Para finalizar el año, además de dejaros mis mejores deseos de felicidad, y, como no podía ser de otro modo, me gustaría terminarlo con una serie de costumbres victorianas para recibir el nuevo año. Hace tiempo Victorian Trading publicaba una serie de tradiciones que no solían faltar en una noche como la víspera de año nuevo. Vamos a recordar algunas de las más curiosas.

Los Phantom Balls victorianos
Uno de los eventos favoritos de los victorianos eran las celebraciones de Phantom Balls. Estas fiestas para recibir el año nuevo eran más desinhibidas que otros bailes más formales, entre otras cosas, porque una de las condiciones era ir disfrazado con vestuario relacionado con el mundo de los fantasmas y los espíritus.
En estos bailes participaban tanto niños como mayores, y durante la fiesta se organizaban diferentes juegos donde participaban todos los invitados, principalmente de cartas, aunque no era extraño que la fiesta finalizara con ¡un partido de fútbol entre los caballeros!
Había otra versión más refinada – y menos divertida – de los Phantom Balls, en las que se vestía de rigurosa etiqueta y en la que, sobre todo las damas, lucían espectaculares vestidos de gala especialmente confeccionados para la ocasión.
Este baile no se diferenciaba demasiado de cualquier otro tipo de evento de estas características; la única peculiaridad era que se celebraba el nuevo año.

Estrenando ropa nueva
A los victorianos les gustaba estrenar alguna prenda de ropa cuando comenzaba el nuevo año. No lo hacían ni por lucirla ni por presunción sino como símbolo de opulencia, de lo bueno que estaba por venir y de las privaciones y problemas, sobre todo económicos, que se dejaban atrás, en el año que terminaba.

Dejando la chimenea como «los chorros del oro»
Una de las tradiciones más curiosas de la transición de un año al siguiente era la de la limpieza de la chimenea. El día de fin de año, los victorianos limpiaban a conciencia sus chimeneas, asegurándose de retirar toda la ceniza acumulada en ellas.
Esa ceniza simbolizaba todos los males, tanto de salud como económicos, que habían preocupado a la familia durante el año, y la limpieza hacía que esos males desaparecieran al comenzar el año con una chimenea impoluta.
Con dinero en los bolsillos
Para atraer la fortuna y una buena economía para el año que estaba a punto de empezar, era condición fundamental comenzar el nuevo año con unas monedas en los bolsillos.
Por este motivo, grandes y pequeños metían en sus bolsillos algunos peniques con la esperanza de que la diosa Fortuna los multiplicara en el año venidero, o , por lo menos, los mantuviera…
El sonido de las campanas
Ya fuera en el pueblo, la ciudad, o el interior de la casa las campanas y las «campanadas» de media noche, significaban algo más que el paso de un año a otro.
El sonido de las campanas simbolizaban el triunfo del bien sobre el mal, el final de todo lo malo para dar paso a un año lleno de esperanza y de buenos deseos.
Ese es uno de los motivos por los que en la decoración navideña de todos los hogares no faltaban campanitas que los niños se encargaban de agitar a su paso.

¿Cerdos y tréboles?
Pues sí…Los tréboles siempre fueron una planta portadora de la buena suerte, sobre todo dentro de la cultura irlandesa, pero los victorianos, tan supersticiosos y amantes de cualquier planta u objeto que simbolizara la buena suerte, lo adoptaron como decoración navideña y como elemento fundamental en las tradicionales tarjetas de felicitación.
Lo mismo sucedía con los cerditos. La tradición le atribuía al animal la capacidad de atraer el dinero, probablemente porque cuando los granjeros los vendían en el mercado obtenían un buen dinero por los mejores ejemplares, ya que es un animal del que se aprovechan todas las partes. De ahí las tradicionales piggy-banks o huchas con forma de cerdito.
Esta es la razón por las que los cerditos están presentes en las tarjetas de felicitación de temática navideña.

Puertas abiertas y la visita de los first-footing
Una de las tradiciones más curiosas de la Navidad victoriana consistía en abrir la puerta de la casa coincidiendo con el cambio del año, para dejar salir al año que se iba, mientras la familia saludaba con alegres «Bienvenido!» al nuevo año.
Después se arrojaba un pastel contra la puerta para alejar a una posible hambruna, que pudiera llegar con el nuevo año.
Además todos los invitados esperaban con curiosidad y ansiedad la llegada del primer invitado o first-footing. La expresión definía a «la primera persona en cruzar el umbral de la casa después de media noche».
La responsabilidad de ese primer invitado era grande, ya que si traía regalos, principalmente comida y bebida, era un augurio de buena fortuna para la familia el resto del año.
Y , una de las cosas más sorprendentes era que además de los regalos, para que el invitado fuera el portador de buena suerte este debía cumplir una serie de características físicas: ser un hombre, de estatura alta y de pelo oscuro. ¡Si el primer invitado era un hombre rubio era signo de mal presagio!
Es difícil precisar el porqué de la inquina victoriana hacia el invitado rubio. Una de las teorías apunta a la identificación del cabello rubio con el de los invasores vikingos de la isla alrededor del siglo VIII; desde esa época la idea del hombre de cabello claro cruzando la puerta de una casa indicaba las desgracias que iban a suceder. Aunque es posible que, teniendo en cuenta que los victorianos eran aficionados a las leyendas y el folklore de todas las culturas, las razones pudieran ser otras.

La adivinación, ¿con la Biblia…?
¡Qué mejor modo de pasar una velada de cambio de año que pronosticando el futuro de los invitados! Por ese motivo la adivinación del futuro con las cartas era uno de los pasatiempos favoritos de los victorianos.
Pero algunos iban más allá…Se reunía a los invitados alrededor de una Biblia y cada invitado, con los ojos cerrados, abría una página y señalaba un pasaje. Después se leía el pasaje y se trataba de interpretar lo que el año nuevo depararía a esa persona de acuerdo con el pasaje o versículo elegido al azar.

Desde La Casa Victoriana os deseamos un nuevo año lleno de felicidad y prosperidad.