Amelia Bloomer

Aunque hoy en día muchos sólo recuerdan a Amelia Bloomer como la creadora de una moda revolucionaria en su época, los bloomers – conocidos en español como pantalones bombachos -, Bloomer fue también una incansable defensora de los derechos de la mujer en una sociedad para la que una mujer era sólo el pilar de la familia, y trataba de dejar en un segundo plano sus facetas culturales, creativas, políticas o trabajadoras.

Merece la pena conocer un poco más sobre esta sobresaliente mujer, que no sólo luchó por las mujeres desde un punto de vista social, sino que incluso intentó cambiar la rígida moda victoriana por prendas más cómodas y apropiadas para las diferentes actividades a las que la mujer se estaba incorporando.

La activista por los derechos de las mujeres, Amelia Jenks Bloomer nació en Homer, New York en 1818. Cuando tenía 22 años se casó con el abogado norteamericano Dexter Bloomer, quien la animó a defender sus ideas a través de su periódico The Seneca Falls Courier y a colaborar activamente en la defensa del sufragio femenino y los derechos de las mujeres a través de oranizaciones femeninas del área de Seneca Falls, llegando a participar en la famosa Seneca Falls Convention en 1848 (esta convención paso a la posteridad por ser la primera en la que se defendieron los derechos de la mujer en todos los ámbitos sociales y de la que salió el documento Declaration of Sentiments, donde se recogían los puntos fundamentales acordados en esa reunión)

En Enero de 1849, animada por Elizabeth Cady Stanton y Susan B. Anthony – otras defensores de los derechos de la mujer, comenzó a publicar su propio periódico The Lily, una publicación completamente dedicada a la mujer y a sus intereses y desde donde intentaba enfocar los temas femeninos – educación, disciplina, moda y sufragio – desde un punto de vista reformista, reclamando un papel más destacable e igualitario de la mujer en la sociedad.

En 1850. a través de su periódico, presentó un nuevo estilo de vestuario para las mujeres «activas» inspirado en los trajes tradicionales turcos. La presentación de sus pantalones para mujeres  provocaron una oleada de indignación entre la sociedad e insultos de la prensa – de hecho existe la expresión «making a bloomer « que podría traducirse como meter la pata, cuyo origen fue la presentación de los citados pantalones y que toma el apellido de Amelia como parte de la expresión.

Amelia Bloomer

Estos pantalones eran como unas enaguas largas, flojas y ligeramente hinchadas que se estrechaban en el tobillo; sobre ellas iba una falda más corta que las habituales faldas victorianas. Aunque el diseño desde el punto de vista estético puede resultar discutible, lo cierto es que resultaban cómodos y fueron la antesala de los pantalones para uso femenino.

Fueron muchas las mujeres que se atrevieron a usarlos, a pesar de ser ridiculizadas y de las burlas que tuvieron que soportar; algunas los usaban por el convencimiento de que representaban un avance para la comodidad de las mujeres lejos del encorsetamiento que imponía la moda victoriana; otras lo hicieron por reivindicación, usando los «bloomers» como un símbolo de la igualdad de  derechos de la mujer.

Pero fueron las feministas las primeras en dejar de usarlos, ya que pensaron que los bloomers estaban desviando la atención de sus reivindicaciones  y tenían miedo no ser tomadas en serio por sus ideas.

Así, el bloomerismo – termino acuñado en la época para denominar esta moda – fue perdiendo adeptos, pero sorprendentemente volvió para convertirse en todo un fenómeno representante de lo moderno, en 1890, con la llegada de la «fiebre de la bicicleta», ya que era mucho más cómodo montar en bici con bloomers y no con faldas. Eso sí, su renacer trajo consigo alguna variación estética, como un tejido más adecuado, como el tweed, y la supresión de la falda superpuesta.

Después del revuelo causado por los revolucionarios pantalones, Amelia y su marido se mudaron a Ohio, donde él publicó Western Home Visitor y ella vendió su The Lily.  Un par de años después se mudaron a Iowa; pero en ambos lugares y a pesar de no tener ya su propia publicación Amelia Bloomer siguió participando activamente a favor de los derechos de la mujer y colaborando con grupos y asociaciones sufragistas. Murió el 31 de Diciembre de 1894 en Council Bluffs, Iowa.

14 comentarios sobre “Amelia Bloomer

  1. Fantástico post.No conocia a esta mujer.A mi lo de los pantalones con la falda superpuesta no me parece que quede mal y claro sería mas comodo , aunque esteticamente si era mucho mas bonito el vestido tradicional victoriano.Su defensa de la mujer me parece estupenda , lo malo es que el feminismo se a convertido en algo muy diferente a lo que debia ser , si aquellas mujeres que defendian sus derechos levantaran la cabeza se sentirian muy decepcionadas.Solo hay que ver cosas como Sexo en Nueva York, espantoso en mi opnión , no me gusta esa clase de mujer.Aun afortunadamente quedan mujeres que no se dejan engañar.Un saludo y gracias.

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    1. Gracias, Laura. Hay grandes mujeres victorianas desconocidas a nivel popular, que lucharon porque los derechos de la mujer fueran reconocidos, y que su papel en todos los ámbitos de la sociedad fuera aceptado.
      Imagino que ellas sí se sentirían decepcionadas con series del tipo Sexo en Nueva York donde el rol de la mujer se frivoliza y más que evolucionar parece que involuciona, eso sí muy bien vestida, ja, ja
      De todos modos, esto me ha dado una idea. El próximo post estará dedicado a la Carrie Bradshaw victoriana; una auténtica «it girl» de la época, cuyo vestuario creaba tendencia entre las mujeres de la alta sociedad.
      Un saludo.

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      1. Esa Carrie Bradshaw que dices no será la duquesa Georgiana Spencer ?
        En cuanto a La dama de blanco , hace días que la terminé , impresionante de principio a fin , el caso es que al final se me hacia interminable y parecia que no se iba a terminar nunca , pero seguia enganchadisima , ¿curioso no? Pero es increible , no se como hay personas que pueden escribir cosas asi.Un saludo 🙂

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      2. No, me refería a Lady Blessington, la irlandesa Margaret Power, que posteriormente y a raíz de su matrimonio con el Conde Blessington, cambió su nombre por el más glamuroso Marguerite Power Farmer Gardiner, Condesa de Blessington.

        Con Wilkie Collins sucede que al final se empieza a enredar el argumento y, aunque sabes, que como toda novela victoriana el final no va a ser dramático, estás deseando que «solucione» el argumento de una vez!

        Ahora estoy leyendo El Castillo Soñado de Dodie Smith. Está catalogado como novela juvenil, yo creo que porque otras novelas de la autora estaban en esa línea, pero es muy recomendable. Tengo la película «I Capture The Castle» en versión original, pero la reservo para cuando termine el libro. Ya te contaré.

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  2. Woooooooooooooo…que increibles casualidades ! El castillo soñado no lo he leido pero tengo un marcapaginas suyo que me vino como regalo de un libro y que tengo para mi super releido «Cumbres Borrascosas» , sin embargo la peli la vi hace unos meses por casualidad en tv y doblada al español , cuando la vi no sabia si tenia que ver algo con el libro , pero me figuré que si , la película para mi no estubo mal , al no haber leido el libro no se si habrá mucha diferencia.Ya me contarás tu a mi que tal ambas dos 😉
    Un saludo Hadas.

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    1. He terminado El Castillo Soñado y tengo que reconocer que me ha encantado. Al principio iba un poco lenta, pero a medida que va avanzando la historia ya no puedes dejar de leerlo. Muy recomendable. El próximo fin de semana veré la película.
      Un saludo
      María

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