Labores de costura victoriana + Calendario 2022 Parte II

Portraits in the Countryside- Gustave Caillebotte (1876)

Whitework

El whitework era un tipo de bordado probablemente de origen escandinavo (se han encontrado trabajos realizados con esta labor datados en el siglo XII). La económica inversión de trabajar solamente con hilo blanco y tela del mismo color y no con hilos de colores y telas teñidas hizo que se asociara este bordado a las clases más humildes, ya que eran las que no podían permitirse gastar en materiales de costura caros.

En la época victoriana, este bordado de hilo blanco sobre tela del mismo color se popularizó debido a una necesidad más que a una moda, ya que era muy útil para embellecer la ropa del hogar.

Un whitework engalanaba tanto las piezas de mantelería como la ropa de cama, además de convertir un sencillo bonete, un humilde mandil, cuellos, mangas o pecheras en destacadas prendas que al arte del bordado añadían la elegancia que le proporcionaba el blanco inmaculado. Se empleaba también en hacer más coqueta la ropa interior, a la que el intrincado bordado en blanco le daba una sutil y distintiva textura, alejada de cualquier mezcla de colores que podía resultar vulgar y no digna de una dama.

Making a momento – Seymour Joseph Guy

Las costureras escocesas destacaron por ofrecer el bordado blanco más delicado y sus exquisitas puntadas pronto fueron imitadas por las inglesas e irlandesas.

Las telas utilizadas para este tipo de trabajo eran lino, algodón y batista- tela formada por hilos de algodón muy finos. Esta última se usaba para delantales, bonetes y para adornar cuellos y puños. Los patrones se dibujaban en la tela y se bordaban posteriormente. Los motivos solían ser repeticiones del mismo patrón con dibujos geométricos, florales o iniciales y monogramas.

En los países nórdicos se popularizaron dos variantes de este tipo de bordado: el redwork, con hilo rojo sobre tela blanca y el bluework, con hilo azul sobre fondo blanco, aunque estas variantes tardaron más en llegar a los siempre convencionales hogares victorianos.

El Berlin Work Emboidery

Esta labor, que tuvo su origen alrededor de 1800, en Berlín, llegó a los hogares victorianos sobre 1840 para convertirse en uno de los trabajos de costura favoritos. Cuenta la historia que el librero alemán A. Philipson, ayudado por su esposa, puso a la venta una serie de patrones con diferentes dibujos, que estaban impresos en un papel con líneas entrecruzadas al estilo del papel cuadriculado actual. Cada parte del dibujo se correspondía con un cuadrado, componiendo el modelo ideal para guiar cada una de las puntadas, muy parecido a los modelos para hacer punto de cruz que existen hoy en día.

Al contrario que sucedía con las labores tradicionales, la labor berlinesa no se bordaba con hilos sino con hebras de lana delgadas. Los motivos eran habitualmente florales, aunque admitía escenas campestres y figuras tanto humanas como animales, y se solían dibujar a mano previamente a la impresión sobre el papel cuadriculado. Incluso se llegaron a reproducir escenas de la vida de la Reina Victoria. Los dibujos se imprimían en blanco y negro y era la dama la que decidía la gama de colores a utilizar para su labor.

Girl Knitting – Albert Anker

Pronto se mejoró la calidad y tamaño de las impresiones, reuniendo muchos patrones en libros y revistas especializadas. Los fabricantes de lana se lanzaron a producir lana de diferentes colores y degradados para satisfacer las necesidades del mercado.

Este método de bordado hizo asequible la costura a cualquier bordadora, ya que no se necesitaba más habilidad que la de coser sobre el modelo y poner cada puntada sobre el cuadrado correspondiente; ni siquiera se requería creatividad alguna, ya que tanto los modelos como el tamaño de las puntadas venía dados en el papel impreso.

Las labores más habituales eran bolsos, cojines y todo tipo de tapizados para costureros, estuches, cubiertas de diarios, etc. Poco a poco los motivos fueron cambiando de flores individuales o ramilletes a arpas, cruces o motivos marinos sin olvidar las tan recurridas iniciales, frases de amistad o pasajes de la Biblia.

Punchwork

El Punchwork, o labor con punzón, era una labor «Berlín» que se hacía con un papel o cartón fino perforado llamado «papel Bristol». Para realizarla se colocaban varios papeles intercalados, unos encima de otros para que, al ser cosida la puntada, proporcionara un efecto tridimensional. A finales del siglo XIX, los patrones para punchwork se comercializaban impresos a todo color directamente sobre el entramado de «papel bristol», y a la labor se le añadían encajes, abalorios y borlas para embellecerla y personalizarla.

Crewel

El bordado Crewel fue muy popular en Gran Bretaña en los siglos XVI y XVII. Este tipo de labor se realizaba con un tipo de hilo más fino que la lana, pero más grueso que el hilo de bordar. Las puntadas eran grandes y su combinación de color quedaba a la elección de la costurera. Una de las razones de su popularidad era la libertad en el trabajo de bordado, de hecho, podríamos denominarlo un “bordado libre” sin someterse a demasiados cánones de costura.

Lady Sewing -Eugenio Oliva y Rodrigo

La tela para ejecutar este trabajo debía ser gruesa o, al menos resistente, siendo el lino una opción muy recomendable, ya que las puntadas iban superpuestas unas sobre otras para dar volumen a los dibujos, habitualmente flores y animales, aunque la puntada libre permitía diferentes trabajos de fantasía donde la bordadora daba rienda suelta a su imaginación.

Encontramos hermosas y artísticas labores de crewel en bolsos, cortinas, tapices y vestidos de señora y niña.

Silk ribbon embroidery o el bordado con lazos

Una de las técnicas más difíciles de bordado era la realizada con lazos de raso o seda. El resultado era exquisito, delicado y extremadamente bello. El bordado con lazos requería una especial destreza de la bordadora ya que era difícil seguir patrones o dibujos predeterminados además de una habilidad destacada en los puntos recto y de cadeneta para dar forma a los lazos y conseguir con ellos la forma deseada. Las flores simples y los ramos florales eran los motivos favoritos. Antes de la revolución industrial estos trabajos de costura solo estaban al alcance de las damas adineradas porque los lazos eran realmente caros.

The Little Seamstress, – John Faed

Con la llegada de la revolución industrial y los nuevos telares, las cintas se fabricaban a nivel industrial, lo que abarataba su precio ya que no había que importarlas. Con la llegada de las nuevas sustancias para teñirlas, la gama de colores ganó en matices lo que proporcionaba bordados más coloridos. Bolsos, sombrillas, pañuelos y chales se llenaron de rosas, margaritas y lavandas bordadas con cintas, a cada cual más llamativo. Estos bordados servían también para elaborar regalos y recuerdos a familiares y amigas muy queridas.

Labores con cuentas y abalorios

El uso de cuentas y abalorios ayudaba a adornar cualquier labor de costura. En un primer momento las cuentas estaban disponibles en formas muy simples y colores muy discretos, pero viendo el potencial de estos adornos y la demanda por parte de las costureras británicas, los comerciantes se apresuraron a importar nuevos modelos y vibrantes colores de Italia y Alemania. Una de las ventajas del trabajo con cuentas es que era más importante la paciencia que la habilidad.

La creación de abalorios despertaba la creatividad de la costurera. Para esta labor se utilizaban los mismos patrones que para la labor de berlín y el punchwork. Los materiales con los que se creaban eran habitualmente seda o raso y se rellenaban con algodón, lana, guata e, incluso, serrín. La espectacularidad de la labor pasaba por el número de capas que se añadieran para conseguir que destacase sobre la tela a la que se iba a coser. Además, a mayor número de capas se podían añadir más cantidad de cuentas y pedrería .

The Knitting Woman -William Adolphe Bouguereau

Calceta y ganchillo

No había hogar victoriano en el que no hubiera un tapete, un cobertor o varias prendas de ropa hechas de crochet o ganchillo.

El crochet admitía diferentes tipos de creaciones, desde un decorativo tapete a un cobertor que se hacían uniendo pequeñas flores o dibujos geométricos hasta formar una pieza más grande como preciosos y elegantes chales, espectaculares bolsos, sombreritos o complementos como jabots, pecheras para adornar un vestido, una camisa o un abrigo.

Una de las creaciones más bellas y, al mismo tiempo más humildes fue el Irish crochet al que en La Casa Victoriana le dedicamos una completa entrada, de la que os dejo el enlace.

https://lacasavictoriana.com/2016/03/16/moda-victoriana-irish-crochet-lace/

La calceta era una labor que gustaba a niñas y mayores, era divertida y la capacidad de poder hacerla de modo automático, sin prestar atención a los movimientos, hacía que las mujeres pudieran reunirse y conversar mientras hacían sus labores.

Peasant Woman Threading a Needle – Jules Breton

Además de calcetines, jerseys, bufandas, guantes y bonita ropita de bebé, las victorianas eran aficionadas a cubrir todo con artísticas piezas de lana, calentadores de pies, maceteros, hervidores y por supuesto, el famoso tea cozy, cobertor de teteras para evitar que el té se enfriara.

En todos sus trabajos de costura firmaba con sus iniciales VR, Victoria Regina, para que su autoría fuera fácilmente identificable. Tanta era la afición de la reina por sus agujas y ovillos que pronto enseñó a sus hijas a calcetar y ganchillar y solía reunirse con ellas para pasar tardes de té y costura en los jardines de la Casa Osborne de la isla de Wright.

Como curiosidad hablaremos de la tejedora más famosa de la época victoriana, la mismísima Reina Victoria. A Victoria le relajaba enormemente tejer y no era infrecuente verla con sus agujas y cestilla de lanas calcetando labores para su familia, amigas e incluso para sus soldados. Aunque la monarca tenía fama de ser una tejedora horrible, y todos murmuraban, a sus espaldas, por supuesto, sobre sus pocas habilidades con las agujas, a ella no le molestaba en absoluto e incluso le divertía; de todos modos, ningún rumor ni habladuría pudieron evitar que la reina siguiera haciendo una de las labores que más le relajaban, sobre todo después del fallecimiento de su querido Alberto.

Queen Victoria, Princess Helena and Princess Beatrice Knitting Quilts for the Royal Victoria Hospital- Alexander Melville

Otras labores: borlas, cordones y encaje

Hacer borlas era un pasatiempo en sí mismo. Muy fáciles de hacer y económicas conseguían crear adornos muy bonitos para adornar llaves de un escritorio o joyero, recoger una cortina, o servir para embellecer puños, cuellos o sombreros. Estas borlas hechas de hilo o lana se remataban acolchando la cabeza y rematándola con artísticas puntadas de ojal. Otro modo de adornar la borla era enganchando cuentas a los flecos o bien cubriendo la cabeza con una bonita tela adamascada o con una cuenta circular brillante.

Las labores con cordones requerían que en primer lugar se confeccionara el cordón. Este podía tener diferentes formas, de trenza, retorcido o entrecruzado, y se hacía con hebras de hilo de diferentes colores o de una misma gama de color, dependiendo de la creatividad de la costurera y de la labor que se fuera a realizar. Los cordones se añadían posteriormente a un trabajo de bordado berlinés o de costura.

Aunque el encaje podía ser confeccionado por la costurera, las damas británicas de alta sociedad preferían comprar el delicado encaje belga y el encaje inglés para sus labores y las más humildes el encaje irlandés. Las piezas de encaje se añadían a otras labores de costura previamente confeccionadas, como adorno.

Sewing Woman by Lajos Ludwig Bruck

Labores de costura victorianas + Calendario 2022. Parte I

Louis Lang- The sewing party

¡Feliz año nuevo, victorianos!

Como todos los años, desde La Casa Victoriana, queremos obsequiaros con un calendario diseñado especialmente para todos vosotros. Este 2022 está dedicado a las mujeres y las labores de costura, y, como es habitual, viene ilustrado con bellísimos cuadros del siglo XIX y principios del siglo XX.

Para acompañar a la entrega del calendario publicaremos dos artículo dedicado a las labores de costura más populares en la época victoriana.

Dividiremos la entrada en dos partes. Esta primera parte la dedicaremos al costurero, sus materiales y a las labores de punto de cruz, patchwork, quilting y appliqué, y con ella publicaremos las hojas de calendario desde enero a junio.

Próximamente, publicaremos otra entrada con el resto de las labores y las imágenes del calendario correspondientes a los meses desde julio a diciembre.

Para descargarlo podéis clicar con el botón derecho del ratón sobre la imagen y escoger «Guardar imagen como» en el desplegable.

Esperamos que tanto los artículos como el calendario sean de vuestro agrado.

La Casa Victoriana

Las victorianas y la costura

La destreza en las labores de costura era una habilidad muy valorada entre las damas victorianas.

El conocimiento de las diferentes técnicas se transmitía de madres a hijas y la exquisitez y creatividad mostradas en un trabajo de costura eran tan admiradas como el talento en el canto o en un instrumento musical.

Pero estas habilidades, que entre la clase más pudiente formaban parte de su educación y servían para llenar las horas de ocio con una actividad tan productiva como útil, eran también reconocidas por las familias de las clases sociales no tan afortunadas económicamente, pero con objetivos diferentes.

Toda mujer debía saber de costura ya que era una competencia útil para su vida diaria: coser las ropas de su familia, remendar aquellas prendas más desgastadas, proporcionar al hogar manteles y ropa de cama, aprovechar cualquier tela para unos cojines, tejer desde bufandas y ropa de abrigo para el invierno o confeccionar una alfombra para su salita.

Además, como la necesidad agudiza el ingenio, solían ser diestras en la confección de complementos como adornos florales, sombreros o diademas.

Emile Pap – A Girl in a Pink Dress Sewing by the Window

Las labores de costura no solo se hacían como pasatiempo o necesidad, sino que se utilizaban como regalos e, incluso, se exhibían en lugares destacados del hogar para ser admirados por familiares y amigos.

Las jóvenes que destacaban en tas labores hacían de ello su profesión, empleándose como costureras en sastrerías o modistas particulares para señoras adineradas. Una modista mañosa, creativa y pulcra en su trabajo era tan valorada por las señoras como la mejor de las cocineras.

Los materiales de costura

Una mesa de costura, bien equipada, con una máquina de coser, compartimentos varios para mantener en orden los materiales y espacio suficiente para las labores de costura era tan preciada que se fabricaban con los mejores materiales, dando como resultados muebles de una factura elegante y exquisita.

Estas mesas soñadas solo estaban al alcance de aquellas señoritas que tenían la suerte de tener una familia que pudiese permitírselas. La mayor parte de las jóvenes se conformaban con un costurero, una cestilla de mimbre para los ovillos de lana y un par de bastidores.

Richard Edward Miller – Sewing by Lamplight

Los costureros eran igualmente un indicador de la clase social de la dama: magníficos costureros de madera lacada, con incrustaciones de nácar, madreperla, marfil y accesorios de plata labrada eran para las jóvenes de clase social alta; cajas de madera o de cartón y tijeras de hierro eran los materiales para el día a día en los hogares más humildes. De todos modos, no había caja fea que un ingenioso trabajo de decoupage no pudiera embellecer.

Todo costurero debía contener unos materiales básicos consistente en un estuche agujas de diferentes tamaños y grosor, dedales, alfileres, un par de tijeras, cinta métrica, un punzón de costura y una lezna para perforar el cuero y los tejidos de piel. Además, solían contener carretes de hilos de colores básicos, devanadoras, alfileteros y pinzas de dobladillo.

Como complemento al costurero se utilizaban cestillas y capazos de mimbre para los accesorios y materiales de calceta y ganchillo, ovillos de lana y agujas. Flores de tela, lazos, encajes, remaches y hebillas metálicos, así como telas y papel o cartones para patronaje completaban los accesorios que no debían de faltar en una habitación de costura.

William Kay Blacklock- Nice Young Lady Sewing

En el siglo XIX, la mayor parte de las agujas se fabricaban en acero, aunque muchas damas conservaban agujas hechas de oro y plata, herencia de generaciones anteriores. Los alfileres estaban hechos del mismo material y su precio era elevado. La tendencia a perderlos hizo de los alfileteros uno de los complementos preferidos del costurero.

Godey’s Lady’s Book y Peterson ‘s Magazine, con tutoriales, guías, patrones, dibujos para servir como modelo de diseño y consejos para los diferentes tipos de labores, eran dos de las revistas más vendidas.

Las labores de costura

El punto de cruz

La labor de costura más popular era el punto de cruz. Las niñas se iniciaban en esta costura porque el aprendizaje era fácil y se adquiría con rapidez precisión en la puntada. Como seguía un dibujo determinado de antemano, que servía como modelo y guía de las puntadas, era difícil que el resultado final fuera un despropósito, como podía suceder con bordados más avanzados, e infundía ánimo y autoconfianza en la bordadora para enfrentarse a retos más complicados.

La mezcla de hilos de colores y la sencillez del dibujo conseguían que algo simple fuera vistoso por lo que pequeñas flores, abecedarios y breves citas bíblicas se bordaban para adornar estuches de agujas, postales conmemorativas o marcapáginas.

Robert Barnes- Child Sewing

Patchwork y quilting

La labor de patchwork consistía en unir diferentes despieces o trozos de telas para formar un trabajo de costura completo. En su origen las piezas eran geométricas y todas iguales en tamaño.

A partir de un modelo se iban uniendo formando diferentes dibujos geométricos, dando lugar a piezas más grandes. Con el tiempo se fueron incluyendo piezas de diferente tamaño para formar borders de separación o para enmarcar las piezas chicas, pero siempre siguiendo un esquema predeterminado.

Cuando se decidía acolchar el patchwork comenzaba una nueva labor: el quilting. Los quilts, que era como se denominaba este tipo de piezas constaban de tres capas: la primera era la formada por el trabajo de patchwork, con la unión de los trozos de tela; la segunda capa era el acolchado, que aparecía en medio para mullir la pieza; por último, la tercera capa que sería “el revés” de la pieza, cuyos bordes se unirían con la primera capa cerrando la colcha.

Arthur John Elsley

Un marco de madera servía como guía para la unión de las piezas y todas las mujeres implicadas participaban de este proceso de unión, llamado quilting bee, aportando no solo su trabajo sino lazos de amistad para fortalecer a la comunidad o a las relaciones sociales.

Hacer quilting era una de las labores favoritas de las muchachas. Había quilts que se hacían en familia y donde cada miembro aportaba una serie de piezas que se unirían a las demás. Eran los quilts familiares, que trascendían más allá de la mera labor. Algunos de ellos se completaban en las sucesivas generaciones, siendo heredados de madres a hijas.

Los quilts de recuerdos estaban compuestos por diferentes piezas que tenían un significado importante para la costurera. Usualmente se componían de trozos de ropa que se había deteriorado con los años, pero de la que se quería conservar por razones sentimentales alguno de los trozos.

Los quilts de amistad se confeccionaban entre buenas amigas y se firmaban con el nombre bordado. Algunos de ellos escondían secretos o mensajes ocultos entre las capas, con piezas de tela, frases o iniciales bordadas que solo las implicadas en el trabajo del quilt comprendían. De esta manera, la labor era también una diversión y un modo de afianzar los recuerdos una amistad que se quería que perdurara. Como curiosidad, comentar que muchas jóvenes victorianas unían las piezas sustituyendo los hilos por sus propios cabellos, para hacer las piezas más personales.

Sir Francis Grant- Mary Isabella Grant, Knitting a Shawl

En las décadas finales del siglo XIX, los puzzle quilts, crazy quilts, o los quilts locos comenzaron a ganar terreno a los quilts tradicionales. Se diferenciaba de los tradicionales en que las piezas no eran regulares ni del mismo tamaño y se unían entre sí sin ningún parámetro particular, excepto el de la propia imaginación. Los cojines, colchas y mantas de extravagantes, con coloridos diseños, hechos con piezas irregulares y sin patronaje previo se convirtieron en el elemento decorativo más innovador y en una de las labores más divertidas para las jóvenes victorianas.

No por ser una labor menor debemos olvidar otro tipo de labor de patchwork: el appliqué. Esta técnica más relacionada con el adorno que con la costura propiamente dicha, consistía en aplicar, o bordar, varios trozos de tela sobrelas trabajos de patchwork, añadiendo textura y color. Las piezas de appliqué podían ser precortadas o pequeñas obras artísticas, donde las hábiles costureras las formaban con trozos de tela con los que diseñaban pétalos de flores, letras, juguetes simples o animales.