Coincidiendo con la festividad del día de San Patricio, desde La Casa Victoriana queremos hacer nuestro particular homenaje a la isla esmeralda con un artículo sobre uno de los ornamentos de confección original irlandesa que se pusieron de moda en el siglo XIX : el Irish Crochet o ganchillo irlandés.
Aunque la población irlandesa padeció varias hambrunas en su historia, la sufrida en la primera mitad del siglo XIX fue realmente devastadora y trajo graves consecuencias sobre la sociedad irlandesa, entre ellas un importante descenso de la población provocada por los fallecimientos y la emigración masiva.
La pobreza instalada en la mayor parte de los hogares rurales irlandeses hizo que el ingenio, principalmente de las mujeres, buscara nuevas formas de ingresos para el hogar y una de ellas fue con una habilidad para la creación de bellos complementos realizados con la técnica del crochet.
Hay diferentes teorías sobre como la habilidad del ganchillo se convirtió en una tradición en Irlanda. Una de ellas señala a las monjas ursulinas como introductoras de la técnica, aunque otras apuntan a la hija de un noble franco-español y de una irlandesa, Mademoiselle Riego de Blanchardiere, como la verdadera inventora de lo que posteriormente se denominó Irish Crochet.
El Irish Crochet era la labor mediante la cual, con pequeñas agujas, se creaba una pieza, siguiendo una serie de patrones o plantillas que se repetían, y que posteriormente se unían para formar una pieza mayor. La unión de esas piezas formaban una figura determinada dependiendo de cual fuera el objetivo buscado, un pequeño bolso, un chal, un paño, una colcha…
La habilidad irlandesa para el crochet fue refinándose pasando de confeccionar piezas más sencillas a auténticas obras de arte que semejaban los encajes más elegantes y que les permitían elaborar desde mangas, cuellos o chales hasta blusas o vestidos completos.
En las familias irlandesas no sólo ganchillaba la madre y las demás mujeres de la casa sino también otros miembros de la familia, entre ellos los más pequeños, ya que era un modo de aportar ingresos a la unidad familiar tan necesitada de obtenerlos.
En la exigente sociedad victoriana, el Irish Crochet Lace se consideraba un buen trabajo de costura pero cuya calidad no se podía comparar con otros encajes más selectos. Su popularidad era grande entre las clases trabajadoras y rurales, porque permitía adornar bonetes, sombreros y otras prendas haciéndolas más vistosas con materiales más baratos que los de los encajes tradicionales y que podían ser hechos por ellas mismas. Por este motivo las damas de clase alta lo consideraban el hermano pobre del encaje, y no propio de una mujer elegante y con clase.
Pero esta percepción cambió el día que la Reina Victoria decidió prender una pieza de ganchillo irlandés como adorno de uno de sus sombreros. A partir de ese momento esta técnica se popularizó hasta límites insospechados y no había mujer de la alta sociedad que no luciera una de estas piezas como vestuario u ornamento, ni casa donde las mujeres no aprendiesen a confeccionarlo, independientemente de la clase social a la que pertenecieran.
No olvidemos el inmenso cariño que los ingleses sentían por la familia real y la reina en especial, cuya ropa, costumbres y comportamientos eran imitados por todas las clases sociales.
Este crochet se realizaba con tres hilos de diferente grosor: un hilo fino para confeccionar los diseños, uno más grueso y resistente para unir todas las piezas y uno muy fino para rellenar espacios entre las piezas, con dibujo de red u otros diseños. Este último paso se solía hacer sobre papel en un bastidor, ya que era un paso más delicado y requería mucha pericia para dar ese acabado final de encaje.
El encaje irlandés pronto se convirtió en una industria que exportaba piezas de ganchillo no sólo a Irlanda y Reino Unido, sino a otros países de Europa, como la exigente Francia, que pronto lo convirtió en moda, y a Estados Unidos, donde hubo una floreciente industria del sector.
Los patrones y técnicas más laboriosas eran guardados con un halo de secretismo y transmitido sólo a los miembros de la familia e incluían modelos de diferentes tipos de flores, hojas e intrincados y, al mismo tiempo delicados, diseños originales.
Esta industria, alimentada del trabajo casero de las mujeres y familias irlandesas, comenzó a decrecer con la llegada de la maquinaria industrial textil que, con menos costes y de manera casi automática podía tejer piezas grandes y de diseños más complicados.
Muchas de las preciosas piezas de ganchillo irlandés están expuestas en museos, incluidas las bufandas que fueron entregadas a destacados soldados de las guerras Boer, tejidas por la propia reina, que se refugió en las labores de ganchillo como remedio para superar la muerte de su esposo el Príncipe Alberto.
En la actualidad se siguen publicando libros de patrones y diseños de encaje irlandés, existiendo, además, infinidad de blogs y talleres donde se recupera esta técnica decimonónica para aplicarla a todo tipo de diseños y complementos.
La Casa Victoriana desea a todos sus subscriptores y visitantes un Feliz día de San Patricio, y para celebrarlo estrenamos tablero en Pinterest con una colección de las más tiernas y victorianas tradicionales postales de felicitación.
http://es.pinterest.com/casavictoriana/postales-victorianas-del-d%C3%ADa-de-san-patricio-st-pa/
Un post maravilloso. La Reina Victoria influyó increíblemente en muchos ámbitos y especialmente en la moda. No sabía todo esto sobre el crochet, gracias =)
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Hola.
La primera vez que te comente, te dije que mi Blog también estaba dedicado a la Época Victoriana sobre todo a los libros de Victoria Holt pero, después de cinco años con el Blog me he dado cuenta que esta dedicado a «mamas lectoras”. Últimamente hago posteos sobre niños pequeños. Desde que soy tía me gusta hablar sobre peques en mi Blog.
Espero que estes bien.
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Hola. Aunque haya mucha gente que diga que la vida no cambia con la llegada de los pekes, por experiencia propia puedo decir que un niño no sólo cambia la vida sinoión que de la vida tenemos las propias madres, ya que las prioridades cambian completamente. Ante esos cambios, difíciles de afrontar en algunas ocasiones, los libros son una maravillosa herramienta, casi un refugio donde volver a reencontrarnos.
Gracias por pasarte por el Facebook y por las recomendaciones que visitaré con interés.
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Es verdad, la vida cambia y los pekes la cambian aun mas. Me a pasado con mi sobrina. 🙂
Pero estoy intentando volver a los inicios de mi blog y voy a postear de nuevo a Eleanor Alice Burford Hibbert. De momento con los libros pendientes de Victoria Holt y después con Jean Plaidy. Y mas adelante con Philippa Carr.
No tienes que darme las gracias por pasarme por tu Facebook. Ya sabes que me gusta mucho la Epoca Victoriana. 🙂
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Como siempre, excelente y descriptivo artículo sobre algo que para mí era totalmente desconocido con respecto a Irlanda, pero no en nuestro país, puesto que hasta hace más o menos 20 años, muchas abuelas o ancianas realizaban hermosas colchas de ganchillo, un trabajo laborioso pero placentero y terapéutico. Mi madre también realizó algunas piezas de ganchillo, como chaquetas para mí o tapetes para la mesa del comedor, que aún conservo y por supuesto luzco en la mesa.
Las imágenes aportadas al artículo son un maravilla, pero me hacen pensar en algo terriblemente práctico: ¡¡¡estos vestidos debían pesar una barbaridad!!!, porque el hilo pesa, y lo sé por las famosas colchas de las que hablaba. Personalmente, tiro por la costura, aunque conservo los ganchillos y algunas revistas de mi madre con muestras. Es una forma hermosa de crear arte, aunque se incluya dentro de la artesanía.
Para finalizar mi comentario, añadiré una anécdota poco victoriana pero curiosa. Bette Davis en la película “La carta”, dirigida por William Wyler en 1940, llevaba consigo una labor de lo que entonces se llamaba “crochet”, en realidad ganchillo en francés, e incluso le realización de la labor, también tiene unos momentos de protagonismo en la trama.
En fin, el ganchillo es todo un mundo, que no ha muerto del todo, pero que debido al actual papel de las mujeres en la sociedad, en realidad ya no es lo que era. Tal vez sería hermoso poder recuperar ese tiempo perdido.
Un cordial saludo y buena Semana Santa.
Marta Teixidó
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Hola Marta. Además de los paños que me han regalado y que me encantan- de hecho me encantan todos los regalos hechos por las personas que los regalan; me parecen obsequios únicos y especiales – hace un par de años, una prima me regaló una maravillosa colcha de crochet hecha por ella. Una auténtica maravilla, la verdad. Ya no sólo por el diseño y los colores empleados sino por las horas de trabajo que debió emplear en ganchillarla.
Y, paradójicamente, nada es más moderno que lo que denominamos labores de costura, el bordado, el punto de cruz, el ganchillo, la calceta…no hay más que ver la abundancia de libros, revistas, cuadernillos, blogs y páginas web dedicados a ellos, además de clubes, ferias y talleres, con Estados Unidos y los países nórdicos a la cabeza.
Sí que sería hermoso retomar la costumbre…
Gracias por tu comentario y por la referencia a la maravillosa La Carta.
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He agregado tu Pagina de Facebook a mis «me gusta». 🙂
No sabia que tenias Facebook.
Hay dos Paginas en Facebook que pueden gustarte… «Victorian Houses» y «Victorian Style».
Saludos.
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