerte del director en 1938.

Una de sus principales películas fue Cleopatra, que le deparó gran popularidad, más que por la película en sí, por su vestuario, o en este caso por su falta de vestuario, ya que los «outfits» de Cleopatra se consideraron atrevidísimos para la época ( y la verdad es que lo eran).

¡Feliz 8 de marzo!

San Valentín: curiosidades victorianas

Un nuevo año celebramos un San Valentín victoriano con un post lleno de curiosidades sobre el amor romántico, la simbología y las decisiones llenas de significado con las que la sociedad victoriana vivía cada ocasión especial.

Escogiendo el mejor Tussie Mussie para San Valentín

Blumenstillleben in Blauem Überfangglas by Andreas Lach

Los Tussie Mussie eran pequeños ramos de flores muy populares entre los victorianos, compuestos por diferentes tipos de flores. Estos ramos eran pequeñas composiciones, casi artísticas, en las que se combinaban el tamaño, el color y el significado de cada flor, e incluso alguna fruta, dando como resultado una preciosa explosión de colores y perfumes.

El ramillete estaba lleno de significado, no solo por las flores elegidas sino por su color, convirtiéndose en toda una declaración de intenciones ya que, como hemos comentado en muchas ocasiones, los victorianos daban a cada flor un significado diferente. Un ramo perfecto y lleno de significado para ser regalado el día de San Valentín estaría confeccionado por:

  • Tulipanes rojos simbolizando la declaración del amor.
  • Madreselva que subrayaba el vínculo amoroso.
  • Artemisa para recordarle a la dama que estaba siempre en el pensamiento de su amado.
  • Claveles rojos como representación de la fascinación, la pasión y el amor verdadero.
  • Espuela de caballero, emblema de la profunda devoción.

Cómo saber la edad de una dama

A Room With A View by Julius LeBlanc Stewart

En las épocas victoriana y eduardiana, a las señoritas en edad casadera no les gustaba decir su edad, sobre todo si consideraban que habían superado esos años en los que se les podía considerar demasiado mayores para no haber tenido proposiciones anteriores. En estos casos se debía actuar con mucha delicadeza y para ello el Marshall’s Illustrated Almanac de 1908 propone un pequeño juego que os invito a hacer.

Pídele a la dama que escriba el número del mes en el que nació; después multiplicamos ese número por 2, luego sumamos 5, multiplicamos por 50 y al número resultante se le suma la edad de la dama. Después al número que hemos obtenido le restamos 365 y le sumamos 115.

Acto seguido le pedimos que nos diga el número resultante: los dos números a la derecha de la cifra nos dirán la edad de la dama y el número o números de la izquierda su mes de nacimiento

.Por ejemplo si la cantidad de 1.026 indica que la dama tiene 26 años y que nació en octubre.

Ya veis que rodeos se empleaban para averiguar la edad de las jóvenes, pero la cuestión principal era no incomodar a ninguna dama preguntándole directamente su edad.

Posibilidades de que una dama se casara según su edad

Elegante au Sofa by Julius LeBlanc Stewart

A medida que una joven cumplía años, las posibilidades de contraer matrimonio iban disminuyendo. Recordemos que las jóvenes victorianas solo aseguraban su futuro a través del matrimonio, ya que cualquier herencia o posesión de la familia pasaba sin remedio a los varones de la casa.

Si no conseguían casarse, una renta y sobrevivir gracias a la amabilidad de sus hermanos era su triste destino. Tal era la obsesión de los padres victorianos por conseguir un matrimonio provechoso para sus hijas, y de las jóvenes de procurarse un marido que en las revistas de la época se publicaban estadísticas sobre las posibilidades de una dama de casarse según su edad. Una de estas estadísticas calculaba que las posibilidades eran:

  • 1% para las damas de entre 50 y 56 años.
  • 2% para las damas de entre 45 y 50 años.
  • 3% para las damas de entre 40 y 45 años.
  • 4% para las damas de entre 35 y 40 años.
  • 15% para las damas de entre 30 y 35 años.
  • 18% para las damas de entre 25 y 30 años.
  • 52% para las damas de entre 20 y 25 años.
  • 14% para las damas de entre 15 y 20 años.

El día más conveniente para celebrar un matrimonio

Girl With A Rose by Gustave-Leonard de Jonghe

Elegir el día y mes de la unión de una pareja no era una tarea fácil si los novios deseaban que la fecha estuviera libre de malos augurios y todo saliese a la perfección. El novio dejaba esta responsabilidad en el buen criterio de la novia, que se afanaba, en compañía de su madre, hermanas y amigas más íntimas en analizar los pros y contras de la fecha más conveniente para su enlace.

A no ser que no hubiese otras posibilidades, los viernes y los días 13 de cada mes eran inmediatamente descartados, pues la mala suerte se asociaba con ambos. De acuerdo con los consejos del manual 1900 Twentieth Century Etiquette, una novia precavida evitaría los meses con demasiado frío o demasiado calor, descartando los meses de invierno o verano, pero también mayo, ya que según la tradición romana era el mes de los malos espíritus, y por lo tanto un mes nefasto para celebrar una boda.

Lo más adecuado sería una boda en junio, para tener una boda engalanada con el perfume y la belleza de las rosas, o bien octubre donde la paleta de colores del otoño serían el escenario ideal para el enlace.

En cuanto a la hora, la más rígida tradición británica tenía su regla no escrita de que una boda debía celebrarse a las doce en punto de la mañana. En Estados Unidos esta norma fue relajándose considerando apropiada cualquier hora entre las diez y media de la mañana y las nueve de la noche.

Las despedidas de solteros

Tanto el novio como la novia celebraban, por separado, su despedida de solteros.

Afternoon Tea by Alexander Rossi

La novia celebraba en su hogar un almuerzo con las mujeres de la familia y sus amigas más cercanas. En esta reunión informal los buenos deseos y la superstición se entremezclaban para crear un ambiente alegre y misterioso. En algunas reuniones se leían los posos del té, se echaban las cartas y se invocaban todos los augurios para intentar vislumbrar no solo el futuro de la nueva pareja sino el de todas las damas que participaban de una u otra manera en el enlace. El objetivo era pasar una tarde distendida en buena compañía y transmitir a la futura novia felicidad y confianza en la nueva vida que estaba a punto de comenzar.

Uno de los juegos más recurrentes consistía en cortar un pastel en el que, previamente, se habían introducido diferentes objetos. El pastel se cortaba en tantas porciones como invitadas asistían; dependiendo del objeto encontrado así sería el futuro de la joven. Si la dama no encontraba objeto alguno en su porción el destino le sugería paciencia hasta la llegada de una buena nueva en su vida. Los objetos más habituales que se podían encontrar eran:

  • Anillo como símbolo del matrimonio.
  • Botón de ancla que simbolizaba la esperanza y la estabilidad.
  • Dedal como signo de un romance incipiente.
  • Corazón de plata como augurio de amor y alegría.
  • Herradura que traía la buena suerte.
  • Moneda para prometer un compromiso.
  • Cruz, emblema de la protección frente a los espíritus adversos.

Durante el almuerzo se entregaban a las jóvenes elegidas como damas de honor diferentes complementos para que llevasen durante la ceremonia y luciesen todas similares.

The Dinner Party by Ferencz Paczka

El novio se reunía con sus amigos en una cena en un hotel, un restaurante o en el club de caballeros, a diferencia de la despedida de la novia que organizaba el almuerzo en su hogar. Esta cena se celebraba dos o tres noches antes del enlace y además del padrino y los amigos más cercanos también se invitaba a los colegas de trabajo y compañeros del ejército con los que se mantenía relación de cercanía.

Durante la cena los asistentes comían y bebían recordando anécdotas comunes y bromeando sobre las nuevas responsabilidades del futuro esposo. También se brindaba por el futuro matrimonio. Al igual que la novia, el novio repartía obsequios como alfileres de corbata y otros complementos como flores de solapa para que los invitados usasen durante la ceremonia.

Una de las tradiciones era que la mesa en la que se celebraba la cena estuviese presidida por un gran ramo de rosas. Una tarjeta era entregada a los invitados para que cada uno de ellos escribiera un mensaje a la novia más o menos humorístico y caballeroso, dependiendo de la delicadeza del escribiente y de las copas de alcohol que hubiera bebido. Posteriormente, el ramo y la tarjeta se entregaban en el domicilio de la futura esposa.

Spring Flowers in-the Conservatory by Julius Leblanc Stewart

Los regalos y complementos que los novios regalaban a las damas de honor y los mejores amigos eran abundantes y escogidos con mimo por los contrayentes. Para las damas se escogían bonitos abanicos, libros de oraciones, anillos, brazaletes y pañuelos bordados. A los caballeros se les obsequiaba con alfileres de corbata, espuelas, gemelos y bastones. La novia era la encargada de entregar los ramos de flores que llevarían las damas de honor y las flores para los ojales de las levitas de los caballeros.

Con esta recopilación de curiosidades desde La Casa Victoriana os deseamos un Feliz Día de San Valentín lleno de amor romántico, filial, de amistad y, en definitiva, de amor y cariño con aquellos con quienes deseéis compartirlo.

Noche de Halloween: el fino velo entre el mundo de los vivos y los muertos

Como todos los años La Casa Victoriana se llena de presagios, misterios, juegos y ricas viandas para celebrar Halloween. Y para hacerlo vamos a aumentar nuestra ya larga lista de tradiciones victorianas para que conozcáis más sobre ellas y las podáis poner en práctica si lo deseáis. Recordad que esa noche, según la tradición, el velo que separa este mundo de los vivos del de los espíritus se rasga y pasado, presente y futuro se entremezclan permitiéndonos interactuar con ellos y ver nuestro futuro por un corto instante.

La Cena Muda (The Dumb Supper)

En muchas culturas se agasaja a los difuntos con viandas y bebidas para dar a aquellos que se han ido o que están en tránsito entre los dos mundos. Una buena comida, sobre todo a base de frutas frescas llenaría al difunto de felicidad y fuerzas. La comida se dejaba en un pequeño altar improvisado por las familias en un lugar destacado del hogar o bien, directamente sobre las propias tumbas.

Algunas veces este ofrecimiento de alimento a los difuntos iba un poco más lejos del mero homenaje y se organizaba una auténtica cena con los mejores platos para que los difuntos se sentaran a la mesa con los vivos y pudieran disfrutar la comida con sus familias y todos los seres queridos que habían sido invitados previamente. Todos los presentes podían llevar consigo alguna pertenencia del difunto o un objeto que tuviera un significado especial para ambos para honrar su relación familiar o de amistad.

La curiosidad de esta Cena Muda era que precisamente durante toda la celebración los asistentes debían estar en completo silencio como señal de respeto hacia los fallecidos y para facilitar que pudieran comunicarse con el resto de los asistentes sin ninguna interferencia externa. Otra peculiaridad era que el menú se servía al revés: primero los postres, después los platos y finalmente los entrantes. Además, por si no fuera suficiente, la cubertería se colocaba al revés. La creencia era que si se colocaba todo al revés, el difunto, desde el más allá tendría una cena reflejo o visión espejo y para él sería mucho más sencillo participar en la celebros comensales dejaban algunos asientos vacíos, para que pudieran ser ocupadas por los espíritus, y todos los lugares de la mesa tenían vajilla asignada cuyos platos se llenaban al igual que los platos de los asistentes vivos al convite.

Al final de la comida los asistentes daban un pequeño discurso recordando al difunto, le enviaban mensajes o leían notas con sus sentimientos por su pérdida. Finalmente, antes de abandonar la mesa y retirar la vajilla, se despedían de los difuntos haciendo una reverencia ante las sillas vacías.

Como en estas fechas lo pagano y lo religioso estaban intimamente interconectados, muchas jóvenes (y algún joven) hacían una variación de de la Cena Muda para tratar de adivinar su futuro amoroso. La cena se organizaba igual que la cena de homenaje a los difuntos, pero en lugar de ser una celebración con amigos y familiares, esta cena se celebraba, a ser posible en soledad y con la casa vacía. Las jóvenes se sentaban a la mesa en frente de una silla vacía y cenaban en completo silencio.

La superstición decía que a lo largo de la noche la imagen del que sería su futuro esposo se materializaría en la silla vacía, o incluso entraría por la puerta y se sentaría a la mesa. Si un vivo llamaba a la puerta durante una Cena Muda, su llegada repentina podía considerarse un presagio de que sería la persona elegida para ser el futuro esposo. Pero si en vez de un hombre aparecía un ataúd, el significado era macabro pues significaba que la joven no solo no se casaría jamás, sino que fallecería en poco tiempo.

En las últimas décadas de la era victoriana y durante la época eduardiana, las cenas mudas dejaron de ser tan solemnes para convertirse en reuniones de amigas en las que trataban de adivinar su futuro, sentimental o no, o de conocidos que trataban de adivinar el futuro o ponerse en contacto con los difuntos para resolver cuestiones pendientes del pasado. En estas ocasiones lo más complicado era mantener el silencio, ya que un suspiro, un grito de sorpresa o cualquier pequeño sonido que emitieran los asistentes o que incluso viniera de fuera de la casa, rompería el hechizo y los espíritus que acudieran a la cena se retirarían rápidamente para no volver a aparecer en toda la noche.

¡Feliz noche de Halloween para todos los victorianos y victorianas! ¡Cuidado con los espíritus!

Pascua Victoriana: Una mejor resurrección poema de Christina Rossetti

Celebramos la Pascua Victoriana con un poema de Christina Rossetti (1830-1894), en el que la poetisa británica expresaba su íntimo deseo de renacer, de vivir una nueva vida, describiendo su momento actual como una vasija rota, un lugar vacío, una cosecha estéril y ofrenciendo a Jesús sus plegarias de resurrección, igual que él hizo. Una mejor resurrección es casi más que un poema, una oración en tres estrofas, un anhelo de renacimiento personal.

Christina Rossetti pintada por su hermano Dante Gabriel Rossetti

Con él os deseo una Feliz Pascua y que estas fechas, en estos tiempos complicados, os traigan deseos de superación y resurrección personal.

Una mejor resurrección

No tengo talento, lágrimas o palabras.
Mi corazón es como una roca,
insensible al temor o a la esperanza.
Mira a derecha y a izquierda: vago a solas.
Alzo mis ojos; emsombrecidos por la pena,
no veo las colinas que perduran.
Mi vida está en la hoja sobre la tierra
Jesús, dame vida: la tuya.

Mi vida es una hoja marchita
y mi cosecha toda, desechada.
Mi vida es, de verdad, breve, vacía
y tediosa en la nulípara jornada.
Mi vida es como un objeto que se congela.
No hay ni brote ni verde en la visión.
Mas se alzará la savia en primavera.
Álzate en mí, Jesús, Nuestro Señor.

Mi vida es una vasija que se rompió,
un cuenco que se destrozó y no contiene
ni gota de agua para mi alma ni licor
para el frío que me entumece.
Arroja la cosa perecida al fuego,
para que se derrita y se transforme. Al fin,
que para Él, mi Rey, sea un cáliz regio.
Bebe, Jesús; bebe, Jesús, de mí.


Labores de costura victorianas + Calendario 2022. Parte I

Louis Lang- The sewing party

¡Feliz año nuevo, victorianos!

Como todos los años, desde La Casa Victoriana, queremos obsequiaros con un calendario diseñado especialmente para todos vosotros. Este 2022 está dedicado a las mujeres y las labores de costura, y, como es habitual, viene ilustrado con bellísimos cuadros del siglo XIX y principios del siglo XX.

Para acompañar a la entrega del calendario publicaremos dos artículo dedicado a las labores de costura más populares en la época victoriana.

Dividiremos la entrada en dos partes. Esta primera parte la dedicaremos al costurero, sus materiales y a las labores de punto de cruz, patchwork, quilting y appliqué, y con ella publicaremos las hojas de calendario desde enero a junio.

Próximamente, publicaremos otra entrada con el resto de las labores y las imágenes del calendario correspondientes a los meses desde julio a diciembre.

Para descargarlo podéis clicar con el botón derecho del ratón sobre la imagen y escoger «Guardar imagen como» en el desplegable.

Esperamos que tanto los artículos como el calendario sean de vuestro agrado.

La Casa Victoriana

Las victorianas y la costura

La destreza en las labores de costura era una habilidad muy valorada entre las damas victorianas.

El conocimiento de las diferentes técnicas se transmitía de madres a hijas y la exquisitez y creatividad mostradas en un trabajo de costura eran tan admiradas como el talento en el canto o en un instrumento musical.

Pero estas habilidades, que entre la clase más pudiente formaban parte de su educación y servían para llenar las horas de ocio con una actividad tan productiva como útil, eran también reconocidas por las familias de las clases sociales no tan afortunadas económicamente, pero con objetivos diferentes.

Toda mujer debía saber de costura ya que era una competencia útil para su vida diaria: coser las ropas de su familia, remendar aquellas prendas más desgastadas, proporcionar al hogar manteles y ropa de cama, aprovechar cualquier tela para unos cojines, tejer desde bufandas y ropa de abrigo para el invierno o confeccionar una alfombra para su salita.

Además, como la necesidad agudiza el ingenio, solían ser diestras en la confección de complementos como adornos florales, sombreros o diademas.

Emile Pap – A Girl in a Pink Dress Sewing by the Window

Las labores de costura no solo se hacían como pasatiempo o necesidad, sino que se utilizaban como regalos e, incluso, se exhibían en lugares destacados del hogar para ser admirados por familiares y amigos.

Las jóvenes que destacaban en tas labores hacían de ello su profesión, empleándose como costureras en sastrerías o modistas particulares para señoras adineradas. Una modista mañosa, creativa y pulcra en su trabajo era tan valorada por las señoras como la mejor de las cocineras.

Los materiales de costura

Una mesa de costura, bien equipada, con una máquina de coser, compartimentos varios para mantener en orden los materiales y espacio suficiente para las labores de costura era tan preciada que se fabricaban con los mejores materiales, dando como resultados muebles de una factura elegante y exquisita.

Estas mesas soñadas solo estaban al alcance de aquellas señoritas que tenían la suerte de tener una familia que pudiese permitírselas. La mayor parte de las jóvenes se conformaban con un costurero, una cestilla de mimbre para los ovillos de lana y un par de bastidores.

Richard Edward Miller – Sewing by Lamplight

Los costureros eran igualmente un indicador de la clase social de la dama: magníficos costureros de madera lacada, con incrustaciones de nácar, madreperla, marfil y accesorios de plata labrada eran para las jóvenes de clase social alta; cajas de madera o de cartón y tijeras de hierro eran los materiales para el día a día en los hogares más humildes. De todos modos, no había caja fea que un ingenioso trabajo de decoupage no pudiera embellecer.

Todo costurero debía contener unos materiales básicos consistente en un estuche agujas de diferentes tamaños y grosor, dedales, alfileres, un par de tijeras, cinta métrica, un punzón de costura y una lezna para perforar el cuero y los tejidos de piel. Además, solían contener carretes de hilos de colores básicos, devanadoras, alfileteros y pinzas de dobladillo.

Como complemento al costurero se utilizaban cestillas y capazos de mimbre para los accesorios y materiales de calceta y ganchillo, ovillos de lana y agujas. Flores de tela, lazos, encajes, remaches y hebillas metálicos, así como telas y papel o cartones para patronaje completaban los accesorios que no debían de faltar en una habitación de costura.

William Kay Blacklock- Nice Young Lady Sewing

En el siglo XIX, la mayor parte de las agujas se fabricaban en acero, aunque muchas damas conservaban agujas hechas de oro y plata, herencia de generaciones anteriores. Los alfileres estaban hechos del mismo material y su precio era elevado. La tendencia a perderlos hizo de los alfileteros uno de los complementos preferidos del costurero.

Godey’s Lady’s Book y Peterson ‘s Magazine, con tutoriales, guías, patrones, dibujos para servir como modelo de diseño y consejos para los diferentes tipos de labores, eran dos de las revistas más vendidas.

Las labores de costura

El punto de cruz

La labor de costura más popular era el punto de cruz. Las niñas se iniciaban en esta costura porque el aprendizaje era fácil y se adquiría con rapidez precisión en la puntada. Como seguía un dibujo determinado de antemano, que servía como modelo y guía de las puntadas, era difícil que el resultado final fuera un despropósito, como podía suceder con bordados más avanzados, e infundía ánimo y autoconfianza en la bordadora para enfrentarse a retos más complicados.

La mezcla de hilos de colores y la sencillez del dibujo conseguían que algo simple fuera vistoso por lo que pequeñas flores, abecedarios y breves citas bíblicas se bordaban para adornar estuches de agujas, postales conmemorativas o marcapáginas.

Robert Barnes- Child Sewing

Patchwork y quilting

La labor de patchwork consistía en unir diferentes despieces o trozos de telas para formar un trabajo de costura completo. En su origen las piezas eran geométricas y todas iguales en tamaño.

A partir de un modelo se iban uniendo formando diferentes dibujos geométricos, dando lugar a piezas más grandes. Con el tiempo se fueron incluyendo piezas de diferente tamaño para formar borders de separación o para enmarcar las piezas chicas, pero siempre siguiendo un esquema predeterminado.

Cuando se decidía acolchar el patchwork comenzaba una nueva labor: el quilting. Los quilts, que era como se denominaba este tipo de piezas constaban de tres capas: la primera era la formada por el trabajo de patchwork, con la unión de los trozos de tela; la segunda capa era el acolchado, que aparecía en medio para mullir la pieza; por último, la tercera capa que sería “el revés” de la pieza, cuyos bordes se unirían con la primera capa cerrando la colcha.

Arthur John Elsley

Un marco de madera servía como guía para la unión de las piezas y todas las mujeres implicadas participaban de este proceso de unión, llamado quilting bee, aportando no solo su trabajo sino lazos de amistad para fortalecer a la comunidad o a las relaciones sociales.

Hacer quilting era una de las labores favoritas de las muchachas. Había quilts que se hacían en familia y donde cada miembro aportaba una serie de piezas que se unirían a las demás. Eran los quilts familiares, que trascendían más allá de la mera labor. Algunos de ellos se completaban en las sucesivas generaciones, siendo heredados de madres a hijas.

Los quilts de recuerdos estaban compuestos por diferentes piezas que tenían un significado importante para la costurera. Usualmente se componían de trozos de ropa que se había deteriorado con los años, pero de la que se quería conservar por razones sentimentales alguno de los trozos.

Los quilts de amistad se confeccionaban entre buenas amigas y se firmaban con el nombre bordado. Algunos de ellos escondían secretos o mensajes ocultos entre las capas, con piezas de tela, frases o iniciales bordadas que solo las implicadas en el trabajo del quilt comprendían. De esta manera, la labor era también una diversión y un modo de afianzar los recuerdos una amistad que se quería que perdurara. Como curiosidad, comentar que muchas jóvenes victorianas unían las piezas sustituyendo los hilos por sus propios cabellos, para hacer las piezas más personales.

Sir Francis Grant- Mary Isabella Grant, Knitting a Shawl

En las décadas finales del siglo XIX, los puzzle quilts, crazy quilts, o los quilts locos comenzaron a ganar terreno a los quilts tradicionales. Se diferenciaba de los tradicionales en que las piezas no eran regulares ni del mismo tamaño y se unían entre sí sin ningún parámetro particular, excepto el de la propia imaginación. Los cojines, colchas y mantas de extravagantes, con coloridos diseños, hechos con piezas irregulares y sin patronaje previo se convirtieron en el elemento decorativo más innovador y en una de las labores más divertidas para las jóvenes victorianas.

No por ser una labor menor debemos olvidar otro tipo de labor de patchwork: el appliqué. Esta técnica más relacionada con el adorno que con la costura propiamente dicha, consistía en aplicar, o bordar, varios trozos de tela sobrelas trabajos de patchwork, añadiendo textura y color. Las piezas de appliqué podían ser precortadas o pequeñas obras artísticas, donde las hábiles costureras las formaban con trozos de tela con los que diseñaban pétalos de flores, letras, juguetes simples o animales.

Juegos, rituales y bromas de Halloween

Ya ha llegado Halloween de nuevo ¡el tiempo vuela!. Para celebrarlo en La Casa Victoriana queremos recopilar los rituales más celebrados por los jóvenes para adivinar su futuro sentimental, los juegos más divertidos para entretener a los pequeños de la casa y una pequeña colección de bromas pesadas ejecutadas por gamberretes victorianos más desagradables que aterradoras, todo ello ordenado por categorías.

Esperamos que, como todos los años, disfrutéis con su lectura y os atreváis a poner en práctica las más divertidas.

¡Feliz y terrorífico Halloween a todos nuestros suscriptores y seguidores!

Juegos y rituales con dulces

Dulces y velas: la vela paga

El aro y la vela, más que un ritual, es un juego para los más jóvenes.

Se coge un aro de un barril y en él se cuelgan varios dulces, caramelos y manzanas, pero también finales de velas. Se vendan los ojos de los participantes y se gira el aro.

Los participantes deben intentar morder uno de los dulces colgados y no morder el final de vela. Aquellos que tengan la mala suerte de morder la vela tendrán que pagar la multa, que habitualmente consistía, en el pago de las velas.

El pastel y el anillo

Antes de hornear un delicioso bizcocho se introduce un anillo en la masa. Una vez hecho se sirve en porciones y a aquel a quien le toque el anillo en su porción encontrará el amor verdadero en el plazo de un año. ¡Cuidado con tragarse el anillo!

The Fateful Food

Este juego de adivinación del destino era muy popular porque no solo implicaba comer una buena razón de dulces sino que aportaba la sorpresa de encontrar el objeto que previamente se había escondido en ellos y de interpretar su significado:

– una moneda predecía riqueza

– un anillo era símbolo de un matrimonio

– un botón o un dedal indicaban soltería para el próximo año

– un wishbone, el hueso de pollo o pavo en forma de horquilla, permitía a su poseedor pedir un deseo para el próximo año.

Juegos y ritos con berzas y coles

Lanza la berza, ella te contará tu futuro

O, is my true love tall or grand?

O, is my sweetheart boony?

Una de las tradiciones más antiguas cuenta como las kales, berzas, podían pronosticar el futuro de las parejas.

Las parejas salen cogidas de la mano y con los ojos vendados a la búsqueda de una berza, que aún está plantada, y deben arrancarla y lanzarla. Dependiendo del tiro y de cómo cayera la berza, así será el aspecto de la futura pareja y la relación de los jóvenes.

Si la raíz arrastra una buena cantidad de tierra, las previsiones económicas futuras de la pareja serán favorables. Si al comerla el corazón de la berza es dulce, la pareja vivirá momentos felices, pero si es amargo, no se deparan buenos augurios para la relación.

Kaling

El Kaling era un juego de origen escocés muy popular en Halloween. Para jugarlo era necesario un jardín y varias coles enterradas. Los jugadores saldrían al exterior y con los ojos tapados tendrían que desenterrar una col. Uno de los jugadores, que representaría el papel de pitonisa, interpretaba el futuro amoroso del poseedor de la col dependiendo del tamaño del vegetal, su posición económica atendiendo a la tierra adherida al repollo y el carácter del futuro esposo o esposa después de probar la acidez o no de la col.

Asustando a los incautos con coles y nabos fantasmas

No todos los juegos de Halloween eran inocentes y juguetones. Algunos eran auténticas gamberradas que los más jóvenes ideaban y disfrutaban a costa de los incautos que se aventuraban a caminar solos tan terrorífica noche o foráneos que desconocían las costumbres de la zona.

En algunas villas de Irlanda, los niños se esforzaban por tallar las caras más tenebrosas en los nabos para, por sorpresa ponerlas en la ventana de una casa o de un carruaje que se había parado, con el consiguiente susto de la persona que la veía tras el cristal.

También ataban cordeles a las coles y as arrastraban por los campos entre los cultivos mientras emitían lastimeros aullidos. Las víctimas de la broma, con gran inquietud, solo veían como algo pequeño gemía y se movía rápidamente.

Una col quemada y una casa atufada

En Escocia se ejecutaba una de las bromas más desagradables de Halloween ya que sus consecuencias duraban varios días, por no decir varias semanas. Esta consistía en arrancar el tallo de una col y conseguir que ardiera y echara humo. En ese momento acercaban el tallo al ojo de la cerradura de una casa y dejaban que ese humo penetrara en la casa, y con el humo el olor nauseabundo que provocaba.

Cuando la persona llegaba a casa todo su hogar estaba invadido no solo por una neblina provocada por el humo sino por un olor insoportable que se adhería a cortinas, telas y mobiliario tardando varios días – y unas cuantas coladas – en desaparecer.

Juegos y rituales con nueces

The Nut Shower

Los frutos secos típicos de estas fechas solían ser protagonistas de muchos de los juegos de Halloween. Las nueces, por su forma eran uno de los frutos favoritos.

Este juego requiere paciencia pero el resultado es tan agradecido que merece la pena. Se abrían las nueces con mucho cuidado y se le quitaban los frutos, dejando las cáscaras lo más intactas posibles. Se reservaban los frutos y se rellenaban las nueces con otras pequeñas golosinas o caramelos caseros y se volvían a cerrar, pegando las dos partes de las nueces con, por ejemplo, azúcar caramelizado o un glaseado.

Las nueces se esparcirían por el suelo y los niños deberían cogerlas y abrirlas – siempre se reservarían unas cuantas por si alguno de los pequeños cogía pocas o ninguna, ya que ningún niño debía quedar sin diversión. En el momento en que abrían las nueces y descubrían golosinas la estancia se llenaba de algarabía. Más tarde, los pequeños también darían buena cuenta de las nueces, tomándolas solas o con miel. Otra variante consistía en llenar las nueces con diminutos juguetes hechos por los mayores de la familia.

Fuera cual fuera el “relleno” de las nueces la diversión estaba asegurada.

Un barquito con la cáscara de nuez predice mi futuro

Este título es una interpretación del popular juego de lanzar cáscaras de nueces en barreño lleno de agua. Estas nueces se podían adornar con una pequeña vela para semejarlas a barquitos veleros.

Dependiendo del comportamiento de los barcos en el agua se podía interpretar el futuro: si el barco se hundía, el futuro del poseedor del barco no iba a ser muy halagüeño; por el contrario, si el barco seguía su travesía sin hundirse, significaría una vida feliz y estable.

Si dos barcos se cruzaban sin tocarse, sus propietarios estaban destinados a ignorarse en el futuro; si los barcos chocaban, las personas que los habían lanzado se encontrarían en algún periodo de sus vidas compartiendo intereses, negocios o amor y si los barcos navegaban juntos, sus dueños estaban predestinados a vivir juntos una vida feliz, acompañándose en cada momento.

Si un barco navegaba solo por los bordes del barreño, sin ir hacía el centro, donde se encontraban el resto de los barcos, predecía una vida solitaria y, quizás, una soltería de por vida; si el barquito de nuez tocaba frecuentemente los bordes, su poseedor tendría una vida de aventura, y viajaría por todo el mundo.

Y si un barquito se hundía significará no solo que el amor no será correspondido, sino que esa persona permanecerá soltera y sola ¡para el resto de su vida!

The Nut Crack Night

Este juego era uno de los favoritos de los jóvenes de la casa, ya que era un juego de predicción de futuro que vaticinaba si dos jóvenes estaban destinados a tener un amor verdadero o solo una bonita amistad.

Los elementos necesarios para jugar eran una parrilla y avellanas o castañas. Los jóvenes se sentaban a ambos lados de la parrilla, que previamente se había calentado, y, cada uno de ellos colocaba uno de los frutos sobre la parrilla. Si los frutos se quemaban lentamente hasta convertirse en cenizas la amistad duraría para siempre e incluso podría convertirse en amor duradero o un matrimonio feliz. Si, por el contrario, los frutos estallaban, la relación sería un reflejo de ese estallido, y no solo no duraría sino que acabaría de un modo conflictivo.

Quemando nueces, ¿cuál será nuestro futuro?

The auld gudewife’s weel hoarded nits
Are round and round divided,
And monie lads’ and lasses’ fates
Are there that night decided.
Some kindle, couthie, side by side,
And burn thegither trimly;
Some start awa’ with saucy pride,
And jump out-owre the chimlie.

Cada miembro de una pareja elige una nuez entera. Ambas nueces se ponen al fuego. Cada uno observa atentamente cómo se van quemando las nueces: si se queman lentamente, si se rompen o si ambos lados de la nuez se separan. Dependiendo de cómo respondan las nueces al fuego, así será su relación.

Rituales y juegos con manzanas

  • La manzana me dirá el nombre de mi amado

Aquel joven o aquella joven que quiera saber por qué letra comenzará el nombre de su futura pareja tendrá que pelar una manzana de una sola vez. Cuando termine tendrá que lanzar la monda de la manzana por encima de su hombro izquierdo.

Cuando caiga en el suelo dibujará la forma de una letra en el suelo. Esa letra será la inicial del apellido de su enamorado o enamorada.

  • Bobbing the apples

Se escogían varias manzanas rojas y apetitosas y se dejaban flotar en un barreño con agua; los participantes del juego debían poner los brazos a su espalda y sumergir sus cabezas en el barreño para coger las manzanas con los dientes. ¡La diversión estaba asegurada!

  • Manzanas a la hoguera

Para atraer al verdadero amor, se comía una manzana asada y se echaban al fuego el corazón y las semillas mientras se cantaba:

    “One, I love, two, I love, three, I love, I say,
Four, I love with all my heart,
Five, I cast away;
Six, he loves, seven, she loves, Eight, they both love.”

Otros juegos y bromas

El ovillo de lana que emparejará a los invitados

En una jornada informal y festiva en la que el protocolo se suavizaba ¡qué mejor manera de sentar a la mesa a los invitados que mediante un divertido juego!

La anfitriona dispersaba a los invitados por las diferentes estancias de la casa y les entregaba el cabo de un ovillo de lana a cada uno de ellos. Dos cabos de lana pertenecían al mismo ovillo y el juego consistiría en encontrar a la persona cuyo ovillo coincidiese. Para dificultar el encuentro, el largo ovillo se habría enrollado en muebles, extendido por las habitaciones y entremezclado con los ovillos de otros participantes, todo con el fin de que los propietarios de los ovillos recorrieran la casa y se divirtieran encontrando a su pareja.

De todos modos, la propietaria nunca dejaría nada al azar, encargándose de que dos cabos que estuvieran unidos no pertenecieran a comensales que pudieran tener ciertas rencillas entre ellos, y, si se sentaran juntos, su evidente malestar pudiese arruinar la reunión.

Trick or Treat – truco o trato – ¡cuidado con lo que eliges!

Aunque la frase “truco o trato” suele ser la primera la que se nos viene a la cabeza cuando pensamos en Halloween pocos saben lo que pasará si no aceptamos el trato y nos decdimos por el truco.  Cuenta la tradición que siempre debemos escoger el trato ya que en caso de no aceptarlo Jack O’Lantern, un ser maligno con cuerpo humano y cabeza de calabaza, podría maldecirnos. Según cuenta la leyenda irlandesa, un borrachín llamado Jack y apodado Jack Stingy engañó al Diablo para que pagara su bebida, atrapándolo en una moneda. Pero el Diablo más astuto que Jack se venga y condena a su espíritu durante toda la eternidad por la tierra. Para poder seguir enredando en la tierra Jack coloca dentro de un nabo tallado un carbón ardiendo, creando el personaje malvado de Jack O’Lantern. Si no aceptas el trato tendrás que vértelas con él.

¿Dónde está mi ganado? ¡En el tejado!

Dentro de las bromas desagradables de Halloween una de las más celebradas era la del “robo” de ganado y aperos de labranza. Durante la noche de Halloween, jóvenes y no tan jóvenes sustraían aperos de labranza, carros y animales del establo y ¡los subían a los tejados de las casas y graneros! A la mañana siguiente el granjero se encontraba con la desagradable escena que para él no era divertida en absoluto.

Me llevo tu puerta y se escapan tus animales

Una broma mucho más pesada consistía en robar las puertas de los campos y los cercados y abrir los establos y caballerizas. Después se azuzaba a los animales para que salieran. No era agradable levantarse por la mañana y ver que todos los animales se habían escapado; solo quedaba salir a buscar a los animales perdidos por os campos.

Estas chanzas provocaron no pocos altercados entre los granjeros y los jóvenes bromistas, ya que los primeros no dudaban en pasar la noche en vela, muchas veces armados con escopetas llenas de sal,  para evitar que los muchachos llevaran a cabo su inocentada de Halloween.

Los tres platos: decidme si me casaré con una bella doncella

En una mesa se colocaban tres platos: uno lleno de agua limpia, otro con agua sucia y otro vacío. A uno de los participantes en el juego se le vendaban los ojos y se le conducía hacia la mesa en la que estaban los tres platos.

A ciegas la persona escogía uno: si su elección era el plato con agua limpia se casaría con una bella dama, si el elegido era el que contenía agua sucia sería viudo, y si la suerte le llevaba hacia el vacío sería un amargado solterón.

Este ritual podía intentarse tres veces, previo cambio de sitio de los platos.

La dama frente al espejo: espejo, muéstrame el rostro de mi amado.

On Halloween look in the glass,

your future husband’s face will pass

Una de las tradiciones más populares entre las jóvenes era la de tratar de conocer cual sería el rostro de su futuro marido.

Para ello, la joven se encerraba en una habitación a oscuras, con la única luz de una vela iluminando el cuarto, y se colocaba frente al espejo. La superstición decía que al iluminar su imagen frente al espejo, a su lado, se reflejaría la imagen de su futuro marido.

A este ritual, a veces se le añadía un elemento adicional: la joven además de iluminar su imagen con una vela en el espejo debía ¡estar comiendo una manzana!

Mojé manga de mi camisa en el río: mi futura pareja aparecerá para secarla

Go to a south-running stream,

and dip your sleeve in it at a spot

where the lands of three lands come together

Una superstición escocesa contaba que la noche del 31 de octubre un joven o una joven debían mojar la manga de su camisa en un arroyo donde las tierras de tres tierras se unían. Al llegar a casa tenía que colgar la manga cerca del fuego para que secara, en un lugar que pudiese ver desde su cama.

No podía dormirse porque durante la noche una aparición tendría lugar en el lugar en el que había dejado la manga: su futuro esposo o esposa aparecería para retorcer la manga para intentar que se secase.

Caminando en la oscuridad

Una dama debía caminar hacia atrás en la oscuridad, hacia el sótano, con la única iluminación de una vela en su mano derecha y un espejo en su mano izquierda, mientras recitaba una y otra vez:

    ” Appear, appear, my true love dear,
Appear to me to-night,”

Antes de alcanzar el final de la escalera el rostro del amado se reflejaría en el espejo.

¿Fundimos plomo? Sus formas nos dirán nuestro futuro

Este juego me parece un poco más complicado e implica poderes de adivinación o mucha imaginación…

Fundimos un objeto de plomo y dejamos que el fundido se vierta a través de la manija de una llave cayendo sobre un bol de agua limpia. Las formas que forme el plomo serán un reflejo de lo que nos depara nuestro futuro.

¡Feliz Halloween! ¡Feliz Samaín!

New Year’s Day Open House: el día de las visitas de Año Nuevo

El New Year’s Open House era una tradición celebrada en muchas casas victorianas, principalmente en Estados Unidos, en la que los caballeros solteros visitaban las casas de sus allegados y conocidos para conocer a jóvenes casaderas.

Estas visitas no se realizaban de un modo casual sino que requerían de una preparación previa que implicaban una invitación no explícita y una visita planificada. Unos días antes del día de Año Nuevo, las familias con hijas en edad de casarse publicaban en los periódicos que, en esa fecha, su casa estaría abierta para recibir a los posibles pretendientes. De este modo, cualquier caballero que desease solicitar la atención de una dama y el permiso paterno para cortejarla podía consultar las listas publicadas en los periódicos para comprobar si la casa de su joven deseada estaba disponible para la visita.

Una de las condiciones para que el caballero pudiera acceder a la casa era tener una tarjeta de visita; esta le proporcionaba una forma de presentación ante la familia que podía saber quién era y a qué se dedicaba.

Una vez en la casa, se presentaría, el sirviente cogería su abrigo y sombrero y le conduciría al salón, donde sería recibido por los padres de la joven, sus hermanos y los familiares más allegados. Una vez allí, tendría alrededor de 15 minutos para presentarle sus respetos a la dama, presentarse ante la familia y mostrar sus pretensiones con respecto a la muchacha. Mientras estaba en la casa se le ofrecería un ligero refrigerio, ya que se le trataría como a un invitado.

Tissot, James; Hush!; Manchester Art Gallery

Poco a poco esta costumbre fue perdiendo su originaria esencia – que jóvenes casaderas conocieran a caballeros deseosos de formar una familia – para convertirse en casi una desagradable parodia en la que caballeros sin ningún interés en las jóvenes trataban de visitar el mayor número de casas posibles para comer y beber y todo lo que pudieran, llegando incluso bebidos a alguna de las visitas. Para las jóvenes damas era una fecha para competir entre ellas, siendo su máxima preocupación «coleccionar» tarjetas de visita de pretendientes para mostrar a sus amigas lo populares que eran.

A finales del siglo XIX, esta tradición fue desapareciendo porque los padres preferían buscar pretendientes entre los conocidos y solo permitían la entrada a aquellos que venían con algún tipo de recomendación de los allegados y familiares, sustituyendo las «morning calls» del día de Año Nuevo por las «family calls» de la fiesta de celebración de fin de año.

¡La Casa Victoriana os envía los mejores deseos para el año que está a punto de comenzar!