Tarjetas de San Valentín

Hace pocos días recibí un pequeño y curioso libro que me servirá de fuente para esta entrada-homenaje a una de las fechas que más disfrutaban los victorianos.  El libro, creo que descatalogado en la actualidad, se titula Tokens of Love, y está publicado por Abbeville Press y escrito por Roberta Ette, una apasionada de la fotografía antigua y coleccionista de ephemera, que ha pasado a engrosar mi lista de libros destacados sobre temática victoriana. El libro me resultó interesante no sólo por la información que contiene, sino por lo cuidado de su impresión y la alta calidad de reproducción de sus ilustraciones de tarjetas, grabados, viñetas, comics y otros objetos relacionados con las señales de amor (título del libro) a través de la historia.

A través de estas muestras de amor, la autora hace un ameno recorrido por los diferentes momentos históricos y culturales de occidente, centrando gran parte de su estudio en la época victoriana en la que el amor romántico triunfó sobre el amor pactado de épocas anteriores.

A comienzos del siglo XIX la señal de amor más popular era la tarjeta de San Valentín. Esas felicitaciones, hechas en frágiles papeles con mezclas de seda y satén y rodeadas por filigranas de encajes y puntillas, conseguía que cada visita del cartero, el 14 de febrero,  provocara crisis nerviosas.

Las St Valentine’s cards victorianas nos trasladan a una época donde los sentimientos de los enamorados se expresaban con cursis poesías escritas en envoltorios tan bellos como extravagantes, pero llenos de tierno amor y esperanza.

La tarjeta manía que se apoderó de los victorianos hizo que muchas empresas de material de papelería vieran en ello un gran negocio y comenzaran a proliferar marcas comerciales que se esforzaban por tener una imagen propia que las diferenciase de las demás y, así, ganar el favor del público, convirtiéndose en la marca favorita y de referencia. La mayoría de estas marcas trabajaban artesanalmente sobre diseños propios, lo que hace que las tarjetas sean tan bellas y al mismo tiempo tan valiosas. Merece la pena conocer su trabajo y casi empalagarnos de las dulces muestras de amor victorianas.

Dobbs Company of England

La marca Dobbs, fundada en Londres en 1803,  creó unas tarjetas de San Valentín de exquisita belleza hechas con delicadas puntillas de papel. Cada tarjeta estaba decorada por pinturas hechas a mano donde predominaban los temas de flores o cupidos, frecuentemente colocados sobre satén o seda. Además una pequeña leyenda o frase amorosa acompañaba a la pintura, frecuentemente recargada con plumas de colores, flores secas o lazos. Todo un alarde de decoración recargada que, aunque parezca mentira, quedaba muy elegante en su conjunto.

Eugene Rimmel

Los fabricantes estaban constantemente inventando nuevas combinaciones de materiales decorativos y recursos para hacer una presentación lo más agradable y espectacular posible. Uno de esos nuevos productos fue el presentado por Eugene Rimmel, cuya compañía operaba en Londres, París y Nueva York. Rimmel, un reputado perfumista, concibió un saquito lleno de esencias perfumadas dentro de un sobre al que no le faltaba ni una sola de las características de las cards victorianas.

El saquito que contenía las esencias estaba hecho de algodón grueso y se metía en un sobre decorado de brillante papel plateado con filigranas en relieve. A medida que el saquito de San Valentín se fue haciendo popular, Rimmel presentó nuevos sobres elaborados con diferentes materiales. Dependiendo del material, el saquito era más valioso, ya que se pusieron a la venta sobres de papel perforado que mostraba siluetas, cuero repujado, grabados de madera y litografías, adornadas con pinturas hechas a mano, bordados, papel cortado que simulaba encajes, sedas, plumas de exóticos pájaros de América del Sur, filigranas de cristal, lacados. Después del éxito del sachet perfumado, Rimmel se atrevió con diferentes y originales objetos para que las damas fueran agasajadas en este día especial; todo ello con el aroma de las deliciosas esencias Rimmel.



Joseph Mansell

Mansell se dedicaba a los productos de papelería cuando comenzó la fabricación de valentines en 1835. Las características más destacadas de sus tarjetas fueron el cutting del papel tan delicado y un trabajo tan proteccionista y cuidado al máximo detalle que podía ser confundido por encaje y puntilla real. Estas filigranas de papel no se quedaban un mero dibujo geométrico típico de los encajes sino que representaba figuras, edificios, árboles, pájaros y todo aquello que la prodigiosa imaginación de Joseph Mansell fuera capaz de trasladar a su exquisito dominio del corte de papel, que sugerían un elegante estilo camafeo.

Además, alrededor de 1840 empezó a tintar el papel con románticos colores pastel o con sorprendentes dorados que se mezclaban con los poemas y  distintivas siluetas que adornaban el centro de la postal.

Charles Magnus

La compañía de Charles Magnus, con sede en Nueva York, estuvo funcionando desde 1854 a 1870 y, a pesar del poco tiempo que estuvo en activo, hizo una de las aportaciones más revolucionarias al mundo de las cards, las tarjetas con elementos móviles, muy utilizadas posteriormente por los tarjeteros alemanes. Estos elementos aparecían unas veces sobre una hoja de papel con membretes dorados y otras sobre partituras musicales.

Esther Howland

Empapada por el espítitu romántico más puro, las tarjetas de Esther Howland pasaron de ser un pequeño presente de San Valentín para sus amistades, a convertirse en un objeto de deseo a ambos lados del Atlántico, como símbolo del refinamiento y la belleza por los amantes de las valentine’s cards.

Hija de un artesano de la industria del papel, comenzó a hacer sus propias tarjetas hechas de puntillas de papel y decoradas con scraps de flores. En ellas no faltaba una pequeña dedicatoria para expresar los mejores sentimientos a la persona amada.

Su padre se percató del éxito de las tarjetas de Esther entre las damas y la convenció para dedicarse a su diseño de un modo más profesional. El éxito de ventas fue tal que pronto montó un pequeño taller casero para el que contrató a varias amigas con la tarea decopiar las muestras que ella les entregaba. Alrededor de 1850 sus tarjetas comenzaron a ser más elaboradas, sin abandonar la alta calidad que las distinguía: las delicadas flores de papel pegadas y las parras y hojas pintadas a mano fueron paulatinamente sustituidas por los brilantes y coloristas scraps alemanes.

De hecho la utilización de las láminas de scrap para aliviar la rigidez de las puntillas de papel fueron una marca distintiva de las tarjetas Howland. Otras de sus características eran la superposición de capas de adorno de papel y scraps y la profusión de color en el tintado del papel y en las láminas. Además las tarjetas contenían un pequeño mensaje en una hoja de papel separada. Todo ello sin olvidarnos de la H de Howland que aparecía en el reverso de las cards, bien en la esquina superior o inferior, bien en el centro acompañada por un corazón blanco.

En 1880 Esther Howland vendió su exitoso negocio a George C. Whitne y& Co.para dedicarse a cuidar a su viudo padre, necesitado de cuidados a causa de un grave accidente.

George C. Whitney & Co.

Asentado tanto en Europa como en Estados Unidos la Whitney Company se dedicó intensivamente al negocio de las cards en el último cuarto el siglo XIX. Su política consistió en encargar el papel cortado desde los mejores talleres de Inglaterra e imitar el estilo Howland, sustituyendo la H del reverso por una W. Además esta compañía compró la A.J. Fisher Company de Nueva York comenzando otro lucrativo negocio, el de los comics de San Valentín, uno de sus productos más populares.

Animado por el éxito, Whitney decidió incrementar su negocio prescindiendo de los proveedores ingleses para fabricar ellos mismos el papel y los adornos. Después del incendio de 1915 donde la fábrica de Whitney casi desaparece, la empresa retomó su actividad dirigida por su hijo Warren hasta su cierre en 1942, acuciada por las restricciones comerciales y la escasez de papel que impuso el tiempo de guerra.

Ilustradores de Valentines

Me gustaría terminar este post haciendo mención a dos magníficos ilustradores que hicieron del diseño de tarjetas de San Valentín todo un arte. Estos ilustradores trabajaban por encargo, dibujando tarjetas para empresas que los imprimían en serie y los distribuían por toda Europa occidental y Estados Unidos. Frente a las tarjetas que describimos anteriormente donde predominaba el trabajo artesanal, estas tarjetas eran impresiones que se vendían a precios mucho más populares y que crearon una auténtica cardmania en la sociedad victoriana.

La primera de ellas la inigualable Kate Greenaway, a la que le dedicamos ya un post en este blog, y cuyas ilustraciones nos llevan a una infancia llena de ternura e inocencia, que supo reflejar en unas tarjetas llenas de dulzura.

Samuel L Schmucker, ilustrador estrella de Marcus Ward, cuyos diseños son fácilmente identificables por sus bellísimas  ilustraciones a todo color de damas victorianas enamoradas, acompañadas de una pequeña leyenda o poema referente al amor. Todas sus tarjetas tenían un elaborado y cuidado diseño con imágenes muchas veces en relieve, marcos dorados de filigrana y letras en diferentes fuentes calígrafas en las que combinaba varios colores. Un conjunto con el que quizás identificamos la tarjetas de valentine victoriana más que con cualquier otro.

Si quieres más informacion sobre tarjetas de San Valentine y scrap victoriano visita:

http://www.indiana.edu/~liblilly/index.php

http://www.scrapalbum.com/

http://www.antiques-atlas.com/antiques/Ephemera/Greetings_Card/Valentines_Cards.php

Y si te interesa la moda victoriana visita una coleccion de paper dolls victorianas en  mi blog:

www.casitadepapel.wordpress.com

¡Feliz St Valentine’s Day!

13 comentarios sobre “Tarjetas de San Valentín

  1. Me encanta el tema de las tarjetitas! Aunque algunas me parecen un poco horteras y cursis,pero era otra época,había más romanticismo.Otras están muy trabajadas,para mí las más elegantes son las menos recargadas.Desde luego antes se cuidaban mucho más los diseños.Yo desde hace tiempo he querido diseñar tarjetitas como esa y estampitas,como hobbie estáría bien.Y el libro es una auténtica golosina! Fantástica entrada.Un beso

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    1. Hola, Laura! Sí, la verdad es que algunas son un poco cursis, con tanto «encaje» de papel, plumas, flores y dorados por todas partes.Yo también prefiero las menos recargadas con una bonita ilustración.
      Pero me parece merecido recordar a todos aquellos artistas que hicieron del simple gesto de enviar una tarjeta un alarde de imaginación y una pequeña obra de arte, ya que la mayor parte de ellas eran de elaboración artesana, de ahí su valor más allá de ser el soporte de la escritura de tan románticos sentimientos.
      Un beso!

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  2. Pienso como tú Hadas,merecen ser reconocidos tanto por su trabajo y dedicación en la elaboración de estas tarjetas que tanto gustó en la época victoriana,como por formar parte de su historia.Y como dices eran hechas artesanalmente,pequeñas obras de arte.Un saludo 🙂

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  3. Me ha encantado toda la entrada. Muy interesante, no sabía que la elaboración de las tarjetas fuera tan artesanal y de que realmente causaran tanto furor. A mí también me parecen pequeñas obras de arte, puede que no sean del gusto de todo el mundo y que ahora parezcan desfasadas, pero me gustan, hay que verlas en su contexto. Si a alguien le interesa el libro que mencionas, se puede encontrar (de segunda mano) a muy buen precio en abebooks. ¡Yo me voy a pedir uno! Me has picado la curiosidad. Gracias por tu blog, también es otra pequeña obra de arte.

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  4. Otra vez yo…, he caído en la cuenta de que este libro es similar creo, por formato e inspiración a uno que tengo yo, sobre la figura del gato en la sociedad victoriana: Parlor Cats, se llama y es una pasada de librito para los amantes de los gatos y de la temática victoriana. Lleno de ilustraciones de la época, de comentarios, poesías infantiles sobre el tema…Un tópico que daría mucho de si para una entrada. Ahí dejo la sugerencia…, jjjj.

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    1. ¡Muchas gracias por tus comentarios, Hachi! Crean Book of Love» o que las postales victorianas, teniendo en cuenta los medios a su alcance,eran un alarde de imaginación. Desde nuestra perspectiva pueden parecer un poco cursis pero son pequeñas obras de arte.
      Conozco el libro de Parlor Cats. Es toda una oda al gato victoriano con unas ilustraciones preciosas. Tokens of love, está en esa línea de diseño que combina imagenes tipo scrap con texto, rimas y otras curiosidades.
      En otros post hablaré de ellos pero son MUY recomendables A Victorian Scrapbooking, un recorrido por la época victoriana profusamente adornado con bellas imágenes (me encanta), Joy to the World, de temática navideña y Forget.Me.Nots cuyo subtítulo «A Victorian Book of Love» ya lo dice todo. Todos llenos de preciosas imágenes y curiosidades victorianas y con una edición muy cuidada. Creo que todos están descatalogadas pero se pueden conseguir de segunda mano a precio muy asequible y buen estado.
      Sé bienvenida a La Casa Victoriana,
      María

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